Garc¨ªa Calvo: "La especializaci¨®n cient¨ªfica es inevitablemente mortal"
Conferencia del catedr¨¢tico en el CSIC
Agust¨ªn Garc¨ªa Calvo, catedr¨¢tico de Universidad y l¨ªder indiscutible de la ?contracultura? nacional, inaugur¨® el pasado martes el ciclo de conferencias organizado por el Consejo Superior de Investigaciones Cient¨ªficas (CSIC) con el tema De la planificaci¨®n cient¨ªfica.
Una audiencia perfectamente previsible: m¨¢s de trescientas personas, con predominio de los menores de veinticinco a?os. Un sal¨®n de actos radicalmente acad¨¦mico (alfombra de nudo, mesa presidencial amplia y con lustre, varios ?prohibido fumar? y un aire entre s¨®rdido y pesado). El conferenciante -como esperaba su p¨²blico- atac¨® duramente el concepto tradicional de ?investigaci¨®n? y de ?ciencia?. Pantalones vaqueros, botas con alza, dos pa?uelos multicolores, un collar con tres huevos, una chaqueta de piel -sin llegar al negro rockero- y la ya cl¨¢sica mara?a de pelo apoyada en dos espl¨¦ndidas patillas.?Ser¨ªa dificil hablar de lo triste, amargo y vac¨ªo de estas casas -comenz¨® Garc¨ªa Calvo, refiri¨¦ndose a la Universidad y a la propia sede del CSIC-. Esta instituci¨®n, lo mismo que la Universidad, tiene lo que de desolador conlleva en buena parte el concepto de "investigaci¨®n". El odio o la repulsi¨®n que las gentes suelen tener a este tipo de instituciones est¨¢ basado en la mentira de sus nombres. ?
?Podr¨ªa decirse que ataco esto -a?adi¨® el conferenciante- por lo que de oficial y organizado tiene, pero las ataco por otras razones y, fundamentalmente, por la especializaci¨®n que es, sin duda, la ley principal que se impone a todo investigador. Apenas entra o sale uno de la Universidad se le dice que lo importante es la especializaci¨®n como condici¨®n indispensable para el ¨¦xito. ?
Record¨® entonces el hoy catedr¨¢tico sus tiempos de estudiante y, concretamente, las clases de su maestro Antonio Tovar -al que rindi¨® cari?oso recuerdo- en las que le explicaba la necesidad de elegir entre ser fil¨®logo o ling¨¹ista. ?Mi proceso ha sido bastante aberrante -confes¨® Garc¨ªa Calvo- No le hice caso a mi maestro y mi especializaci¨®n se ha ido multiplicando tanto que ahora debo de ser especialista en trece o catorce cosas, es decir, un desastre para los puristas.?
?Lo que se ataca no son las man¨ªas de investigaci¨®n del individuo, que en el fondo demuestran un amor por algo. Se respeta, y se le reconocen posibilidades desconocidas en esta caracter¨ªstica del g¨¦nero humano. No se ataca tampoco la laboriosidad y habilidad del artesano, que por amor al trabajo consigue hacerlo mejor. El sentido del proceso de realizaci¨®n de una tesina es el de "venir a rellenar un vac¨ªo". La especializaci¨®n que ataco es la organizada desde una concepci¨®n total de la ciencia. El escudo de esta santa casa -a?adi¨® el conferenciante- ten¨ªa un ¨¢rbol con ramas, con divisiones cient¨ªficas que surgen del mismo tronco, y forma parte de la mentira.?
El ¨¢rbol y los jornaleros
?Que la cosa tuviera forma de ¨¢rbol podr¨ªa ser una met¨¢fora, no muy feliz por cierto, pero v¨¢lida para las investigaciones surgidas del amor y, en ese caso, con un n¨²mero ilimitado de ramas. Lo que aqu¨ª se representa es un esquema r¨ªgido, organizado, con m¨¢s o menos ramas, pero con una concepci¨®n global de la ciencia. Seg¨²n esta representaci¨®n y concepto hay alguien en alg¨²n sitio que tiene visi¨®n global sobre todas las ciencias y distribuye a los jornaleros de la investigaci¨®n seg¨²n la especialidad que posea. Este alguien podr¨ªa ser antes DIOS (omnividente y omnipotente). Hoy, Dios no est¨¢ de moda, pero se sigue aceptando el esquema medieval: que existe una ciencia en las ciencias, aquella que sabe todo y de la que salen todas las ramas. Volviendo a Plat¨®n, esta ciencia m¨¢xima ser¨ªa la pol¨ªtica. Es precisamente este saber total el que ataco, porque este esquema liga inevitablemente la ciencia con la autoridad (la omnividencia del que todo lo ve con la omnipotencia del que todo lo puede). De ser cierto esto ser¨ªa inevitablemente mortal: nadie ser¨ªa capaz de investigar nada. Incluso ahora, con esa concepci¨®n relativamente aceptada, ya es notable la cantidad de aburrimiento y muerte que poseen estas instituciones.??Podemos decir que esa idea de que exista un saber total o una ciencia de las ciencias a lo mejor no es verdadera. Existen indicios de tal posibilidad. De un lado existen imperfecciones en el sistema, si ¨¦ste se basara en la verdad de un Se?or que todo lo ve no se podr¨ªan admitir las imperfecciones.? Cit¨® a continuaci¨®n, Garc¨ªa Calvo, a algunos investigadores cuyos descubrimientos revelaban las imperfecciones del tinglado: Zan¨®n, Her¨¢clito, Parm¨¦nides, Galileo, Newton, Einstein o Bertrand Russell.
Finaliz¨® su exposici¨®n razonando la imposibilidad de aceptar el concepto de totalidad de la ciencia: si las especialidades son celdillas de una misma colmena -es decir, de un conjunto cerrado y finito- y surge una nueva subdivisi¨®n cient¨ªfica hay que saber si esta nueva rama estaba prevista o no en el esquema total. Si estaba, la subdivisi¨®n ser¨ªa un sue?o, una ilusi¨®n. Si no estaba, el campo de la ciencia no era el total.
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