Un domingo completo
Hay una pel¨ªcula actualmente en exhibici¨®n en un cine de la avenida de Jos¨¦ Antonio -antes, Gran V¨ªa-, cuyo sugestivo t¨ªtulo y equ¨ªvocas carteleras gigantes, a todo color, parecen hablarnos de ese problem¨¢tico tri¨¢ngulo catastr¨®fico ?descubierto? por los estad¨ªsticos precisamente entre San Juan, Miami y Bermudas... Con el fin de ofrecer esta pel¨ªcula a mi joven familia, les llev¨¦ el pasado domingo y -tras acercarles a la taquilla- me fui a un aparcamiento subterr¨¢neo de plaza Mostenses.Al volver me contaron c¨®mo hab¨ªan obtenido localidades para la sesi¨®n de las siete de la tarde, tras indicarles astutamente la taquillera que ?s¨®lo ten¨ªa disponibles butacas en la fila dos?, pese a que un mont¨®n de reventas bloqueaban pr¨¢cticamente el acceso a taquillas. Como eran las siete menos diez y la pel¨ªcula iba a comenzar, al escaso brillo de una monedita extra de cinco duros, la se?orita taquillera ?encontr¨®?, casualmente, cuatro buenas localidades en la fila doce.... ?que no estaban nada mal!
Al ir a entrar en el cine, con las apreturas de los ¨²ltimos minutos, tuve la desagradable sorpresa de encontrarme en el bolsillo de mi gabardina con una mano ajena, la de otro ?se?or? que ven¨ªa empuj¨¢ndome hac¨ªa rato, innecesariamente, y que opera por el sistema de desabrocharme una vieja gabardina oscura y asomar las manos -hundidas aparentemente en los bolsillos- por el interior del ropaje, que disimula adem¨¢s con una enorme bufanda. Como estos p¨¢jaros de aglomeraciones granviarias, al asalto de la gente honrada, no suelen leer el peri¨®dico -creo-, es f¨¢cil que una vigilancia adecuada localice el domingo pr¨®ximo en la puerta de ese mismo cine de la avenida o en cualquier otro, a ?mi amigo de la gabardina oscura?, que finalmente se me escurri¨®.
Ya sentados, en la butaca de la fila doce, nos encontramos con una pel¨ªcula en la que el gato por liebre era aparente: una mala pel¨ªcula mexicana oportunista, con unos escasos planos a buen color de profundidades submarinas, y pare usted de contar... Truco barato, un yate alquilado como plat¨® flotante por todo gasto y muy poca imaginaci¨®n, en este juego sucio autorizado, eso s¨ª, para mayores de catorce a?itos.... ?con el raro hallazgo de una mu?eca/vampiro!
Finalmente, al retirar nuestro autom¨®vil del aparcamiento, la sorpresa definitiva: un reciente y sorprendente aumento de tarifas me oblig¨® a entregar quince duros de mi alma, como ?fianza? obligada a cambio de que me autorizasen a sacar el autom¨®vil.... tras dos horas y escasos minutos de estacionamiento.
Y me pregunto: ?Hasta cu¨¢ndo vamos a seguir robando o dej¨¢ndonos robar, los espa?oles normales y de a pie? ?Hasta cu¨¢ndo las se?oritas taquilleras van a entender que ?su negocio? es vender
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entradas a su precio en taquilla hasta que se terminen..., de verdad, del todo? ?Hasta cu¨¢ndo vamos a permitir que los ?reventas? constituyan una profesi¨®n ilustre y suplementaria, como no sea con el pretexto falso de solventar el tan cacareado paro? ?Hasta cu¨¢ndo los exhibidores y los productores de pel¨ªculas nos van a seguir dando ese ?gato por liebre? indenunciable, irreclamable, como no sea en esta amistosa ?plaza p¨²blica? de los peri¨®dicos ... ?
Y conste que del ?manitas de plata? con los ?bastes? asom¨¢ndole por dentro de la gabardina, del ?man¨²s? de la bufanda y el empuj¨®n ni hablo, porque al fin y al cabo ¨¦l s¨ª estaba cumpliendo con su obligaci¨®n u oficio..., no como otros.
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