El elefante en la cacharrer¨ªa
SE?AL?BAMOS AYER en estas mismas p¨¢ginas las negativas consecuencias que para la pacificaci¨®n de Euskadi puede acarrear al voto adverso de los nacionalistas vascos en el refer¨¦ndum constitucional. La admisi¨®n por la mayor¨ªa parlamentaria de dos reivindicaciones de la Minor¨ªa Vasca (el restablecimiento de unos derechos hist¨®ricos anteriores al estallido de la primera guerra carlista en 1836 y la reinstauraci¨®n de los conciertos econ¨®micos vigentes hasta 1936) parecen ser las condiciones de obligado cumplimiento para que el PNV recomiende el voto a favor de la Constituci¨®n, norma fundamental sobre la que ha de descansar la democracia espa?ola.En el plazo de veinticuatro horas, la Comisi¨®n Constitucional del Senado, en un portentoso alarde de inconsecuencia, ha introducido alteraciones de significado contrapuesto sobre las autonom¨ªas. Anteayer, los votos de UCD modificaron sustancialmente, en una direcci¨®n antiautonomista y centralista, los art¨ªculos ya aprobados en el Congreso que regulaban el procedimiento para la constituci¨®n de comunidades auton¨®micas y sus competencias en materia judicial y de educaci¨®n. Ayer, los votos del PSOE y de dos senadores reales se unieron a los de las minor¨ªas Vasca y Catalana para aprobar una enmienda seg¨²n la cual la actualizaci¨®n de los derechos hist¨®ricos de los territorios forales es sacada fuera del marco constitucional y encomendada a una negociaci¨®n entre las instituciones de autogobierno de esos territorios y el Gobierno: y que, adem¨¢s, deroga las leyes de 1839 y 1876. no ?en tanto en cuanto pudieran conservar alguna vigencia? (como rezaba el texto aprobado en el Congreso), sino ?en cu¨¢nto pudieran suponer abolici¨®n de derechos hist¨®ricos?.
Estos dos pasos en direcciones diametralmente opuestas est¨¢n profundamente relacionados entre s¨ª. A la ruptura, anteayer, del consenso por UCD -ha respondido, ayer, el PSOE con una acci¨®n de represalia de signo inverso. A lo largo de este a?o, tantas veces se hab¨ªa amenazado, de un lado y de otro, con romper la baraja que los fatigados espectadores de los lent¨ªsimos trabajos constitucionales, mortalmente aburridos por tantas tempestades en vasos de agua, hab¨ªan dejado de dar importancia a esos incidentes. Cuando los representantes de la soberan¨ªa popular anunciaron, a finales de julio, la aprobaci¨®n del proyecto constitucional por el Congreso, muchos creyeron que el largo y penoso per¨ªodo hab¨ªa llegado a su fin. Pero la utilizaci¨®n del Senado por el Gobierno para modificar a su gusto el texto aprobado en el Congreso ha puesto otra vez en marcha esa irritante danza guerrera de ucedistas y socialistas. Con la particularidad de que, esta vez, los gritos advirtiendo la llegada del lobo pueden ser algo m¨¢s que una broma. puesto que el motivo de la nueva disputa incide sobre el conflictivo tema de las autonom¨ªas.
La responsabilidad ¨²ltima de esta crisis recae, obviamente, sobre UCD, que ha entrado en el Senado como un elefante en una cacharrer¨ªa. No resulta f¨¢cil admitir que las enmiendas presentadas, anteayer, por los se?ores De la Cierva, Ballar¨ªn y Valverde, que rompieron los acuerdos trabajosamente conseguidos en el Congreso sobre las autonom¨ªas, fueran ocurrencias personales. En primer lugar, porque los tres senadores tienen suficiente inteligencia para saber que no ocupan sus esca?os por m¨¦ritos individuales, reconocidos como tales por el electorado, sino gracias a la inclusi¨®n en las listas del partido del Gobierno, al que deben disciplina. En segundo lugar, porque no es veros¨ªmil que los restantes senadores de UCD votaran a favor de sus enmiendas por una s¨²bita conversi¨®n a sus argumentos.
Esta emboscada parlamentaria de UCD amenaza con revestir de fuerza moral si PNV para rechazar la Constituci¨®n. Aunque los nacionalistas vascos seguramente mantendr¨ªan en cualquier caso su actitud negativa; el recorte dado a los mecanismos de formaci¨®n de las comunidades aut¨®nomas y a sus competencias les suministra razones s¨®lidas para votar en contra de la Constituci¨®n y les evita mostrar la debilidad de sus argumentos alternativos. Pero la prepotencia de UCD ha tenido consecuencias todav¨ªa m¨¢s graves: ha forzado a la Minor¨ªa Catalana a cerrar filas con el PNV y ha desatado una vez m¨¢s la rabieta del PSOE, encolerizado por la ruptura del consenso. El resultado es la aprobaci¨®n, en la sesi¨®n de ayer, de una enmienda dirigida, por un lado, a compensar a la Minor¨ªa Vasca por los perjuicios que puede causar a una Euskadi aut¨®noma la alteraci¨®n introducida por el senador Ballar¨ªn, y, por otro, a castigar a UCD por el incumplimiento de su palabra.
El enjuiciamiento del contenido de las enmiendas aprobadas ayer y anteayer por la Comisi¨®n Constitucional del Senado no entra en la valoraci¨®n de lo sucedido. En teor¨ªa, todo es mejorable o empeorable en el texto constitucional. En la pr¨¢ctica, sin embargo, es rechazable todo aquello que no sea aprobado por la gran mayor¨ªa de los parlamentarios, previa negociaci¨®n entre los grupos decisivos en las C¨¢maras. A estas alturas deber¨ªa estar ya fuera de discusi¨®n la validez pol¨ªtica de los acuerdos logrados en el Congreso y excluidas las emboscadas, tendidas por sorpresa, para hacer triunfar una enmienda por un corto n¨²mero de votos. El pa¨ªs necesita una Constituci¨®n elaborada con el consenso de las fuerzas pol¨ªticas que han de articular en el futuro la vida democr¨¢tica. Y la necesita pronio. Si la Comisi¨®n Constitucional ha servido para que algunos senadores desplieguen sus habilidades oratorias y satisfagan sus vanidades, para que UCD trate de jugarcon ventaja en algunos art¨ªculos y para que el PSOE monte de nuevo el n¨²mero de la represalia, confiemos en que el Pleno de la C¨¢mara alta devuelva el texto constitucional al estado en que lo recibi¨® del Congreso, excepto en aquellos puntos sobre los que los grandes partidos (los votos de la UCD y el PSOE unidos, tienen la mayor¨ªa absoluta) est¨¦n plenamente de ni acuerdo. Antes de pasar al modesto puesto secundario que la Constituci¨®n le obrga, el Senado podr¨ªa hacer este ¨²ltim¨®favor¨ªa un pa¨ªsya impaciente porvotar, de una vez, la esperada Constituci¨®n.
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