Puede retrasarse la fecha para la independencia de Namibia
La fecha estipulada para la independencia de Namibia, 31 de diciembre de 1978, puede ser retrasada como consecuencia de presiones externas e internas sobre el Gobierno surafricano, que tambi¨¦n se ver¨ªa obligado a cancelar su particular censo de votantes para la elecci¨®n de una asamblea constituyente, iniciado el pasado mes de junio y casi completado.
Despu¨¦s de una reuni¨®n de urgencia del administrador plenipotenciario de Namibia designado por Sur¨¢frica, juez Steyn, con el primer ministro John Vorster parece que Pretoria ha abandonado su intransigencia sobre la fecha designada para la independencia del territorio que ocupa ilegalmente, lo que abrir¨ªa las puertas a la elaboraci¨®n de un nuevo censo. Dos de las agrupaciones m¨¢s importantes que concurrir¨¢n a las elecciones, el movimiento de liberaci¨®n SWAPO y la alianza multirracial Frente Nacional, han denunciado ante la misi¨®n de la ONU encargada de poner en marcha sobre el terreno el proceso independentista que la poblaci¨®n negra de Namibia no est¨¢ suficientemente informada sobre el registro de votantes emprendido unilateralmente por Pretoria. Las iglesias luteranas de Namibia y la cat¨®lica, a las que pertenecen en conjunto m¨¢s del 50% de la poblaci¨®n negra, se han unido a la petici¨®n de los principales grupos pol¨ªticos para que el censo sea iniciado de nuevo bajo la supervisi¨®n de los funcionarios de la ONU. El inter¨¦s de Pretoria por unas r¨¢pidas elecciones conforme al actual censo deriva en parte del hecho de que en ¨¦l no figuran los miles de refugiados en Angola y Zambia, que son votos virtualmente seguros para el SWAPO.
Se reanuda el di¨¢logo
El fr¨¢gil di¨¢logo entre la misi¨®n de las Naciones Unidas y el juez Steyn se reanud¨® ayer en Windhoek, despu¨¦s de que el jefe del grupo internacional, el diplom¨¢tico finland¨¦s Martin Ahtisaari, amenazara con abandonar el territorio, al que la misi¨®n lleg¨® el pasado domingo, debido a la falta de cooperaci¨®n e intransigencia de las autoridades surafricanas. Seg¨²n el plan puesto a punto por el llamado ?grupo de contacto? (Estados Unidos, Canad¨¢, Francia, Gran Breta?a y Alemania Federal) y aceptado por Sur¨¢frica el pasado abril y por el SWAPO el 12 de julio, en Luanda, los 850.000 habitantes de Namibia, de ellos 100.000 blancos, elegir¨¢n en los pr¨®ximos meses una asamblea que redactar¨¢ el texto constitucional del nuevo Estado. El proyecto occidental prev¨¦ un inmediato cese el fuego, la presencia de casi 5.000 ?cascos azules? de la ONU para garantizar el proceso pac¨ªfico hacia un Gobierno de mayor¨ªa negra, el confinamiento de los guerrilleros en sus campamentos y la evacuaci¨®n del territorio por la casi totalidad de las tropas surafricanas, que quedar¨ªan reducidas a 1.500 hombres pertrechados con armas ligeras.
Todo apunta a que el plan para Namibia sobrevive en una peligrosa precariedad, acrecentada por la continuaci¨®n de la guerra. Por un lado, el r¨¦gimen surafricano ve como buena cualquier excusa para abandonar una iniciativa impuesta, en la que se ha embarcado contra todos sus deseos y que puede desembocar en la toma del poder en su frontera por un Gobierno marxista salido de las urnas. Por a?adidura, el Consejo de Seguridad ha resuelto la absorci¨®n dentro del futuro Estado de Walvis Bay, un puerto de estrat¨¦gica importancia econ¨®mica y militar codiciado por Pretoria.
El movimiento de liberaci¨®n SWAPO, por su parte, no est¨¢ dispuesto a suspender sus ataques mientras Vorster no cumpla dos de sus principales obligaciones conforme a los t¨¦rminos del plan de las potencias occidentales: la supresi¨®n del estado de excepci¨®n que rige en Namibia y la liberaci¨®n de todos los presos pol¨ªticos.
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