La violencia en Televisi¨®n
Estoy de acuerdo totalmente con el art¨ªculo de don Rafael Peregrino, publicado por ese diario en el n¨²mero del d¨ªa 9 de agosto, con el t¨ªtulo R TVE: 2 70 minutos de violencia, y deseo ampliar una serie de conceptos que considero del mayor inter¨¦s resaltar por la influencia que sobre el ¨¢nimo de nuestros pequenos, medianos y mayores espectadores tienen tales subproductos televisivos.Aparte de la violencia que propugnan y la que inducen estos seudoentretenimientos, deber¨ªan tener m¨¢s cuidado los grandes jefes de nuestra bien pagada TVE al presentar estos filmes que retratan la vida y milagros de nuestros ?protectores? y aliados, porque de ser cierto lo que en estos engendros televisivos vemos, sacaremos en consecuencia que todos los polic¨ªas norteamericanos son inmorales, sus fiscales totalmente venales, sus jueces injustos y los ?sherifs? y dem¨¢s gentes de orden p¨²blico en lugares fuera de las poblaciones se dedican a la protecci¨®n de los granjeros mas capitalistas y m¨¢s inmorales, persiguiendo al pobre obrero (que suele ser de pelo negro o chicano), aunque la raz¨®n est¨¦ totalmente de su parte.
Estas afirmaciones no las hago gratuitamente, puesto que se deducen de la exposici¨®n de hechos en cualquiera de sus episodios. Esto, aparte de que aparentemente todos sus polic¨ªas y dem¨¢s personajes de la Administraci¨®n p¨²blica, norteamericana aparezcan con una total falta de cortes¨ªa y proclividad al abuso y deshonestidad m¨¢s exorbitante. Se me ocurre preguntar ingenuamente muchas cosas, pero, principalmente, estas dos fundamentales: ?Es que as¨ª son realmente las autoridades de la naci¨®n que se proclama el palad¨ªn de Occidente? ?Estas son las costumbres y usos que pretenden imponernos, cuando seamos a¨²n m¨¢s protegidos por USA? Si as¨ª fuese ser¨ªa deprimente el porvenir de las nueva,s generaciones de espa?olitos.
Por otra parte, el sustituir una serie de episodios tan llena de belleza y humanidad, como la reci¨¦n terminada (?) y titulada ?Noches y d¨ªas? de la televisi¨®n polaca, por la incre¨ªble serie del detective Baretta, plagada de inmoralidad¨¦s y con una violencia solamente comparable a la serie de Starsky y Hutch, es sencillamente ur a aberraci¨®n que en buena lid y desde un punto de vista colectivo ser¨ªa suficiente para desautorizar moralmente a un jefe de programaci¨®n en su menester y obra.
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