Seis razones para un viaje hist¨®rico
Senador de UCD por Murcia
La nacionalizaci¨®n de la Corona. Extra¨ªa estas fichas de mi particular diario de sesiones (que espero convertir en un libro sobre la aventura constitucional en el Senado) cuando se me solicita amablemente desde este peri¨®dico, en que tuve el horno de figurar como columnista durante los meses fundacionales, una opini¨®n sobre el viaje de los Reyes a Argentina desde la perspectiva de mi partido, Uni¨®n de Centro Democr¨¢tico. Pero no voy a expresar una opini¨®n de partido porque nada hay tan lejos de una opci¨®n y de un enfoque partidista como un viaje real: y muy especialmente como este viaje real a Argentina. Por eso prefiero meditar en voz alta sobre las posibles razones del viaje. Entre otras muchas posibles — tantas como v¨ªnculos reales existen entre Argentina y Espa?a— destacar¨ªa las siguientes:
1. Cumplir un designio vital expresado formalmente en el mensaje de la Corona: ?Espa?a es el n¨²cleo originario de una gran familia de pueblos hermanos. Cuanto suponga potenciar la Comunidad de intereses, el intercambio de ideales y la cooperaci¨®n mutua es un inter¨¦s com¨²n que debe ser estimulado.?
2. Hacer buena una palabra del Rey que prometi¨® ?visitar a todos y cada uno de los pa¨ªses hispanoamericanos?.
3. Corresponder a la invitaci¨®n de un pa¨ªs y de un Gobierno en nombre de una gran naci¨®n, no precisamente de tal o cual r¨¦gimen para realizar un viaje hist¨®rico: el primer viaje de un Rey y una Reina de Espa?a a una tierra sin la que no se comprende ni la historia ni el horizonte de Espa?a.
4. El encuentro con la comunidad espa?ola m¨¢s numerosa de cuantas viven fuera de Espa?a: los residentes espa?oles en Argentina son novecientos mil (datos del Instituto Espa?ol de Emigraci¨®n referidos a 31 de diciembre de 1975), que suponen m¨¢s de la mitad de todos los espa?oles de Am¨¦rica: una cifra equivalente a la de todos los espa?oles que residen en Europa juntos: y casi la tercera parte de todos los espa?oles que viven fuera de Espa?a.
5. El hecho de que los contactos de la Corona con el horizonte americano de Espa?a trasciendan al espacio y al tiempo: no dependen de oportunidades pol¨ªticas: al inscribirse no solamente en un ¨¢mbito de Estado, no ya de Gobierno, sino incluso en el ¨¢mbito de los propios fundamentos del ser del Estado y de la naci¨®n, no reconocen motivaciones pol¨ªticas, prescinden de toda sombra partidista y nada tienen que ver con aspectos coyunturales.
6. La presencia en Espa?a de un conjunto de argentinos que se oponen al r¨¦gimen de su pa¨ªs junto a otros muchos que est¨¢n de acuerdo con ese r¨¦gimen, es prueba de la generosidad espa?ola y no puede jam¨¢s interpretarse como un factor que condicione nuestras relaciones internacionales, que son de Estado a Estado, no de partido a partido: y la Corona se sit¨²a esencialmente por encima de los partidos.
El designio de la Corona sobre la proyecci¨®n de Espa?a en el horizonte de las Am¨¦ricas es tan nuevo en nuestra historia reciente de enclaustramiento cultural y de ret¨®rica supletoria que alg¨²n partido no se ha acostumbrado a¨²n a la nueva ¨®ptica: justo cuando la ret¨®rica comienza a convertirse en realidad. M¨¢s de un hipercr¨ªtico deber¨ªa repasar a fondo las opiniones del profesor Mar¨ªas sobre este designio del Rey, y muy especialmente sobre la realidad de las relaciones Espa?a-Argentina: e, incluso, sobre la aut¨¦ntica realidad argentina, aunque no se trata de ella en el trasfondo de este viaje. Algunas reacciones ante el viaje de los Reyes parecen surgir del nerviosismo oportunista o quiz¨¢ de la incomunicaci¨®n veraniega entre los titulares y los suplentes de alg¨²n grupo pol¨ªtico que trata de aparentar con manifestaciones extempor¨¢neas una importancia pol¨ªtica que deber¨ªa buscar dentro y que, parad¨®jicamente, posee dentro, Por eso no conviene extremar las condenas a ¨¦ste y otros rasgos de inmadurez o de precipitaci¨®n que se curar¨¢n f¨¢cilmente con el tiempo y con el ejercicio paulatino —en la Oposici¨®n y alg¨²n d¨ªa en el Poder— de la responsabilidad pol¨ªtica.
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