Polic¨ªas y ladrones
Tengo la lengua toda estremecida de ansias delatoras desde que escuch¨¦ que iban a pagar un mill¨®n de pesetas a aquel que inform¨® a la polic¨ªa de la identidad del asesino de Cruz Cuenca, y que este pago podr¨ªa sentar el precedente de una din¨¢mica antrop¨®faga de dinero a cambio de denuncia. Me vigilo la lengua, eso s¨ª, me la saco ante el espejo con disciplina y empe?o, autodisculpando tama?a groser¨ªa, y cada d¨ªa la encuentro m¨¢s larga y afilada, vibrando al aire h¨²medas sospechas y poni¨¦ndolo todo de perdigones que es un asco. Como la m¨ªa es una lengua mediana y muy vulgar, es de temer que no se encuentre sola en sus afanes, de modo que, de confirmarse lo de la recompensa y seguir la cosa as¨ª, ser¨¢ un pasmo ver c¨®mo quiebra la Loter¨ªa Nacional y c¨®mo los de las quinielas declaran bancarrota, porque los ensue?os millonarios del pa¨ªs pueden concentrarse en una fiebre confidente, mercando sangre por pesetas y suplantando toda colaboraci¨®n desinteresada por el simple negocio.En realidad, esta noticia del dinero no nos ha pillado muy de sorpresa ni a la lengua ni a m¨ª. Bien mirado no es m¨¢s que el pelda?o siguiente, la consecuencia l¨®gica del trayecto emprendido, porque nos estamos ensenando a perseguimos mutuamente, y dentro de poco, medio pa¨ªs vigilar¨¢ al otro medio y viceversa, que todos los espa?oles nos convertiremos en esp¨ªas de nosotros mismos, acech¨¢ndonos los propios pasos desde la penumbra del portal. Mi lengua en esto no es m¨¢s que una pionera humilde y aplicada, una aprendiz de Mata Hari.
Y es que, desconcertados por unos y por otros, ametrallados con balas o millones, estamos construyendo un pa¨ªs de buenos y de malos. O sea, como siempre. La diferencia estriba en que antes ¨¦ramos todos malos a excepci¨®n de un pu?ado de prohombres propensos al pedestal y a la procuradur¨ªa en Cortes, y por eso, cuando en las fronteras franquistas se nos acercaba un guardia a vigilar nuestros papeles con estrecha suspicacia, los sudores se nos iban y ven¨ªan sabi¨¦ndonos pecadores en todo o casi todo, arrastr¨¢bamos con congoja la culpa nacional y mir¨¢bamos sin pesta?ear al aduanero con ojos vidriosos y temblones intentando poner una expresi¨®n digna y decente, cosa dif¨ªcil, por otra parte, porque en aquella ¨¦poca est¨¢bamos todos hechos unos zorros y llev¨¢bamos en la cara la marca de la infamia.
Ahora, no. Ahora, cuando el funcionario se acerca con la lista de infractores en la mano, mostramos el pasaporte con orgullo, agradecidos incluso ante la existencia de transgresores que, con su abyecta realidad, hacen a¨²n m¨¢s resplandeciente nuestra santidad a toda. prueba. Ahora resulta que todos somos buenos, y la bondad es feroz, vengativa y no da tregua.
Yo no quisiera ser ni buena ni mala tampoco todo lo contrario, que ser todo lo contrario de cualquier cosa siempre resulta tonto y maniqueo. Antes me hicieron reo y ahora voy para juez, y puestos a espantarse, m¨¢s me espanta esta bondad ser¨¢fica que: hoy me invade, esta aureola que me est¨¢ creciendo en el cogote y que apenas disimulo con los pelos, estos mu?ones de alas que me pican y desescaman la espalcla, a modo de eczema arcang¨¦lico. Porque los arc¨¢ngeles manejan con demasiada alegr¨ªa, sus espadones llameantes y as¨ª van, como locos, repartiendo zurriagazos y chanitiscando el aire alrededor, embriagados de justicia. Dig¨¢moslo de una vez: los arc¨¢ngeles son un verdadero muermo.
Total, que a m¨ª me gustar¨ªa ser as¨ª-as¨ª, es, decir, buena y mala, indio y americano. ladr¨®n y polic¨ªa, me gustar¨ªa ser una ciudadana de medio pelaje y no tener que escoger entre el orden y el abismo, come, siempre. Por eso, resisti¨¦ndome como una sola mujer, me esfuerzo en cometer ruindades cada d¨ªa: y cuando la lengua se dispone a delatarse y delatarme, me la muerdo.
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