Volvi¨® el f¨²tbol, pero no el buen juego
El f¨²tbol volvi¨® a Madrid (reivindicaciones al margen y a la espera), pero no el buen juego. En un partido lamentable del Atl¨¦tico, el Rayo empat¨® justamente en el Manzanares. El equipo vallecano, con un brillante sistema t¨¢ctico de contenci¨®n, hizo in¨²tiles los esfuerzos rojiblancos, que s¨®lo pudieron concrelarse en dos ocasiones claras de gol a lo largo de los noventa minutos. Est¨¢ comprobado: para ver jugar bien alguna vez a los equipos madrile?os tiene que ser fuera de su casa.Eduardo Gonz¨¢lez, preparador del Rayo, demostr¨® el domingo por la noche la injusticia de las amenazas de cese que han pesado sobre ¨¦l hace bien poco tiempo. Si hubiese tenido mejores hombres que los actuales habr¨ªa ganado al Atl¨¦tico, en lugar de empatar. De todas formas, con un espl¨¦ndido planteamiento defensivo, atento incluso con sus extremos a las posibles penetraciones de los dos laterales atl¨¦ticos, sac¨® el buen fruto de un positivo. Aparte de ello le favoreci¨® el penoso juego en el medio campo de Ayala, Rotil y Guzm¨¢n, que dejaron tristemente solo a Marcial. Como adem¨¢s Gonz¨¢lez sac¨® esta vez a Tanco de su habitual puesto de defensa central y lo coloc¨® con gran acierto en pleno centro de campo para establecer all¨ª ya la primera muralla de contenci¨®n, precisamente frente al ¨²nico ?cerebro? rival, las dificultades rojiblancas para progresar fueron m¨¢ximas. Las imprecisiones en el pase, la falta de apoyo entre los hombres de Szusza dieron la sensaci¨®n de que el Atl¨¦tico era un grupo de amigos, superiores s¨®lo para llevar la iniciativa, pero impotentes para ganar.
El fallo rayista fue no aprovechar m¨¢s sus contraataques, aunque trat¨® de hacerlos con rapidez, pero tambi¨¦n es justo se?alar que Pereira fue con diferencia el mejor hombre rojiblanco y el resto de la defensa no desenton¨®. Pozo, que tuvo la mejor y solitaria ocasi¨®n de gol de su equipo a los once minutos, al tirar casi sin ¨¢ngulo de tiro y obligar a una gran parada a Navarro, cort¨® demasiados avances porque parece ser el jugador que m¨¢s se coloca en fuera de juego en el f¨²tbol espa?ol; Alvarito, que hab¨ªa perdido otra a los seis, estuvo m¨¢s oscuro que de costumbre y Mar¨ªan actu¨® m¨¢s retrasado y atento, sobre todo, a las subidas de Marcelino por su banda, una de las cuales, en el segundo tiempo, tras pared con Pereira, termin¨® c¨®n un tiro al poste derecho. En realidad fue la segunda y ¨²ltima ocasi¨®n clara de gol atl¨¦tica, junto a la que tuvo Rub¨¦n Cano seis minutos antes del descanso, tras gran jugada -la ¨²nica- y pase de Rubio. Su remate en semifallo, del mismo estilo que su hist¨®rico gol de Belgrado, frente a Yugoslavia, lo desvi¨® a c¨®rner Hierro en una magn¨ªfica intervenci¨®n.
Buena muestra de la impotencia rojiblanca fue tambi¨¦n que hasta cerca de la primera media hora no remat¨® a puerta por primera vez, aunque fuese como las restantes, menos dos, sin ning¨²n peligro. Land¨¢buru jug¨® c¨®modamente, tanto frente a Rohi como ante Guzm¨¢n -mejor aun- y tambi¨¦n Francisco con Ayala. Ambos taparon con facilidad los huecos que intentaron abrir una vez m¨¢s torpemente sus rivales y junto a Tanco formaron una primera barrera muy s¨®lida. Detr¨¢s, los magn¨ªficos marcajes de Anero a Rub¨¦n Cano, sobre todo, y de Nieto y Rocamora a Rubio y Gonz¨¢lez hicieron el resto, aunque estos dos ¨²ltimos se marcaron solos por su propia nulidad uno, y al acusar su prolongada ausencia, el otro.
El colmo del desastre atl¨¦tico -aparte de empeorar con la sustituci¨®n de Robi por Guzm¨¢n- fue la entrada de Eusebio por Ayala. La salida de ¨¦ste tras su rosario de desaciertos parec¨ªa apropiada -?c¨®mo se puede jugar tan mal en Primera Divisi¨®n?-, pero a falta de veinte minutos para el final lo l¨®gico es que le supliera un delantero. Sin embargo, Szusza, para un partido como el del Rayo, que deb¨ªa ganar para seguir con aspiraciones hacia la cabeza de la Liga, resulta que no convoc¨® entre los suplentes ni siquiera a Bermejo. Aparte de Eusebio y Guzm¨¢n estaban en el banquillo Cap¨®n y el guardameta suplente, Aguinaga. ?Cabe mayor imprevisi¨®n? Los jugadores juegan mal; los entrenadores entrenan peor y los directivos, que fichan a unos y a otros, ni se sabe. As¨ª le luce el pelo al f¨²tbol de la capital. El antepen¨²ltimo de la tabla averg¨¹enza al tercero por arriba.
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