Defender la vida
Cuando un ser humano ha muerto en la carretera, sufriendo el destrozo irreparabe de algunos de sus ¨®rganos b¨¢sicos, ?qu¨¦ sentido tiene negar la posibilidad de que alguna otra parte de su organismo, que no result¨® lesionada, sea puesta a inmediata disposici¨®n del conjunto de los seres humanos que viven, y malamente? En otras palabras, ?por qu¨¦ mantener un diagn¨®stico de muerte cl¨ªnica como el actualmente vigente en Espa?a o dificultar con trabas legales la posibilidad de una r¨¢pida disposici¨®n de los cad¨¢veres al servicio de los vivos?La legalidad debe estar al servicio de la vida real, de las necesidades concretas de los seres humanos, no a la inversa. Hay quien considera que primero son los principios y despu¨¦s las personas. Sin embargo, la defensa de la vida se convierte en g¨¦lida abstracci¨®n cuando no se expresa a nivel cotidiano en la defensa de los vivos. Luchas por los principios tiene un fin orientador en la marcha evolutiva de la colectividad, pero no debe suponer jam¨¢s una limitaci¨®n en las posibilidades mismas de los seres humanos. De lo contrario, nos encontramos con la tremenda paradoja de que, por defender una vida en abstracto de quien, a todos los efectos, est¨¢ muerto ya, se dificulta la existencia cotidiana de tantas personas necesitadas de un trasplante de ri?¨®n, conden¨¢ndolas muchas veces a una muerte certera. La defensa abstracta de la vida, en su formalidad meramente legal, no es entonces m¨¢s que la defensa de la muerte.
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