Un "s¨ª" como un hachazo
En un cambio espectacular de su pol¨ªtica en materia de eurocomunismo, la Uni¨®n Sovi¨¦tica acaba de manifestar, por boca del propio se?or Brejnev, su apoyo al esquema de ?compromiso hist¨®rico? puesto en marcha por el partido de Enrico Berlinguer. De ahora en adelante, el PC sovi¨¦tico, incluido el muy ortodoxo se?or Suslov, deber¨¢ no s¨®lo ?tolerar?, sino adem¨¢s promover lo que hace apenas veintisiete meses conden¨®, en nombre de la ?primac¨ªa del internacionalismo proletario?, en la cumbre comunista de Berl¨ªn: las alianzas estrat¨¦gicas y los contubernios ideol¨®gicos con la socialdemocracia europea y los dem¨¢s ?partidos burgueses?, portavoces del ?imperialismo?, por m¨¢s que ya entonces el previsor Brejnev hubiera dejado la puerta entreabierta a ciertos entendimientos coyunturales o t¨¢cticos entre ambos.El diario La Repubblica, de orientaci¨®n radical-socialista, dio ayer una explicaci¨®n del asunto que parece haber sido recogida del propio Berlinguer: para conseguir el aval de la URSS al ?compromiso?, el l¨ªder eurocomunista italiano se ?vio obligado? a hacerle a Mosc¨² determinadas ?concesiones? en el terreno internacional, mediante las cuales el PCI sustentar¨¢ ahora la posici¨®n sovi¨¦tica sobre la distensi¨®n y los acuerdos de Helsinki relativos al desarme.
Tal explicaci¨®n no resiste ninguna clase de an¨¢lisis, ya que la audiencia y hasta el fervor burgu¨¦s ante el ?compromiso hist¨®rico? ha sido conseguido hasta ahora precisamente -sobre todo en la Democracia Cristiana- gracias a la repulsa con que la URSS acog¨ªa la idea. La furiosa inquietud de Mosc¨² era, al menos en t¨¦rminos electorales, lo que animaba a una parte del liberalismo europeo a pactar con los comunistas. Si ahora Berlinguer priva de esa motivaci¨®n fundamental a su audiencia extrapartidaria es porque no le interesa el ?compromiso hist¨®rico? ni el eurocomunismo, sin el cual tal compromiso resultar¨ªa inviable. A la vista de las ya antiguas vacilaciones de Berlinguer en torno de su incorporaci¨®n al Gobierno, esa posibilidad no es en absoluto descartable.
Pero tambi¨¦n puede ocurrir que Brejnev le haya simplemente ganado de mano, con el ojo puesto en el aislamiento de Santiago Carrillo, cuyo .?compromiso hist¨®rico? en Espa?a ha sido hasta hoy mucho m¨¢s efectivo que el de Berlinguer en Italia, y tambi¨¦n en el de los grupos, cada vez m¨¢s importantes, de los disidentes de Francia y de otros partidos de Europa occidental, sin contar a los dom¨¦sticos, todo ello en un gran esfuerzo unificador del ?internacionalismo?. Para ello se habr¨ªa valido de la dif¨ªcil posici¨®n de Berlinguer, cuyos malabarismos para satisfacer a la ?burgues¨ªa? democristiana le han costado una gran p¨¦rdida de poder pol¨ªtico y sindical entre los suyos. En este caso ser¨ªa Berlinguer quien se habr¨ªa visto obligado a aceptar, muy a su pesar, el apoyo de la URSS al ?compromiso?.
Sea como fuere, lo cierto es que este visto bueno de Brejnev arma, en Italia, la mano de Fanfani y de los ?doroteos? anticomunistas, y en el resto de Europa la de los que siempre han dicho que el eurocomunismo no es m¨¢s que una maniobra de Mosc¨². El s¨ª de Brejnev se parece mucho a un hachazo.
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