La cabeza debajo del ala

MIENTRAS SECTORES del Gobierno parecen deseosos de quitar importancia al frustrado golpe del jueves 16 de noviembre, el se?or Fraga ha vuelto a escena, en un alarde de incalificable oportunismo, para convertir al ministro de Defensa en responsable de lo ocurrido, cuando, sin duda, los responsables son los militares complotados. Caso de confirmarse esa tendencia, la decisi¨®n del Gobierno de ?desdramatizar? los acontecimientos de la semana pasada dejar¨ªa al se?or Fraga las manos libres para su empresa de escalar la presidencia del Gobierno, no con la ayuda de los votos de los ciudadanos, sino gracias al miedo de la poblaci¨®n. La nota enviada por el secretario general de Arlanza Popular (v¨¦ase p¨¢gina 10) el d¨ªa de ayer a diversas agencias informativas es uno de los documentos m¨¢s carentes de valor c¨ªvico que han aparecido en nuestro pa¨ªs en los ¨²ltimos a?os. Utilizando los eufemismos y t¨®picos m¨¢s usados, este ilustre catedr¨¢tico de Teor¨ªa del Estado, que se jacta de su decisiva contribuci¨®n a la redacci¨®n del texto constitucional, transforma a las Fuerzas Armadas, de brazo defensivo de la naci¨®n, en ?columna b¨¢sica del Estado?. Las grav¨ªsimas infracciones de la disciplina militar producidas durante la semana pasada son imputadas no a los culpables de esas acciones, sino a ?la desastrosa pol¨ªtica del Gobierno?. Y, lo que es todav¨ªa m¨¢s sorprendente, el ex ministro de la Gobernaci¨®n del primer Gobierno de la Monarqu¨ªa se permite criticar al ministro de Defensa sus contactos personales con las guarniciones. Todo ello para concluir, en una apoteosis de sinsentido, al dar a entender que es el teniente general Guti¨¦rrez Mellado, y no los sediciosos, el responsable de esa divisi¨®n del Ej¨¦rcito.

El se?or Fraga -que es ese mismo ?teniente Fraga? que se ofreci¨® a defender con su vida la plaza de Melilla despu¨¦s de propugnar la negociaci¨®n con Marruecos para la soluci¨®n pac¨ªfica de ese contencioso- no puede ignorar que esa absurda acusaci¨®n implica, adem¨¢s de una incorrecta toma de postura en asuntos que conciernen a la estructura jer¨¢rquica de los Ej¨¦rcitos y a la disciplina castrense, la negaci¨®n del principio mismo sobre el que se basa un sistema democr¨¢tico, pluralista y liberal: la subordinaci¨®n del poder militar al poder civil, cuya legitimidad proviene de la soberan¨ªa popular. El teniente general Guti¨¦rrez Mellado es, con independencia de su grado, el representante de ese poder civil ante las Fuerzas Armadas, que le deben acatamiento y disciplina como ministro de Defensa de un Gobierno, y no s¨®lo como teniente general.

?Y el Gobierno del presidente Su¨¢rez? La ofensiva contra el ministro de Defensa, que, cualesquiera que sean sus defectos o sus errores, ofrece una gesti¨®n p¨²blica globalmente elogiable, no tiene como ¨²nico francotirador al se?or Fraga. Otros muchos y muy poderosos intereses y ambiciones empiezan a ponerse en movimiento para derribar de la c¨²pula de las Fuerzas Armadas al hombre que ha demostrado, con los hechos, su compromiso de lealtad con las instituciones democr¨¢ticas, y eso en un momento en el que es preciso reforzar al m¨¢ximo la autoridad del ejecutivo frente a los enso?amientos golpistas. Hasta ahora, la pol¨ªtica,de tira y afloja, de cambalache y compadreo, de pa?os calientes y arreglos bajo cuerda han dado al se?or Su¨¢rez indudables ¨¦xitos y buenos resultados. Nos tememos, sin embargo, que el tiempo en que todos pod¨ªan ser complacidos y en que hab¨ªa globos para todos se est¨¢ terminando. O el se?or Su¨¢rez acaba con los enemigos del ministro de Defensa, que hoy por hoy son tambi¨¦n los suyos y los de las instituciones democr¨¢ticas, o esos implacables adversarios acabar¨¢n con ¨¦l, con su Gobierno y con el sistema pluralista que la Constituci¨®n consagra. Tiempo habr¨¢ de relevar al se?or Guti¨¦rrez Mellado de su cartera ministerial, pero de ning¨²n modo debe hacerse cuando un general vehemente le increpa en Cartagena por defender y explicar la Constituci¨®n que ha querido darse a s¨ª mismo el pueblo espa?ol.

La m¨¢s elevada magistratura de la naci¨®n, los partidos democr¨¢ticos, la opini¨®n p¨²blica nacional e internacional, millones de electores, las leyes, la decencia y la moral estar¨¢n detr¨¢s del Gobierno que ataque con decisi¨®n ese c¨¢ncer que amenaza con destruir nuestras libertades, nuestra paz y nuestro futuro. Los c¨®digos est¨¢n para ser aplicados y los tribunales para instrumentarlos. Los poderes discrecionales sirven para decretar ceses y nombramientos en los cargos de confianza. El Gobierno del se?or Su¨¢rez se encuentra ante una grave responsabilidad hist¨®rica y pol¨ªtica de la que depende no s¨®lo su supervivencia, sino tambi¨¦n la consolidaci¨®n de la democracia en Espa?a. Puede afrontarla o renunciar a la tarea. Lo que no debe hacer, en ning¨²n caso, es meter la cabeza debajo del ala, como el avestruz, y esperar a que pase la tormenta. Entre otras cosas, porque le va la cabeza en ello. Lo mismo que a la Oposici¨®n, que ya va siendo hora de que se pronuncie claramente sobre el tema.