Cosas sobre algunas mujeres
Una ligera ensalada de muchas cosas, aderezada con una gracia que no acaba de transparentar el texto en castellano y una agilidad muy nueva, muy de joven periodista americana. Nora Ephron, colaboradora de las m¨¢s importantes revistas norteamericanas (Esquire, The New Yorker, etc¨¦tera), famosa por su esp¨ªritu cr¨ªtico frente al movimiento de liberaci¨®n femenina y casi todas las cosas, recoge en este texto algunas consideraciones de inter¨¦s sobre aspectos menores, pero no por ello menos esenciales, de la mentalidad de la mujer norteamericana.Desde los complicados sentimientos de la mujer liberada frente al machismo, hasta los parad¨®jicos grupos de concienciaci¨®n, donde la charla se convierte en el ¨²nico objetivo. Hay en Nora Ephron una agudeza de cr¨ªtica muy v¨¢lida, de no ser porque su sinceridad absoluta resulta a ratos irritante. El lenguaje ambiguo, nada dogm¨¢tico, tiene en el texto espa?ol un tono de inseguridad ligeramente enervante. As¨ª cuando analiza los excesos de los grupos de self-help (auto-ayuda) desde un ¨¢ngulo comprensivo, Pero radicalmente intolerante. ?Saber c¨®mo es tu ¨²tero no puede perjudicarte, supongo, y saber m¨¢s sobre tu propio cuerpo s¨®lo puede ser positivo, pero resulta vergonzoso el que se dedique tanta energ¨ªa a esta clase de contemplaci¨®n y tan poca a cambiar la estructura pol¨ªtica.?
Ensalada loca
Algunas cosas sobre las mujeres. Nora Ephron. Editorial Anagrama, 1978
La cr¨ªtica suvamente mordaz al movimiento feminista a trav¨¦s de personajes tan m¨ªticos como Betty Friedan o la propia Gloria Steinem resulta bastante divertida si no fuera porque detr¨¢s de las peque?as an¨¦cdotas, a veces excesivamente intrascendentes, se filtra m¨¢s la propia Nora Ephron, desinhibida y contradictoria, que los fallos del movimiento en s¨ª. Sus fantas¨ªas sexuales, sus complejos adolescentes, son un buen pretexto para pasar revista a lo que realmente hay en el coraz¨®n de una mujer americana que bordea la treintena y lucha contra las presiones incre¨ªbles no s¨®lo de una educaci¨®n desastrosa, sino de la publicidad, el peso alucinante de un pa¨ªs donde de todo se puede hacer un buen negocio. Uno de los cap¨ªtulos m¨¢s objetivos, ir¨®nicos e interesantes es el dedicado a los desodorantes ¨ªntimos femeninos, cuya publicidad utiliz¨® en algunos momentos un falso barniz de liberaci¨®n. La Ephron cita aqu¨ª, como resumen ¨²ltimo de la mentalidad de los fabricantes, una frase c¨¦lebre que le respondiera uno de estos reyes de la cosm¨¦tica y el buen olor. ?Querida: si hay una parte del cuerpo que podemos explotar, ?por qu¨¦ no hacerlo??
El mundo de las cocinas llenas de armarios con Tuperware, de los concursos gastron¨®micos, de las mil y una trampas a las que sucumbe diariamente la mujer media de una sociedad enloquecida, forma parte tambi¨¦n de esta ensalada ligeramente amarga en la que la superestrella del cine porno Linda Lovelace tiene dedicado un peque?o cap¨ªtulo. Dentro de todo quedan terribles afirmaciones sobre mujeres y hombres en cuya veracidad uno preferir¨ªa no creer, pero que a todas luces forman parte de la propia experiencia existencial de la Ephron.
Lo realmente inc¨®modo en este libro es seguramente la impresi¨®n casi subliminar de que a la autora, en el fondo y aun en contra de su voluntad, le irritan demasiado las mujeres, o tal vez algunas cosas sobre las mujeres.
Babelia
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