Jos¨¦ Luis Alvarez y el patrimonio urbano

He le¨ªdo en EL PAIS del d¨ªa 19 de enero de 1979 la carta de don Eusebio Gilsauz, y q uiero decir que la soluci¨®n que he propuesto y pedido desde la alcald¨ªa es exactamente la que propugna, ya que las ideas que he defendido y seguir¨¦ defendiendo en la campana electoral son, b¨¢sicamente, las siguientes:1. Hay que conservar el patrimonio urban¨ªstico de Madrid, que le da su personalidad, y evitar su deterioro progresivo, y para ello se ha hecho el Plan Especial de Protecci¨®n de Madrid, que est¨¢ en este momento en informaci¨®n p¨²blica y en estado de ser mejorado por las aportaciones de quienes est¨¢n interesados en el tema. El Plan ha procurado combinar realismo y ambici¨®n, insistiendo, en un primer momento, m¨¢s en la conservaci¨®n, porque lo que no se puede hacer es reparar el da?o que supone haber derribado un edificio que debiera conservarse.

2. Para conservarlo es preciso evitar el estado ruinoso de muchas viejas casas, y hacer surgir el inter¨¦s de los propietarios en su conservaci¨®n. Para eso hemos hecho unas propuestas de modificaci¨®n de la ley de Arrendamientos Urbanos, que van dirigidas a la actualizaci¨®n ponderada de las rentas, a facilitar la conversi¨®n de las viejas casas en comunidades de propietarios y a modificar el absurdo sistema de obras de conservaci¨®n y mejora.

3. Para conservar esos edificios es preciso revitalizarlos, adaptarlos a las necesidades higi¨¦nicas y de comodidad que hoy se exige. Porque s¨®lo as¨ª se pueden mantener y habitar. Y para ello son precisas dos cosas: un trato fiscal favorable para esos edificios y para los inquilinos que se convierten en propietarios por su adquisici¨®n, y unas l¨ªneas de cr¨¦dito especiales en el tiempo y en el inter¨¦s, que por lo menos reciban el mismo trato que el que se da a los cr¨¦ditos a las viviendas sociales. Porque el manten¨ªmiento de esos edificios, evitar su ruina y que sigan viviendo en ellos las familias que los habitan tiene el mismo inter¨¦s social que la nueva construcci¨®n.

Muchas m¨¢s razones hay en favor de esa soluci¨®n, entre las cuales est¨¢n la de que es mejor, econ¨®micamente, para todos evitar la destrucci¨®n de esos inmuebles y lograr su conservaci¨®n, que es lo que se hace en los mejores pa¨ªses de Europa, y la de que ese tipo de trabajos exige mucha m¨¢s mano de obra, con lo que se contribuye a resolver el problema del empleo en un sector tan conflictivo como es el de la construcci¨®n.

Estas son, brevemente, las ideas que he defendido desde la alcald¨ªa y que voy a seguir defendiendo. Pero es que, adem¨¢s, no son de hoy. Le remito a un art¨ªculo que publiqu¨¦ en el diario Informaciones el a?o 1976, mucho antes de pensar siquiera en ser alcalde, titulado ?Los centros hist¨®ricos de las ciudades?, en el que ya manten¨ªa esta misma postura.