La amable anfitriona, encerrada en su lenguaje
Norteamericana del Este, intuitiva y pragm¨¢tica, Gertrude Stein lleg¨® a Par¨ªs a principios de siglo para convertirse en una de las primeras compradoras de pinturas de C¨¦zanne, Matisse, Juan Gris y Picasso. Probablemente su extra?a sensibilidad le indic¨® que algo demasiado importante esta ba sucediendo en el arte por obra de esos hombres, entonces pendientes de la audacia de marchands de segunda categor¨ªa. Al principio no dej¨® de ser ins¨®lito que una norteamericana de aspecto duro como el de una campesina adquiriera aquellas obras y se interesara por conocer a sus autores. Pero el hecho era que miss Stein no s¨®lo apreciaba correctamente las pinturas que algunos expertos parisienses hubieran querido destruir, sino que adem¨¢s pose¨ªa una fascinante personalidad. De modo que no pas¨® mucho tiempo antes de que su estudio de la rue de Fleurus -mitad museo de la revoluci¨®n cubista, mitad sala de tertulias se convirtiera en punto habitual de reuni¨®n de poetas, pintores y viajeros americanos discreta mente informados. En el centro de ellos, entre receptiva e ir¨®nica, la Stein estrechaba su amistad con Apollinaire, Max Jacob o Braque, desped¨ªa a los faltos de tacto y se dedicaba a escribir re tratos de los visitantes. Por esa ¨¦poca Picasso la pint¨®. Despu¨¦s de la guerra posar¨ªa para Man Ray y para Lipschitz. En la d¨¦cada de los veinte, los nuevos peregrinos ser¨ªan Ezra Pound, Hemingway, Scott Fitzgerald, Picabia. Sherwood Anderson dijo que durante aquellos a?os esa mujer americana hab¨ªa estado ?cocinando, con sus materiales, algo dulce a la lengua y fragante al olfato?. En efecto, m¨¢s all¨¢ de las relaciones p¨²blicas, la Stein cristaliz¨® una vasta obra literaria que, bajo el influjo de la pintura, parti¨® de un lenguaje impresionante, evolucion¨® hacia el cubismo y termin¨® siendo decididamente abstracta.Gertrude Stein naci¨® en Pennsylvania en 1874, recibi¨® parte de su educaci¨®n en Europa y dej¨® inconclusos sus estudios de medicina en California. Instalada nuevamente en Par¨ªs, public¨® en 1909 un libro de relatos titulado Three lives, que marca la inauguraci¨®n del nuevo naturalismo americano: mediante per¨ªodos cortos, l¨ªmpidos y un ritmo cansino, no percibimos la vida de un personaje captada por el ojo distante del narrador, sino que el mundo de ese protagonista se nos despliega como ¨²nica realidad. Three lives, por otra parte, anticipa algunas constantes de la escritura de la Stein: reiteraciones, redundancias, solecismos, una empecinada persecuci¨®n del ritmo, una gama de recursos que emplear¨ªa hasta la exasperaci¨®n en su segunda obra. The making of americans es una larga novela que, iniciada como la saga de dos familias americanas de origen judeo-alem¨¢n, se troc¨® en una compleja meditaci¨®n sobre las posibilidades r¨ªtmicas y asociativas intr¨ªnsecas a las palabras. Es que, al margen de su amistad con los famosos, su vida fue un consciente encerrarse en su idioma: ?Una de las cosas que m¨¢s me han gustado en estos a?os es estar rodeada de gentes que no saben ingl¨¦s. Esto me ha dejado m¨¢s a solas con mi vista y con mi ingl¨¦s?, escribi¨®. De esa soledad nacieron Tender buttons, Portrait of Mabel Dodge, Geography and Plays, libros todos ¨¦stos en los cuales el lenguaje es despojado de su l¨®gica ordinaria y aparece como veh¨ªculo de ideas abstractas, fragmentado y arbitrariamente confrontado, a menudo hecho humor o absurdo (?A rose is a rose is a rose is a rose?). La Stein, hay que darle la raz¨®n, fue ?m¨¢s lejos que Joyce? y que cualquiera de los escritores inmediatamente posteriores al simbolismo. Si ¨¦stos pensaban, con Mallarm¨¦, que la funci¨®n ,esencial del lenguaje era la de sugerir, ella lo utiliz¨® de tal manera que su musica nos priva de saber a qu¨¦ remite.
Autobiograf¨ªa de Alice B
Toklas.Gertrude Stein. Editorial Bruguera. Barcelona, 1978.
Pero, por supuesto, sab¨ªa muy bien que no hay una literatura que pueda proclamarse due?a del ?sentido? y otra que s¨®lo sea vibraci¨®n y sugerencia. De all¨ª que pueda haber escrito un libro como la Autobiograf¨ªa.... en d¨®nde s¨®lo a medias renuncia a su estilo cortante y. repetitivo, pero que, en honor al recuerdo de los amigos, es transparente y legible. Poseyendo, adem¨¢s de estas cualidades, la de ser el natural alarde de autoestima de una gran escritora que muy pocas veces disfrut¨® de la comprensi¨®n de la cr¨ªtica y la valent¨ªa de los editores. Alice B. Toklas, compa?era y secretar¨ªa de Gertrude Stein durante veinticinco a?os, no s¨®lo hubiera sido incapaz de escribir la historia de su vida, sino que adem¨¢s la hubiera considerado de escaso inter¨¦s. Despu¨¦s de todo, ella no depart¨ªa con los genios, sino con sus esposas. Es as¨ª que, en vista de la copiosa chismograf¨ªa recopilada por ambas, miss Stein se decidi¨® a escribir la autobiograf¨ªa de miss Toklas, lo cual de paso le confiri¨® la oportunidad de prodigarse en alabanzas hacia s¨ª misma. As¨ª, el libro nos ofrece, en un mosaico, tanto breves, agudos retratos de Derain, Ford Maddox Ford, Eric Satie o Duchamp, como una especie de gu¨ªa sobre la g¨¦nesis y desarrollo de la obra de la escritora. Es decir, la posibilidad simult¨¢nea de hurgar en la trastienda del mejor arte de principios de siglo e introducimos en el mundo de esa mujer que Edmund Wilson llam¨® ?gran Buda piramidal de la literatura contempor¨¢nea?, y en cuya casa no se pod¨ªa nombrar dos veces a Joyce sin sufrir la pena del desprecio eterno.
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