EI Rayo mand¨® y resolvi¨® en la primera media hora
El gol de Clares, a los tres minutos, sirvi¨® para que el Rayo se creciera y se serenase, lo que le permiti¨® jugar m¨¢s y mejor que su rival y ser el dominador del terreno a lo largo de todo el primer tiempo, que le bast¨® para imponerse a un Espa?ol sin ambici¨®n y con un juego sin entidad y de pocos quilates.Al Rayo, como a tantos otros equipos, lo que le traiciona casi desde que empieza la temporada, y a estas alturas mucho m¨¢s, es el saber que tiene necesidad ineludible de ganar los dos puntos. Esto propicia nervios e inquietud en entrenador y jugadores, que no permiten que jueguen casi nunca con un rendimiento m¨¢s all¨¢ del 50%. De ah¨ª que el tempranero gol de Clares, cuando tan s¨®lo iban transcurridos tres minutos, sirviese para que el conjunto de Vallecas ordenase las cosas, clarificara posiciones e incluso tuviera algunas ideas que le llevaron a crear peligro ante la puerta de Urruticoechea, desafortunado en los goles, que culminar¨ªa con un segundo gol de Alvarito para tranquilizar definitivamente a jugadores y aficionados. A partir de ah¨ª, el conformismo se apoder¨® de unos y de otros, y el encuentro cay¨® en muchas fases sosas e incluso aburridas.
Pocas cosas intent¨® el Espa?ol, y cuando lo hizo resulta bastante ineficaz, salvo alguna honrosa excepci¨®n. Su defensa se emple¨® con excesiva dureza, el centro del campo lo tuvo casi siempre desasistido, con un Fern¨¢ndez Amado que tan s¨®lo a ra¨ªz del 2-0 se decidi¨® a pasar del centro del campo, siempre sin demasiada fe, y los tres puntas no ofrecieron mucho peligro, ni siquiera un juego que inquietara seriamente a los defensas rayistas. A medida que pasaba el tiempo fueron cayendo en el conformismo, y esto tradujo la segunda parte en un per¨ªodo de juego casi siempre horizontal, con poca profundidad. Las ocasiones que hubo de alg¨²n peligro vinieron m¨¢s como consecuencia de fallos que de una creatividad con intenciones de hacer gol.
La tranquilidad que ofrec¨ªa el Rayo se forjaba en los buenos marcajes de Tanco a Flores y de Anero a Mara?¨®n, aunque el capit¨¢n espa?olista tuvo tiempo de demostrar que a¨²n le queda f¨²tbol en las botas. Tambi¨¦n en este sentido hizo algo Fern¨¢ndez Amado, pero en tono m¨¢s dosificado y conservador. Tanco era, pues, el punto de arranque que encontraba apoyo en la buena labor de Land¨¢buru y el buen quehacer de Mariano. De los tres puntas, el m¨¢s incisivo y peligroso fue precisamente el que no marc¨®. Pozo cuaj¨® una buena actuaci¨®n, pese a que fue castigad¨ªsimo por la defensa espa?olista, que utiliz¨® m¨¦todos poco ortodoxos para desbaratar las acciones de Pozo, siempre habilidoso, con buen toque de bal¨®n y visi¨®n de juego.
No se puede hablar de brillantez, ni siquiera de mucha calidad, pero s¨ª de que el triunfo del Rayo fue justo y logrado con todo merecimiento, ayudado por el citado gol madrugador y por cierta pasividad de su rival, que hizo agua en varias ocasiones y por varios sitios, especialmente en ese centro del campo en el que es importante mandar para conseguir un juego que permita inquietar al contrario, cosa que el domingo no hizo el Espa?ol en Vallecas.
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