El Viti, de "enfermero" a torero de ¨¦poca
En El Cruce, de Manzanares, hice la cr¨®nica de la corrida de feria de Almagro (era a finales del pasado agosto), y despu¨¦s de telefonearla baj¨¦ al restaurante a cenar. All¨ª me encontr¨¦ con la sorpresa: ? ?Cielos! El Viti en persona, y yo con estos pelos.? Tom¨¦ asiento cuanto m¨¢s lejos mejor. El Viti hab¨ªa toreado esa tarde en Almagro y hay en la colecci¨®n de EL PAIS una serie de cr¨®nicas sobre el maestro que no le dejan en buen lugar precisamente. No es que fuera a pasar nada -eso lo daba por seguro- y, adem¨¢s, como aquellas cr¨®nicas se escribieron con objetividad ten¨ªa la conciencia tranquila. Pero dar la distancia era, de todas formas, aconsejable.Tampoco es que me conociera El Viti. Le hab¨ªa entrevistado el a?o 1962, en Bilbao, para Hierro, y hasta ahora. Sin embargo, s¨ª me conoce Manuel Cisneros, el representante del empresario Bala?¨¢, que es su exclusivista, y le acompa?aba en la mesa.
No hubo escapatoria. Cisneros acudi¨® a s¨¢ludarme y luego me presentaba a El Viti. Despu¨¦s de la cena conversamos un buen rato. Sus ¨²ltimas cr¨®nicas no las he podido leer, pero recuerdo las de Madrid y Sevilla... Aquello pod¨ªa ponerse violento, pero he de reconocer que El Viti, tan serio en la plaza, estuvo muy cordial y lim¨® toda aspereza. Hablamos de la flesta. Quiso referirse a su ¨²ltima faena en Las Ventas: Aquel torose vino abq?o, peros? se va para arriba, como ocurri¨® con el de Parrita, estoy seguro de que le habr¨ªa hecho una gran faena.
Acerca de su retirada fue tajante: Por supuesto que me voy. !Pero hombre, Viti! Nada, nada, Son Ya muchos a?os, muchos viajes, demasiado compromiso, y ha llegado la hora de descansar. ?sta es defdinitivamente mi ¨²ltima temporada, Pero ?volver¨¢? Eso nunca se puede prever del todo, pero creo que no. Mi prop¨®sito es irme para siempre. Yo medito muy a fondo mis decisiones no soy de los que se echan atr¨¢s. Pero puede ocurrir, Viti, que el gusanillo, la afici¨®n, quiz¨¢ la inactividad... ?No llegar¨¢ a aburrirse? ?Qu¨¦ va! Hay mucho, mucho que hacer en la vida y, desde luego no voy a tener tiempo de ahurrirme, ?D¨®nde ser¨¢ su corrida de despedida? Yo no voy a hacer corrida de despedida. Me morir¨ªa, si la hago, ya antes del pase¨ªllo. Tercia Cisneros: ?Santiago no se despide nunca; ni de su familia. Cuando nos vamos a Am¨¦rica le dice adi¨®s a su mujer como si se fuera a tomar un caf¨¦ a la esquina. Odio las despedidas, la verdad: esa es mi man¨ªa.
La gran recta final
Pero s¨ª se ha despedido El Viti. ?Y c¨®mo! La recta final de su carrera ha sido una despedida en regla; un ¨ªntimo adi¨®s. En cada una de las tardes se le ha visto un decidido af¨¢n de superaci¨®n. Ha toreado sus ¨²ltimos toros a conciencia, creo que para su exclusiva satisfacci¨®n personal. Exactamente como si no fuera a torear m¨¢s. Ante la ¨ªnminente y voluntaria abstinencia, se emborrach¨® de torer¨ªa. Y de ah¨ª salieron las faenas excelentes, a partir de Albacete, y, sobre todo, la de Salamanca al galache, que fue un asombro de t¨¦cnica e inspiraci¨®n, acaso la mejor de su vida; hasta la lecci¨®n magistral de Talavera, ¨²ltimo y brillante cap¨ªtulo de la historia taurina del maestro.
