Cantatas de Bach dirigidas por Ros Marb¨¢
Un concierto de cantatas de Bach, como el ofrecido ahora por la Orquesta de C¨¢mara Espa?ola y el Coro Nacional, es cosa frecuente en las ciudades de vida musical normalizada. No aqu¨ª, donde el consumo de este g¨¦nero y autor se realiza, principal o exclusivamente, a trav¨¦s del disco. De ah¨ª el entusiasmo de un p¨²blico, mayoritariamente juvenil, que si no lleg¨® a llenar el Real ocup¨® la mayor parte de sus localidades.Por razones de acomodaci¨®n al medio, las ?cantatas de iglesia? reclaman como marco el templo. Es donde suelen hacerse en Francia, Inglaterra, Italia o Alemania. Y, a su vez, el templo impone la casi gratuidad. Bien s¨¦ que estos conciertos son baratos en comparaci¨®n con el presupuesto que reclaman, pero ya que est¨¢n totalmente patrocinados, debieran ser gratuitos o casi. Y repetirse en zonas diversas de Madrid, pues la descentralizaci¨®n ha de empezar dentro de los l¨ªmites de la gran ciudad. Me lleva a tales reflexiones la importancia de programa y la calidad de versiones unidas a la inusitada aceptaci¨®n que, desde hace a?os, tiene la m¨²sica barroca entre sectores amplios de p¨²blico.
Cantatas 140 y 147, de Bach
Coro Nacionaly Orquesta de C¨¢mara Espa?ola. Director: A. Ros Marb¨¢. Solistas: Higueras, Watls, Krausy Cook.
Hizo bien Ros Marb¨¢ en escoger dos de las cantatas m¨¢s conocidas -al menos en sus corales variados- entre las de Juan Sebasti¨¢n: las n¨²meros 140 y 147. Obras del per¨ªodo de madurez del compositor, ejemplo de originalidad unificativa -como estudia Geiringer-, pero no menos de aliento human¨ªstico, de fuerte expresividad, bien se trate de ?corales?, ?arias? o ?recitativos?. Por lo mismo y conociendo, adem¨¢s, el criterio de Ros Marb¨¢ para cantatas, oratorios, pasiones o misas bachianas, me extra?¨® la versi¨®n plana, con cierto aire museal, de la cantata 140. Bien est¨¢ la intimidad recogida impuesta en la dosificaci¨®n de elementos y din¨¢mica, pero, dentro de ello, han de moverse curvas y acentos expresivos que el mismo texto demanda. En la otra cantata, la del c¨¦lebre ?coral? de Lipatti, de forma ampliada en dos partes, pero obediente a an¨¢loga intencionalidad est¨¦tica y seguidora de id¨¦ntico estilo, Ros hizo justamente lo que pedimos para la 140. Se trata entonces no de cambio de criterio, sino de mera falta de tiempo para madurar las versiones. Que en ambos casos han de considerarse preciosas, inteligentes, fruto de larga meditaci¨®n y hondo conocimiento. Hijas, en suma, de un pensamiento musical de tan alto bordo como el del maestro catal¨¢n. S¨®lo en la realizaci¨®n de una super¨® a la otra y es justo constatar, en su elogio, que el p¨²blico diferenci¨® notablemente sus aplausos, si grandes en el primer caso, entusiastas, interminables, en el segundo. Orquesta, continuo -con el estupendo organista Joan Casals- y coro reducido trabajaron en niveles de excelencia. En cuanto a los solistas, la presencia de Ana Higueras y Helen Watts junto al tenor Adalbert Kraus y el bajo Brian R. Cook supuso un ?especialismo? sin pedanter¨ªa
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