Entre Rejas

Aunque no lo parezca, para un realizador novel no es su primer filme el que encierra mayor n¨²mero de dificultades, sino el segundo. El primero puede ser un capricho, un ensayo, un reto y, por tanto, puede intentarse muchas veces; el segundo supone entrar en el gremio, ocupar un nivel en el escalaf¨®n y suele resultar m¨¢s comprometido ante el p¨²blico y ante los productores m¨¢s alerta y exigentes. Este no es el caso de Ra¨²l Artigot, salido de las aulas de la Escuela Oficial de Cine, y cuya primera obra, al parecer, contin¨²a desde su realizaci¨®n in¨¦dita.Esta que ahora nos ofrece alude a un tema bien actual, a la vida y posible redenci¨®n de los presos. La acci¨®n sucede hace ya casi un siglo, mas se dir¨ªa que, mira a nuestros d¨ªas, en donde tales conflictos toman aires ciertamente dram¨¢ticos. Hay en ella, m¨¢s all¨¢ de los problemas de ambos protagonistas, una llamada de atenci¨®n por una vida m¨¢s digna para los penados, y un cierto fatalismo que har¨¢ a la larga fracasar a los dos, a uno en su af¨¢n de redenci¨®n, de aplicar procedimientos nuevos, y al otro, por no hallarlos a su alcance, en su deseo de salvarse.

Basada en la novela del mismo t¨ªtulo original de Tom¨¢s Salvador, que ya en tiempos diera al cine su Cuerda de presos, en la que un Pedro Lazaga ambicioso y joven promet¨ªa una carrera cinematogr¨¢fica bien distinta de la seguida luego, la pel¨ªcula recoge muy fielmente el ambiente de la prisi¨®n frente a una Ceuta un tanto convencional, pero que sirve para encuadrar la historia sentimental que sirve de contrapunto al drama.

Pues es en la vida de los presos, en el interior del penal, donde el filme adquiere superior categor¨ªa, en secuencias de buen cine, como la corrida de toros fingida, o el duelo final del protagonista. Los distintos reclusos, los cabos de vara, soldados y guardianes, son eje principal de un mundo provinciano que gravita en torno, con sus prejuicios y sus h¨¢bitos parecidos a los de la Pen¨ªnsula, con sus noviazgos prolongados y sus prost¨ªbulos alegres e incluso familiares.

Lo que resta inter¨¦s a la pel¨ªcula son los recuerdos del protagonista, un tanto ingenuos, te?idos de cierto naturalismo infantil y la historia de amor principal, no porque resulte invers¨ªmil, sino porque, tal como est¨¢ contada, m¨¢s que aliviar, frena la acci¨®n en alg¨²n que otro momento clave del relato.

En lo que a interpretaci¨®n se refiere, Santiago Ramos cumple con su dif¨ªcil personaje frente a un Ramiro Oliveros mon¨®tono. Los mejores son los m¨¢s veteranos, empezando por Alfredo Mayo, en uno de sus mejores trabajos de estos ¨²ltimos a?os. Le secundan eficazmente Tundidor, Camardiel y Alexandra Bastedo.