Aunque no todos acaban de creer lo de su retirada, porque no hay certeza de que la despedida se haya consumado. Nos lo dec¨ªa el empresario del coso talaverano, Felic¨ªsimo Tejedor: ?Yo estoy en que s¨ª, en que ¨¦sta es su ¨²ltima corrida, pero Cisneros me hablaba hace un rato de que no est¨¢ claro, de que no hay nada decidido...? Y un conocido aficionado de Salamanca, que tiene estrechas vinculaciones con el taurinismo de esta ciudad: ?Las ¨²ltimas tardes de triunfos indiscutibles han sido una importante inyecci¨®n moral para Santiago, y puedes dar por seguro que le har¨¢n reconsiderar su decisi¨®n.?
No soy de los que se echan atr¨¢s... Record¨¢bamos la conversaci¨®n de Manzanares. Pero, adem¨¢s, El Viti acaba de borrar con estas actuaciones inolvidables los recuerdos negativos de su historial, que hab¨ªa sido gravemente erosionado por los esc¨¢ndalos y por la desafecci¨®n de muchos aficionados. Si pretend¨ªa rematar su carrera en la gloria, ya lo ha conseguido.
Torero predilecto de Madrid
El Viti hab¨ªa sido torero predilecto de todas las aficiones y muy en particular de la madrile?a, la cual, sin embargo, le lleg¨® a volver la espalda. Debut¨® con picadores en Ledesma, en 1958, y al a?o siguiente ya armaba el revuelo a lo largo de diversas actuaciones en la carabanchelera plaza de Vista Alegre, acompa?ado de Jorge Herrera. Todos lo ve¨ªamos: se estaba forjando un torero de excepci¨®n. El 18 de julio de 1960 (exactamente cuando cumpl¨ªa 22 a?os) se present¨® en Las Ventas con novillos de .Ramos Mat¨ªas, alternando con Tom¨¢s S¨¢nchez Jim¨¦nez y Antonio de Jes¨²s. Triunf¨®, y lo mismo en las cuatro repeticiones durante los meses sucesivos.
El Viti ya era torero de Madrid, y fue en la Monumental, el 13 de mayo de 196 1, donde tom¨® la al ternativa de mano de Gregorio S¨¢nchez, en presencia de Diego Puerta y con toros de Alipio. Aquella tarde ratific¨® su condici¨®n de figura, y as¨ª se ha mantenido hasta la retirada. La afici¨®n se identificaba con el toreo de El Viti, porque aportaba a la fiesta una interpretaci¨®n ortodoxa, recia y profunda, de las suertes fundamentales. Era corto de repertorio (siempre lo ha sido, por otra parte), pero ejecutaba muy bien la ver¨®nica y con hondura belmontina la media ver¨®nica. Con la muleta cargaba la suerte que casi constitu¨ªa novedad, en un tiempo en el que abundaban los espadas perfileros-, y sus pases de pecho, sus trincherazos y sus ayudados a dos manos pon¨ªan a los p¨²blicos en pie. M¨¢s adelante introdujo el afarolado ligado con el de pecho, que podr¨ªa considerarse creaci¨®n personal¨ªsima, y los molinetes.
??Enfermero!?
Pero, a su vez, El Viti sigui¨® los derroteros de aquella d¨¦cada nefasta para el espect¨¢culo -la m¨¢s vergonzosa de toda la historia del toreo-, los cuales no supo superar, o acaso los instrumentaliz¨® para su provecho. El fen¨®meno dominante era el cordobesismo y la torer¨ªa del diestro salmantino pudo acabar con ¨¦l, pero ni lo intent¨® siquiera; antes bien, se benefici¨® de todas las corruptelas que hab¨ªan hecho posible la mete¨®r¨ªca ascensi¨®n de Manuel Ben¨ªtez.
En la entrevista, antes recordada, de Bilbao le pregunt¨¦ c¨®mo un torero como ¨¦l consent¨ªa que el antitoreo del otro se llevara los mismos o aun mayores galardones. El Viti desvel¨®, con la respuesta, su filosof¨ªa existencial: ?D¨¦ orejas o no, el p¨²blico sabe perfectamente qui¨¦n hace verdaderamente el toreo de calidad.?
