La limitaci¨®n de la iteligencia humana
Texto de AIbert Einstein
?Es cierto que la mejor manera de apoyar las convicciones consiste en acudir a la experiencia y al pensamiento claro. En este punto es preciso coincidir sin reservas con el racionalista extremado. Sin embargo, el punto flaco de su concepci¨®n es el de que no se pueden encontrar por este s¨®lido camino cient¨ªfico las convicciones que son necesarias y determinantes para nuestra conducta y nuestros jucios. Pues el m¨¦todo cient¨ªfico no nos Puede ense?ar nada m¨¢s all¨¢ de c¨®mo se relacionan entre s¨ª los hechos y c¨®mo est¨¢n condicionados unos por otros. La aspiraci¨®n de alcanzar este conocimiento objetivo pertenece a las m¨¢s elevadas que puede tener el hombre y ciertamente que nadie podr¨ªa achacarme la intenci¨®n de empeque?ecer los logros y los heroicos esfuerzos del hombre en este campo. Pero es igual de cierto que el conocimiento de lo que es no abre directamente. la puerta al conocimiento de lo que deber¨ªa ser. ... El conocimiento objetivo nos dota de poderosos instrumentos para conseguir ciertos fines, pero la meta ¨²ltima y el anhelo de alcanzarla tiene que proceder de otra fuente. Y apenas es necesario defender la opini¨®n de que nuestra existen cia y nuestra actividad s¨®lo adquiere sentido estableciendo una de esas metas y los correspondientes valores. El conocimiento de la verdad como tal es maravilloso, pero es tan poco capaz de actuar como gu¨ªa que ni siquiera puede justificar por s¨ª mismo el deseo de alcanzarlo ni precisar el valor de dicho deseo. Aqu¨ª, pues, nos topamos con los l¨ªmites de la concepci¨®n puramente racional de nuestra existencia.
... La inteligencia. nos aclara las interrelaciones entre medios y fines, pero el mero pensamiento no nos puede dar el sentido de los fines ¨²ltimos y fundamentales. Aclarar estos fines y valoraciones e introducirlos para siempre en la vida emocional del individuo me parece que es precisamente la funci¨®n m¨¢s importante que tiene que desempe?ar la religi¨®n en la vida social del hombre. Y si uno pregunta de d¨®nde deriva la autoridad de esos fines fundamentales que no pueden exponerse y justificarse meramente con la raz¨®n, s¨®lo cabe contestar que en una sociedad sana existen como poderosas tradiciones..., que est¨¢n ah¨ª, esto es, como algo vivo, sin que sea necesario encontrar una justificaci¨®n de su existencia. ... M¨¢s que no intentar justificarlos, lo que tiene que hacer uno es sentir su naturaleza simple y llanamente.?
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