R¨¤fols Casamada
Una exposici¨®n como la reciente de R¨¤fols Casamada es un reto a quienes opinan que el entorno a la pintura es una operaci¨®n est¨¦ril y trasnochada. Si bien es cierta la escol¨¢stica de la escuela francesa, no es menos cierto que para algunos de nuestros pintores, como R¨¤fols (pero tambi¨¦n para Hern¨¢ndez-Piju¨¢n y el propio Tapies) ello ha significado un verdadero renacer, una seguridad en el acto de pintar que, tal vez, remita a la tranquilidad psicol¨®gica de no tener 1ue hacer ?ismos?. una madurez que se capta en la brillantez con que aborda todos los medios, sean ¨¦stos pintura, collage, dibujo o grabado.La oleada de autorreflexi¨®n que nos invade, propia del descr¨¦dito de la noci¨®n de vanguardia, reacci¨®n tambi¨¦n al relativo fracaso de ciertas salidas experimentales a principios de los setenta, tiene, en el caso de R¨¤fols, su exponente m¨¢s positivo. La lecci¨®n asumida es, en primer lugar, la de Matisse, en Cuanto al color entendido como condensador de sensaciones, pero tambi¨¦n est¨¢ presente C¨¦zanne y su sensaci¨®n coloreada, que remite claramente a las vibraciones crom¨¢ticas de las que habla R¨¤fols.
Galer¨ªa Joan Prats
Ramblas de Catalu?a, 54. Galer¨ªa Eude. Consejo de Ciento, 278. Barcelona.
Sin embargo, ser¨ªa err¨®neo analizar esta pintura como un trabajo meramente colorista. El t¨¦rmino ?vibraciones crom¨¢ticas? alude directamente a un movimiento que traduce casi inmediatamente la sensaci¨®n: se trata del gesto, del gesto aplicado tanto al dibujo que estructura las ¨¢reas de color como al brochazo -r¨¢pido, abocetado- que coloca el pigmento. El tema del cuerpo, en efecto, que tan insistentemente aparece en sus poemas hab¨ªa de introducirse de alguna manera en la pintura; en una po¨¦tica como la de R¨¤fols, no pod¨ªa hacerse m¨¢s que con el gesto y el color, aludiendo (mejor que se?alando) a sensaciones e impulsos corporales.
La brillantez de la que hablaba respecto a la autorreflexi¨®n de este artista se demuestra claramente en otra serie de trabajos m¨¢s dif¨ªciles de clasificar a primera vista.
R¨¤fols no necesita ?traducir? un cuadro renacentista a sus l¨ªneas compositivas para elaborar un discurso autorreflexivo. Su operaci¨®n tiene menos pedanter¨ªa y mucha m¨¢s sutileza, y ah¨ª radica su inter¨¦s. En la serie de papeles doblados, por ejemplo, la operaci¨®n anterior (1976-77), realizada con maderas combinadas, se ha transformado ahora en una composici¨®n que aprovecha inteligentemente los diferentes planos provocados al doblar el soporte, altern¨¢ndose las sombras reales con aquellas pintadas con pasteles de colores, semiocultas por el doblez: todo un homenaje a la lecci¨®n cubista, como acertadamente ha visto Tom¨¢s Llorens.
La serie Tema y variaciones, realizada mediante acr¨ªlico y carboncillo, revela igualmente ciertos pasos de la historia de la pintura del siglo XX: un tema cl¨¢sico como el de dos figuras en un interior ha sido tratado de doce maneras distintas, donde los ecos del expresionismo, de Picasso o de Schwitters, por poner s¨®lo tres ejemplos, son palpables.
En ocasiones, como en la serie Berl¨ªn (realizada tras su estancia en esta ciudad a ra¨ªz de las Setmanes Catalanes) asistimos a una problematizaci¨®n de un g¨¦nero cl¨¢sico dentro de la vanguardia: el collage. Se trata aqu¨ª de invertir el proceso haciendo que la hoja de peri¨®dico no sea lo enganchado, sino la base en donde aplicar la pintura que no llega a ocultar la hoja impresa, sino s¨®lo ciertas ¨¢reas, manteniendo otras en un punto medio de ambig¨¹edad visual. Curiosamente es aqu¨ª la pintura la que realza, omite o estructura el soporte impreso, aprovechando, claro est¨¢, la tipograf¨ªa, la compaginaci¨®n y el posible inter¨¦s ?po¨¦tico? de las fotograf¨ªas reproducidas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.