Frente a la zafiedad y la socarroner¨ªa, el mulet¨¦o hondo y el rostro imperturbable, siempre serio, de El Viti. Grandes masas se pasaron -no pocos por reacci¨®n- al bando de la seriedad: ?Yo, de El Vito, que es muy serio.? Los aficionados tambi¨¦n estaban de esta parte (desde luego, por motivos menos peregrinos), aunque no con el entusiasmo de los primeros a?os. Pues si no admit¨ªan el minitoro desmochado para la caricatura grosera del toreo, menos pod¨ªan admitirlo para la versi¨®n cabal de la lidia. Es, cierto: ?el toro era el mismo! Serv¨ªa para hacerle el salto de la rana y para que un dominador, como El Viti, lo moliera a gorrazos, pues le sobraba t¨¦cnica, no ya para dorninarlo (que sal¨ªa dominado del toril), sino para enjaretarle la quintaesencia de su reperto?o, todas las tardes, sin excepc¨ª¨®n.
El caos era tan grande en el mundillo, que del dem¨¦rito se hizo m¨¦rito. No elogiaban a El Viti porque dominaba las embestidas, sino porque las sacaba de donde no hab¨ªa. En cada corrida se renovaba la taumaturgia de El Viti: sus toros rodaban moribundos por la arena, hasta que les pon¨ªa la muleta delante, y ya no se ca¨ªan m¨¢s. El agua de Lourdes no mejorar¨ªa el prodigio. Se o¨ªa: ? ?Qu¨¦ m¨¦rito tiene hacer que no se caiga un toro que se cae! ? El pueblo no quiso hacer santo a El Viti, pero leadmir¨® con fervor. La afici¨®n, en cambio, le llam¨® ?enfermero?: ??Enfermerooo!?
La televisi¨®n crea el mito
Dio el torero grandes tardes (casi todas) y la televisi¨®n redonde¨®- la leyenda. Aquellos primeros a?os de la d¨¦cada de los sesenta fueron de enorme influencia del medio, el cual buscaba su promoci¨®n (incluida la masiva venta de televisores) con abundante retransmisi¨®n de corridas. El Viti era protagonista de muchas de ellas, y el comentarista le elogiaba con raro entu.siasmo. Este comentarista fue el que invent¨® el mito de que El Viti mata muy bien. Por el contrario, El Viti m¨¢ta bastante mal -lo cual no impide que, a rachas, anduviera seguro con la espada-, pues en lugar de bajar el enga?o lo echa a los ojos del toro, para pegar el sartenazo. Mas el tantas veces aludido comentarista se empe?¨® en convencer al pa¨ªs de todo lo con trario, y lo consigui¨®. Y hasta confundi¨® a los telespectadores de buena fe (quiz¨¢ ¨¦l mismo fuera uno de los confundidos) haci¨¦ndoles creer que los tres tiempos que marcan los c¨¢nones del volapi¨¦ eran las tres veces que se pon¨ªa de puntillas El Viti al perfilarse. Semejante cabriola mental era el colmo de lo grotesco, pero logr¨® felices resultados, que el mito ha acompa?ado al torero hasta su retirada.
Durante las temporadas de 1972 y 1975 se tom¨® sendos descansos, y en su reaparici¨®n de 1976 rompi¨® con su apoderado ?de toda la vida?, Florentino D¨ªaz Flores, para firmar contrato de exclusiva con la empresa Balaft¨¢. Volvi¨® El Viti con mayor madurez, pero pretendiendo seguir con la misma c?rnodid¨¢d en el planteamiento de sus campa?as, en lo que se refiere.a. las condiciones del ganado, lo cual result¨® escandaloso en la nueva etapal pues, la fiesta hab¨ªa cambiado radicalmente, merced a la reacci¨®n de un p¨²blico que de ninguna manera quiere volver a las corruptelas de los a?os sesenta y exige el toro.
Tuvo El Viti actuaciones, importantes aunque demasiado espaciadas, y, sobre todo, la presente temporada hab¨ªa sido escasamente brillante. Hasta este mes de septiembre, en que ha volcado pundonor, afici¨®n, conocimientos de lidiador y valent¨ªa, en el empe?o de pasar a la historia del toreo como una figura de ¨¦poca. Santiago Mart¨ªn El V¨ªti, a sus cuarenta a?os, tras diecisiete temporadas de matador de alternativa, lo ha conseguido plenamente, porque, al final de la andadura, ha vuelto a ser el de los comienzos: por encima de todo, torero.
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