Pierre Lou?s: la er¨®tica como revoluci¨®n permanente
Lou?s es, sin duda, uno de los cl¨¢sicos del erotismo o la pornograf¨ªa, distinci¨®n esta que siempre ha sido ambigua, dif¨ªcil de precisar y, en cualquier caso, ¨ªntimamente vinculada a valores morales tradicionales y a los criterios jur¨ªdicos que suelen salvaguardarlos. Todo parece indicar que Lou?s no cre¨ªa mucho en ninguna de las dos normativas, ni la moral, ni la jur¨ªdica, al menos las de su tiempo; por tanto, parece impropio calificar la obra de un descre¨ªdo con t¨¦rminos que s¨®lo utilizan los creyentes.Esta novela es una de las m¨¢s radicales, aquella en la que el autor decide narrar unos hechos, unos gestos y, lo que sin duda le da profundidad, unos modos de entender el mundo y la vida, es decir, unas ideolog¨ªas, asumidas por unos extremistas del placer, por unos cuantos seres (una madre, sus tres hijas y un joven vecino) que optan por el sensualismo con la misma entrega de quien opta por la revoluci¨®n proletaria a la usanza albanesa: sin concesiones.
Las tres hijas de su madre
Pierre Lou?s. Colecci¨®n ?Ia sonrisa vertical?, dirigida por Luis G. Berlanga. Tusquets Editor. Barcelona, 1978.
Autor de La mujer y el pelele, Lou?s fue reivindicado por los surrealistas parisienses de la primera hornada. El ¨²ltimo homenaje de uno de sus integrantes es la pel¨ªcula de Luis Bu?uel Ese oscuro objeto del deseo, basada en aquella novela y en la que, de forma atenuada y con la misma espl¨¦ndida iron¨ªa, su autor vuelve a recrearse en las andanzas y desventuras de un enamorado fogoso. En Las tres hijas de su madre el lugar de la acci¨®n es cerrado, sin apenas conexi¨®n con el exterior. Todas las situaciones er¨®ticas y los di¨¢logos se producen en el domicilio del protagonista y, si acaso, en el de la pintoresca familia femenina. Creo que el lugar de la acci¨®n condiciona al autor en el sentido de darle una mayor libertad. Al no existir pr¨¢cticamente ninguna relaci¨®n con lo externo, los personajes vuelcan toda su imaginaci¨®n en el sexo. Lou?s cuenta, pues, con cinco personajes de los que el vecino es m¨¢s cobayo y testigo que hombre de acci¨®n e iniciativa. Una madre de 36 a?os y tres hijas de dieciocho, catorce y once a?os por obra y gracia de un radical, muestran al lector un mundo en el que buena parte de los pilares de la civilizaci¨®n en la que se desenvuelven saltan por los aires destrozados por una nueva moral, por una nueva ideolog¨ªa y lo hacen con impecables razonamientos, con una coherencia inimaginable en alguien que no posea el dominio de la narrativa y la lucidez esc¨¦ptica de Pierre Lou?s. La novela es, sin duda, una obra er¨®tica o pornogr¨¢fica, pero en ella se muestran los hechos interpretados por quienes poseen un sistema de moral y comportamiento tan s¨®lido como el de quienes condenar¨ªan estos mismos hechos. Es decir, no s¨®lo no hay sentimiento de pecado, sino que lo que se propone es otra moral, antag¨®nica con la judeo-cristiana. Probablemente en esta coherencia expositiva, en esa subversi¨®n de los valores establecidos radique el efecto corrosivo del texto que se comenta. Lou?s era un gran amigo de Oscar Wilde: las obras de los dos mantienen esa frescura que s¨®lo la subversi¨®n permanente produce. Obra prohibida y perseguida, su mensaje, la belleza formal del mismo, la iron¨ªa de las conversaciones y el car¨¢cter radicalmente subversivo le confieren caracter¨ªsticas y cualidades de dif¨ªcil olvido.
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