EEUU y la URSS negocian la conclusi¨®n de las SALT II
En medio de una gran expectativa, el secretario de Estado norteamericano, Cyrus Vance, y su colega sovi¨¦tico, Andrei Gromiko, iniciaron ayer aqu¨ª una serie de negociaciones, consideradas por muchos como definitivas, para concluir un nuevo acuerdo sobre reducci¨®n de armas estrat¨¦gicas (SALT II). Las conversaciones se prolongar¨¢n hasta ma?ana -un d¨ªa m¨¢s de lo previsto-, lo que aparentemente refleja la voluntad de Estados Unidos y la Uni¨®n Sovi¨¦tica de llegar a un entendimiento, que en caso de alcanzarse ser¨¢ ratificado a mediados de enero, en una reuni¨®n cumbre, por el presidente norteamericano, Jimmy Carter, y el jefe de Estado sovi¨¦tico, Le¨®nidas Brejnev.
Cyrus Vance y Andrei Gromiko se reunieron durante seis horas, y al t¨¦rmino de la reuni¨®n el primero indic¨® que se hab¨ªan realizado progresos, pero a?adi¨® que ?todav¨ªa queda mucho trabajo por hacer?. Su portavoz, Hoding Carter, manifest¨® que no se hab¨ªa tratado en la conversaci¨®n del tema de las relaciones entre, China y Estados Unidos.Las nuevas relaciones diplom¨¢ticas entre Estados Unidos y China y la decisi¨®n de Washington de seguir manteniendo en el m¨¢s alto nivel sus defensas nucleares, anticipada ayer por Zbigniew Brzezinski, consejero de Seguridad de Carter, constituyen, en principio, los obst¨¢culos m¨¢s significativos que se interponen en la firma del acuerdo SALT II
Unas horas antes de que Vance se trasladara a Ginebra, a donde lleg¨® ayer, el consejero presidencial reiter¨® que en ning¨²n caso el tratado SALT con la Uni¨®n Sovi¨¦tica impedir¨¢ a Estados Unidos mantener su arsenal nuclear en el nivel de ?elemento disuasorio adecuado? frente a una eventual guerra nuclear. Brzezinski indic¨® tambi¨¦n que Washington tiene, ante las conversaciones SALT, dos preocupaciones: la creciente potencia nuclear y convencional de la URSS en Europa y el ?arco de crisis? surgido en el ¨¢rea del oc¨¦ano Indico, que ?amenaza -dijo- la estabilidad de los pa¨ªses de esa cr¨ªtica regi¨®n y supone un cambio de proporciones significativas para el Oeste ?.
Entre los problemas pendientes en Ginebra, que ahora deber¨¢n resolver definitivamente Vance y Gromiko, figura el del n¨²mero m¨¢ximo de cabezas nucleares m¨²ltiples que pueden ser acopladas al misil norteamericano Cruise y el de las restricciones que Estados Unidos intenta poner al despliegue del bombardero sovi¨¦tico Backfire, susceptible de alcanzar sin escalas territorio norteamericano.
Pero la cuesti¨®n m¨¢s dif¨ªcil a la que se enfrentan Vance y Gromiko es la del cifrado sovi¨¦tico de la informaci¨®n t¨¦cnica que env¨ªan a tierra sus misiles durante los vuelos de prueba.
Miembros de la delegaci¨®n norteamericana dijeron que el almirante Stanfield Turner, director de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), ha exigido que el Departamento de Estado persuada a los sovi¨¦ticos de que prescindan de ese sistema de cifrado, el cual complica, a su criterio, la labor de la CIA para comprobar que la URSS respeta los tratados sobre la SALT.
Ser¨¢ necesario otro encuentro Vance-Gromiko
Los portavoces de Vance han se?alado que si la URSS mantiene en funcionamiento el sistema aumentar¨ªan las posibilidades de que el Senado se niegue a ratificar el acuerdo. No obstante, los t¨¦cnicos sovi¨¦ticos han puesto en claro ya sus resistencias sobre ese punto. Entre hoy y ma?ana, Vance presentar¨¢ a Gromiko una ?f¨®rmula de compromiso? en torno a este asunto, cuyos detalles no se han revelado.
El secretario de Estado norteamericano se mostr¨® ayer bastante optimista en cuanto a los posibles resultados de sus gestiones, pero sugiri¨® que deber¨¢ mantener a¨²n un nuevo encuentro con Gromiko.
Anteayer, tambi¨¦n Gromiko anticip¨® que en esta entrevista de Ginebra no se llegar¨¢ a un acuerdo final. En los medios diplom¨¢ticos de los organismos internacionales instalados en Suiza se estima que la Uni¨®n Sovi¨¦tica podr¨ªa ahora aumentar sus exigencias o endurecer su intransigencia en algunos puntos, como el del sistema de cifrado, tras el establecimiento de relaciones diplom¨¢ticas entre Washington y Pek¨ªn, que en principio son consideradas por Mosc¨² como un ?cerco? o una amenaza para sus intereses estrat¨¦gicos.
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