"Hacer un peri¨®dico de Euskadi"
Egin, palabra vasca que podr¨ªa traducirse por hacer, apareci¨® el 29 de septiembre de 1977, tras un a?o de gestaci¨®n. Diversos sectores Populares, predominantemente -pero no exclusivamente- abertzales, participaron durante meses en el proceso destinado a convertir la idea en acto: en la mayor¨ªa de las localidades del Pa¨ªs Vasco surgieron comit¨¦s de apoyo que fueron reclutando socios y popularizando la idea de hacer un peri¨®dico distinto y, sobre todo, nuestro: ?Est¨¢bamos ya hartos de prensas extra?as que nos obligaran a comulgar con ruedas de molino. Quer¨ªamos nuestra propia prensa?, escrib¨ªa el presidente del consejo de fundadores al conmemorar el primer aniversario del nacimiento de Egin.
Las acciones, al precio de 2.000 pesetas cada una, fueron adquiridas por miles de personas, modestas en su mayor¨ªa, a las que se convocaba adem¨¢s peri¨®dicamente a asambleas en las que se discut¨ªa c¨®mo hab¨ªa de ser el nuevo peri¨®dico. ?Un peri¨®dico de Euskadi, planteado desde una ¨®ptica nacional y unitaria de Euskadi?, seg¨²n el primero de los cinco puntos que defin¨ªan la filosof¨ªa desde la que se abordaba la tarea. El cuarto de esos puntos precisaba, por otra parte, que Egin ser¨ªa un diario ?independiente tanto respecto a las fuerzas econ¨®mico- financieras como respecto a las fuerzas pol¨ªticas?. Una cl¨¢usula establec¨ªa que ning¨²n socio podr¨ªa suscribir m¨¢s de quinientas acciones, es decir, el equivalente a 1.000.000 de pesetas. En cada pueblo y en cada barrio fue elegido un responsable que har¨ªa las veces de corresponsal, enviando noticias locales para la correspondiente secci¨®n del peri¨®dico: ?Todos somos periodistas?, era el eslogan.
Fueron as¨ª suscritas acciones -en realidad cuentas de participaci¨®n- por importe de 70.000.000 de pesetas. Otros 63 millones correspond¨ªan a las aportaciones iniciales del grupo de veinti¨²n fundadores, los cuales, a su vez, se compromet¨ªan, pasado un plazo de dos a?os a reducir su participaci¨®n a 100.000 pesetas, como cualquier otro accionista, para ?evitar el peligro de concentraci¨®n de poder?.
Por ello, y pese a las dificultades financieras, en septiembre de este a?o Egin pod¨ªa proclamar que ?no nos debemos a ning¨²n partido ni a ning¨²n banco?.
Por esa proclamaci¨®n no pod¨ªa hacer olvidar a los responsables de Egin que el 31 de marzo venc¨ªan letras por valor de 150 millones ni que ?la crisis de la prensa tambi¨¦n nos ha afectado a nosotros?, tanto que, ya en la primavera de este a?o, toda la estructura inicial hab¨ªa quedado trastocada con la entrada de cerca de cuarenta nuevos accionistas que suscrib¨ªan cuentas de participaci¨®n por valor de un mill¨®n de pesetas cada uno, y a los que se otorgaba tantos votos como millones aportaban.
La urgencia de la entrada de capital hizo olvidar a algunos promotores sus primitivos escr¨²pulos y se acept¨® una situaci¨®n en la que los nuevos socios, siendo una minor¨ªa, controlaban casi el doble de votos que el equipo de los veinti¨²n fundadores. Por el contrario, los miles de peque?os accionistas que hab¨ªan aportado setenta millones, carec¨ªan de representaci¨®n alguna en la asamblea de fundadores. Este ¨®rgano, decisorio tanto en el terreno ideol¨®gico como en el profesional, se ampliaba con los nuevos aportadores de capital, que pasaban a ser mayoritarios.
Esa es, probablemente, la clave del actual conflicto.
Sin que se pueda hacer una delimitaci¨®n estricta en funci¨®n de siglas pol¨ªticas concretas, lo que parece constatable es que los nuevos socios eran partidarios de una delimitaci¨®n ideol¨®gica m¨¢s precisa -m¨¢s cerrada- que la definida en los cinco puntos que sirvieron de emblema en la fase inicial del peri¨®dico.
Hace tres meses, el presidente del consejo de fundadores expresaba, en negativo, la nueva l¨ªnea advirtiendo contra ?el virus del posibilismo pol¨ªtico, que puede carcomer la independencia de criterio de Egin, su informaci¨®n cr¨ªtica y en profundidad. Es importante -conclu¨ªa el presidente- detectar el virus y aplicar las medicinas necesarias antes de que la criatura se nos vaya tras esos cantos de sirena que proponen evadir el problema real de Euskadi en aras de una fingida seriedad y de una objetividad al margen de la realidad?.
La elecci¨®n de Mirentxu Purroy como directora es coherente con estas advertencias. La resistencia de los trabajadores, temerosos de que la ?medicina necesaria? consistiera en ponerlos en la calle, tambi¨¦n lo es.
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