Un refer¨¦ndum sionista
Me gustar¨ªa conocer al gracioso que tuvo la ocurrencia de introducir en plena campa?a del refer¨¦ndum ese largu¨ªsimo y eficaz spot propagand¨ªstico titulado QB VII. Si es cierto que la televisi¨®n influye decisivamente en las consultas electorales y, sobre todo, en las conciencias nacionales, mucho me temo que en lugar de agn¨®stica, divorc¨ªstica, burguesa o mon¨¢rquica nos salga una Constituci¨®n sionista: con un Madrid transformado en Tel Aviv, con nuestros hermosos latifundios sure?os travestidos de kibutzs, con un castellano de resonancias sefarditas, con un cardenal primado reconvertido en gran rabino, con una UCD circuncisa llorando su impericia ante el muro de las lamentaciones de Prado del Rey y con un consenso fundamentado en la ley de Mois¨¦s. De toda, la publicidad pol¨ªtica que estas semanas satura las ondas hertzianas hasta dejamos hechos cisco, s¨®lo el serial dichoso que emiten la noche de los martes y narra el falaz duelo procesal entre un p¨¦rfido m¨¦dico polaco y un heroico escritor jud¨ªo, puede ser considerado como aut¨¦ntica propaganda ideol¨®gica, de suma eficacia predicativa e integrador de las m¨¢s modernas t¨¦cnicas de manipulaci¨®n y lavado de cerebro. El resto, lo del refer¨¦ndum, ha sido todo un ejemplo de torpeza ante el medio, impropio de una d¨¦cima potencia industrial, un lamentable espect¨¢culo propagand¨ªstico capaz de conseguir el catastr¨®fico efecto contrario.
Ni UCD, ni AP, ni el PCE, ni siquiera el PSOE: la ¨²nica sigla pol¨ªtica que esta vez ha sabido aprovechar al m¨¢ximo los minutos graciosamente brindados por Prado del Rey es la de QB VII, totalmente desconocida en el mercado, pero que ya est¨¢ causando verdaderos estragos en el personal. Despu¨¦s de tantas explicaciones e intervenciones para divulgar a los cuatro vientos el inocente texto constitucional, lo que queda claro a trav¨¦s del televisor en materia de manipulaci¨®n ideol¨®gica es que fuera del sionismo no parece haber salvaci¨®n. Unas fechas que, en principio, deber¨ªan servir para consolidar el tinglado democr¨¢tico est¨¢n siendo utilizadas para fomentar el m¨¢s absurdo racismo, que tal y como nos presentan la odisea jur¨ªdica de Ben Gazzara lo importante es ser jud¨ªo y nada m¨¢s que jud¨ªo. Y que no se me diga que exagero, porque, adem¨¢s de ser obviamente cierto, si de propaganda pol¨ªtica hablamos, no quedan m¨¢s bemoles que reconocer que la serie del martes est¨¢ pensada, construida y financiada de id¨¦ntica manera que un spot cualquiera de los muchos que estos d¨ªas nos conminan a las urnas. En ambos casos, en el del sionismo y en el del refer¨¦ndum, se trata de vender un determinado producto ideol¨®gico por encima y por debajo de cualquier otra intencionalidad, sin ambig¨¹edades. Que el panfleto judaico adopte la v¨ªa narrativa y el apostolado constitucional se acoja a la estructura publicitaria, es disparidad formal que s¨®lo puede ser explicada a beneficio de la dilatada experiencia de las multinacionales de solera maquiav¨¦lica en estos ya muy experimentados menesteres masaj¨ªsticos. Similar diferencia, pongo por ejemplo, a la que existe entre las publicidades de An¨ªs del Mono y las de la Coca-Cola.
En cualquier caso, la superioridad propagand¨ªstica de la ficci¨®n es, sin discusi¨®n posible, aplastante.Consumimos sin pesta?ear la sarta de mendacidades que supura QB VII, pero tenemos que hacer un supremo esfuerzo c¨ªvico para no apartar la mirada del televisor cuando salen nuestros l¨ªderes a titubear las excelencias constitucionales. Por tales razones suger¨ªa hace unos p¨¢rrafos que, como consecuencia de este inoportuno cruce de significantes politiqueros, nos puede nacer una Constituci¨®n rab¨ªnica, lev¨ªtica. cabal¨ªstica, farisaica, filistea, saducea, nazarena o, lo que es m¨¢s temible, aljamiada. La presencia en la peque?a pantalla de Ben Gazzara vendiendo con indiscutible profesionalidad la cosa racial al modo sionista, precisamente cuando se est¨¢ decidiendo la normalidad hist¨®rica de este pa¨ªs, es, cuando menos, una insensatez de imprevisibles consecuencias. Por otra parte, pasma comprobar el celo que los de RTVE ponen en censurar la voz y la imagen de los extraparlamentarios respondones y la tolerancia que manifiestan con una ideolog¨ªa, por llamarla de alg¨²n modo civilizado, tan minoritaria como escasamente democr¨¢tica. Por lo que recomiendo a todas esas formaciones pol¨ªticas que apenas han disfrutado de minuto y medio de televisi¨®n para exponer sus muy respetables puntos de vista, que, en lugar de solicitar igual trato que los parlamentarios, se acojan de prisa y corriendo a la jurisprudencia sionista: como no tienen derecho al spot, que acudan al best-seller.
?Forma parte QB VII de la estrategia diplom¨¢tica espa?ola para con determinados pa¨ªses ¨¢rabes) Ser¨ªa in¨²til preguntarle a Marcelino Oreja por el asunto. Cada declaraci¨®n de este se?or ante las c¨¢maras y los micr¨®fonos se convierte en una vertiginosa excursi¨®n a los cerros de Ubeda. La prosa administrativa del se?or ministro tiene la curiosa virtud de transformar la esperada noticia sensacional en un penoso recitado de los t¨®picos menos comprometedores del diccionario versallesco, aunque, eso s¨ª, m¨¢s favorecedores para con sus misteriosos ¨¦xitos diplom¨¢ticos. Pero s¨®lo Marcelino Oreja podr¨ªa explicar las razones profundas por las cuales RTVE ha elegido a Abraham Cady como nuevo mito popular de recambio.
Es altamente probable que la inclusi¨®n a bombo y platillo en la actual programaci¨®n de este bien construido panfleto anti¨¢rabe forme parte principal¨ªsima de esa nueva pol¨ªtica de dureza ante las muy preocupantes posiciones marroqu¨ªes y argelinas, de la que tanto alardea por ah¨ª el se?or ministro de las relaciones metaf¨ªsicas. Es la genial manera que tiene el hombre de matar dos p¨¢jaros tan distintos con un mismo telefilme: frente a la altaner¨ªa reivindicativa del muy reaccionario Gobierno de Rabat y frente a las ¨¢speras posiciones saharauis del progresista Gobierno de Argel, aqu¨ª est¨¢ Ben Gazzara con licencia para sionizar. Van a temblar las mezquitas, porque ya es bien conocido que lo que los espa?oles no alcanzamos con la mano lo alcanzamos con la punta de la tele. Se nota el inconfundible estilo del se?or Oreja en todo esto.
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