Sobre el asesinato de Calvo Sotelo
Desconozco lo que El Imparcial pretende al abusar del precario estado de salud de un anciano. En todo caso, pendie nte ¨¦l y su familia de la comprobaci¨®n judicial que corresponda sobre lo que en la ?entrevista? consiguieron hacer decir y luego firmar a un se?or enfermo del coraz¨®n y en tratamiento por insuficiente riego cerebral desde hace anos, procede hacer las siguientes rectificaciones a los sensacionalistas titulares que destacaba ese peri¨®dico:1. Sobre el nombramiento de soberano gran inspectox de la masoner¨ªa espa?ola me enter¨¦ por tel¨¦fono hace unos meses.
2. La masoner¨ªa nada tuvo que ver con la muerte del pol¨ªtico, se?or Calvo Sotelo. nunca en aquellas fechas actu¨® don Urbano ,Orad como miembro de la masoner¨ªa sino como militar republicano. Una vez m¨¢s, nos reservarnos los derechos legales pertinentes a las falsas interpretaciones a que pueden llevar los titulares de El Imparcial.
3. Sobre el p¨¢rrafo relativo a ?El asesinato de Calvo Sotelo?, los hechos fueron como sigue:
(Previamente, aclarar que desde el 3 de marzo, fecha de mi boda, hasta la guerra, a la ¨²nica reuni¨®n de militares a que asist¨ª fue a la del 9 de mayo, y eso porque se me comunic¨® que yo era el pr¨®ximo en la lista. Eso y que el d¨ªa de la muerte del pol¨ªtico yo estaba en una reuni¨®n familiar en la calle de Raimundo Fern¨¢ndez Villaverde.) Los hechos fueron como sigue:
?El 12 de mayo mataron a Castillo. Aquella noche se reunieron un grupo de militares, con rango desde teniente coronel a capit¨¢n entre los que figuraban Barbetas: Faraudo, D¨ªaz Tendero y otros, y decidieron que hab¨ªa que cumplir lo dicho. Echaron a suertes y le toc¨® al capit¨¢n Cond¨¦s tomar el mando del grupo. Los guardias fueron voluntarios. Tomaron una camioneta de asalto,con su ch¨®fer de servici¨® (fue el ¨²nico no voluntario, est¨¢ vivo y habita en Madrid, o sea en condiciones de ratificar lo expuesto). Fueron a buscar a Goicoechea y no estaba en casa. Dijo Cond¨¦s que fueran a por Gil Robles, y tampoco estaba en su casa de la calle de Serrano. Entonces, al pasar por la calle de Vel¨¢zquez un guardia dijo que all¨ª viv¨ªa Calvo Sotelo. Subieron a la casa, lo cogieron, se lo llevaron detenido, y en la calle de ?lcal¨¢ uno de los guardias le dispar¨® un tiro. Por cierto, que Condes quiso posteriormente suicidarse por su participaci¨®n en los hechos de este asesinato e I. Prieto se lo impidi¨®.?
4. Erf el pie de foto de grupo se refiere el peri¨®dico a la ?foto hist¨®rica de la masoner¨ªa espa?ola?. Eso es inexacto. Es una foto recuerdo de un viaje a M¨¦xico en 1949 de un grupo de militares republicanos, ninguno de los cuales -excepto el teniente coronel Orad- era mas¨®n.
5. En particular, concretar que en ning¨²n momento el ministro se?or Gub¨¦rrez Mellado ha ayudado a los masones como tales. Ayud¨® y ayuda para que los que fueron sus compa?eros de armas, aunque en el lado republicano, consigan sus pensiones de vejez. S¨®lo esto e independientemente de sus ideolog¨ªas. Algo de lo que siempre podr¨¢ enorgullecerse como militar, como pol¨ªtico y como persona.
6. Asimismo, si el se?or Fraga Iribarne, en su momento, me ayud¨® a conseguir el pasaporte -tarea imposible durante muchos a?os-, lo hizo con el esp¨ªritu de apoyar en un derecho elemental a un militar republicano que hab¨ªa sido su enemigo en una guerra que hab¨ªa terminado hac¨ªa treinta a?os. Nunca, en toda mi vida, me present¨¦ como mas¨®n a ning¨²n pol¨ªtico nijefe del Ej¨¦rcito.
7. Considero, por tanto, que El Imparcial es injurioso e inexacto en sus titulares y contenido para m¨ª y para mis amigos y que puede causar un quebranto irreparable en la reputaci¨®n m¨ªa y la de hombres que -hasta la aparici¨®n de este art¨ªculo- me apreciaban.
En consecuencia, y como dec¨ªa anteriormente, salvando, el ejercicio de todos los derechos legales a mi alcance les env¨ªo estas l¨ªneas con el ruego de su publicaci¨®n. Hay que conseguir que no se vuelva a producir, en mi persona o en las de otros, que con el se?uelo de la "entrevista amistosa" se presione a quienes por edad y condici¨®n no son contrincantes para profesionales para hacerles decir lo que no quieren y firmar lo inexacto en documentos presentados con ventaja y sabiendo que ya mi vista no puede seguirlos con la precisi¨®n necesaria.
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