El tiempo perdido
Solos en esta tierra Un autor novel es siempre, en todos los casos, en cualquier caso, una esperanza. Un premio Lope de Vega, otra. El novel tiene la discreci¨®n el pudor y el tino de sus agradecidas palabras finales. El Lope de Vega agrega al prestigio de la competici¨®n el dur¨ªsimo calvario de la serie de premios que vieron suspendidos sus reglamentarios estrenos. Quiero decir que Alonso Alcalde, despu¨¦s de ganar un concurso riguroso, ha esperado seis a?os mas para que su obra Solos en esta tierra suba a un escenario. Es tremendo y dif¨ªcil de olvidar al juzgar la obra y el autor.Solos en esta tierra es una obra noble y torpe. Pertenece a la ilustre serie literaria de los if, los ?si tal cosa sucediera?, que han establecido, en el terreno de las expresiones imaginativas, cotas muy altas de reflexi¨®n y entretenimiento. La ambici¨®n del g¨¦nero supone, por parte del espectador, la aceptaci¨®n y colaboraci¨®n en la propuesta: en este caso lo que hay que admitir es una guerra at¨®mica que ha dejado tres supervivientes, los tres participantes en los previos combates. Lo que Alonso Alcalde quiere decir, y dice, tiene varios niveles: paralelismo en el sufrimiento de los soldados rusos, posibilidad del entendimiento dentro de valores humanos y fuera de las hinchazones y entusiasmos propagand¨ªsticos, ceguera de las rutinas duramente impresas, dolor, ternura y piedad, que acercan a los hombres. En el estudio y desarrollo de estos postulados no hay una sola frase de mal gusto, ni un grito de demagogia, ni siquiera un solo gesto de ira o crispaci¨®n. Lo que hay es una torpeza casi enternecedora. Porque el pulso de Alonso Alcalde es muy inseguro, sobre todo en dos bases dram¨¢ticas que necesitan extremos cuidados: la composici¨®n de las escenas y la definici¨®n de los personajes. En la composici¨®n de escenas el error de Alonso Alcalde es de gran bulto porque, salvo en la delicadeza y encanto de la relaci¨®n del joven soldado con su novia muerta, todo lo dem¨¢s es casi una escueta y simple relaci¨®n, abusivamente alargada. Y en la definici¨®n de los personajes, un esquematismo constante convierte a esos personajes en s¨ªmbolos, esquemas, monotipos que se alejan del espectador. No hablemos ya del abrumador t¨®pico del r¨ªgido sargento. Lo positivo, en cambio, es una evidente facilidad coloquial que conlleva notables y muy frecuentes hallazgos verbales. Cosa muy curiosa, porque al haber simplificado los personajes el autor habla tan directa y personalmente, que parece incre¨ªble que consiga vibraciones, destellos y aun momentos luminosos. Pero hay que decirle, con la sinceridad y honestidad que merece, que la construcci¨®n de un personaje es faena vital para que el ?existir? sobre un escenario est¨¦ m¨¢s all¨¢ del pensamiento o el voluntarismo del escritor. No es el autor quien puede salir a escena. Son los personajes quienes comparecen. Alonso Alcalde puede contar y decir lo que quiera, claro est¨¢, pero si utiliza el medio esc¨¦nico tiene que admitir las reglas del juego.
de Manuel Alonso Alcalde
Direcci¨®n: Esteban Polls. Decoraci¨®n: Mat¨ªas Montero. Interpretaci¨®n: Amparo Larra?aga, Jos¨¦ Mar¨ªa Guill¨¦n, Miguel Palenzuela y Estanis Gonz¨¢lez. En el Centro Cultural de la Villa de Madrid.
Un maravilloso y bell¨ªsimo espacio esc¨¦nico de Mat¨ªas Montero sirve de marco a esta reflexi¨®n, que Esteban Polls ha dirigido buscando la seguridad antes que la fantas¨ªa. Ello se refleja en el equipo interpretativo, que se mueve, inseguramente, entre la comedia y la farsa. Una encantadora actriz, casi una ni?a, se movi¨® dulcemente, aun con la acobardada voz de la debutante, pero con transparencia y encanto. Como Amparo Larra?aga, pertenece a una de nuestras m¨¢s conocidas dinast¨ªas teatrales; la casta que le viene de tantos galgos la hizo salir muy airosa de su leve y discreto cometido.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.