La memoria insular
Luis Le¨®n Barreto -nacido en Canarias en 1949- ha sido finalista en convocatorias de premios narrativos considerados tradicionalmente como de prestigio (el S¨¦samo, 1970; el Barral, 1973). En otras ocasiones atraves¨® la frontera de los finalistas para instalarse en el dominio de los galardonados (Premio Julio Tovar de Poes¨ªa, 1970; Premio de Novela P¨¦rez Gald¨®s, 1976). Tiene publicado un poemario: Cr¨®nica de todos nosotros (Inventarios Provisionales, 1971) y una novela: Ulrike tiene una cita a las ocho (Akal Editor, 1975). Luis Le¨®n Barreto -ya queda dicho- es canario. Esta insistencia en la canariedad de Barreto no es una reiteraci¨®n gratuita. Al menos, lo que se trasluce de su ¨²ltima novela -como ocurri¨® con Ulrike tiene una cita a las ocho- es la insularidad m¨¢s esencial.Memorial de A. D. es una novela canaria. Y esto no quiere decir que nos hallemos frente a una muestra de novela regionalista o localista, en el peor de los sentidos. La propuesta que asume Luis Le¨®n Barreto es la de la interpretaci¨®n de la realidad insular. Una interpretaci¨®n que realiza a varios niveles. Ya el mismo t¨ªtulo -Memorial- parece querer indicarnos que se trata de una revisi¨®n del pasado. Cierto, pero no solamente de su/nuestro pasado franquista m¨¢s inmediato, sino que a¨²n va m¨¢s atr¨¢s y -en el extremo opuesto a la memoria: la premonici¨®n- m¨¢s hacia el futuro.
Memorial de A
D.Luis Le¨®n Barreto. Editora Regional Canaria. Las Palmas de Gran Canaria, 1978.
Ese m¨¢s atr¨¢s en la visi¨®n de lo preterido le lleva hasta los primeros momentos de la historia hispana del Archipi¨¦lago Canario. En el otro extremo se aventura a predecir lo venidero -la destrucci¨®n- y hace de ello materia-ficci¨®n novelable. Tenemos, pues, una doble perspectiva que confluye y se hace una al t¨¦rmino del discurso narrativo. Es s¨®lo en el ¨²ltimo cap¨ªtulo cuando nos damos cuenta del juego desarrollado por Barreto: Memorial de A.D., memorial de antes-despu¨¦s, memorial del principio y del exterminio. Esa doble perspectiva queda manifiesta en la estructura novelesca. Barreto emplea distintos planos narrativos. Uno de ellos -arcaizante, m¨ªtico- constituye lo que podr¨ªamos denominar cr¨®nica hist¨®rica; desde la conquista de Canarias hasta el ?mandato del dictador vitalicio, y de las misteriosas premoniciones?. Del otro se vale para indagar -m¨¢s bien reflejar- la cotidiana agon¨ªa insular -soledad, neurosis, abulia: a/isla/miento-, el contexto socio-pol¨ªtico surcado de temores y represalias -presencias franquistas-, la frustraci¨®n y fracasos repetidos.
En este segundo nivel entra en funci¨®n una tercera perspectiva; se incluyen reflexiones del anonimo ex¨¦geta de los textos que constituyen el Memorial, ?tan oscuros que s¨®lo a trav¨¦s de muchos a?os he podido ir rescatando su sentido?. Estamos en un tiempo presente -presente del comp¨ªlador que viene a ser nuestro futuro-. Con ello el juego cronol¨®gico que lleva a cabo Barreto queda cerrado.
A lo largo de Memorial de A.D. hay una socarroner¨ªa arriscada que linda con la iron¨ªa. Como si el autor se supiese conocedor de secretos resortes y motivaciones -postura, por otra parte, lejana a la del narrador omnisciente- que va hilvanando con habilidad para provocar la sorpresa final que estalla con el deslumbramiento de fuegos de artificio. Esa secreta intenci¨®n del narrador provoca que no h¨¢ya protagonistas individuales en la novela. No se trata de analizar los recovecos de la psicolog¨ªa. Barreto cuenta con un ¨²nico personaje -colectivo, geogr¨¢fico, intangible-, que es la propia isla, resumen y compendio del archipi¨¦lago.
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