?Otro susto?
Pese a que las legislativas apenas si todav¨ªa est¨¢n digeridas, se habla a mucho de las pr¨®ximas elecciones municipales y no hay duda de que el tema lo merece.Se habla, en cambio, bastante menos de la elecci¨®n de las juntas generales, como si ¨¦stas tuvieran menos importancia que los ayuntamientos, lo cual -como ya dije en mi art¨ªculo precedente sobre el tema- no es cierto.
Y lo m¨¢s asombroso es que la falta de inter¨¦s por la elecci¨®n de las Juntas generales se advierte no solamente en el p¨²blico, entre los ciudadanos corrientes y molientes, sino en los medios informativos y hasta, en los propios partidos pol¨ªtico s y, muy especialmente, en las formaciones que o bien son secciones locales de partidos implantados en toda Espa?a, o bien se encuentran m¨¢s o menos vinculadas, a ¨¦stos. Es posible que, en la ?recta final? de la campa?a, las cosas se presenten de otro modo; pero, hasta la fecha, dir¨ªase que los grandes partidos espa?oles no han acabado de cerciorarse de la importancia que, en materia de elecciones locales, reviste -como en tantas otras materias- la singularidad de las provincias vascas.
En otro art¨ªculo, aparecido en estas columnas poco antes de las elecciones del primero de marzo, encarec¨ª la necesidad de que los partidos pol¨ªticos vascos tengan una ?estrategia espa?ola? y a?ad¨ª que la otra cara de esta indispensable medalla es la necesidad de que tengan una ?estrategia vasca? los partidos pol¨ªticos espa?oles (los cuales son igualmente partidos vascos, en la medida en que consiguen electores y elegidos en las provincias vascas). Y hay que decir que la insuficiencia de esa ?estrategia vasca? se echa singularmente de ver en estas antev¨ªsperas de la elecci¨®n de las juntas generales de las Vascongadas, contrastando con lo que ocurre en Navarra, donde las principales fuerzas pol¨ªticas locales, que al propio tiempo se hallan implantadas en el resto de Espa?a o vinculadas a partidos pol¨ªticos espa?oles, tienen unas estrategias adoptadas en funci¨®n de los problemas pol¨ªticos locales de m¨¢s trascendencia. Podremos estar o no de acuerdo con esas estrategias; pero es imposible negar que existen y que corresponden a corrientes de opini¨®n aut¨®ctonas y bien definidas.
Sobre todo, en Guip¨²zcoa y en Vizcaya parece como si, dejando aparte unos pocos municipios, donde esperan obtener resultados interesantes en la elecci¨®n de los ayuntamientos respectivos, ni .el PSOE, ni la UCD, ni la Uni¨®n Foral (miembro de la Coalici¨®n Democr¨¢tica), ni el PC, considerasen que la jornada del 3 de abril merece gran atenci¨®n. Y no hay m¨¢s remedio que preguntarse: ?Acaso las juntas generales los tienen sin cuidado?
Pues ¨¢ndense con ojo: no vaya a ser que, en la noche del 3 al 4 y conforme vayan enter¨¢ndose de los resultados del escrutinio, se lleven un susto tal que deje en mantillas al que les produjo, en la noche del 1 al 2 de marzo, la espectacular irrupci¨®n electoral de Herri Batasuna.
Los ucedistas alegar¨¢n que bastante hacen con preparar el funcionamiento del Gobierno y de las Cortes durante los cuatro peliagudos a?os que, salvo accidente, van a permanecer en el poder, montando y ajustando para ello las innumerables y, a menudo, delicadas piezas y piececillas de un complejo mecanismo, de cuyo rendimiento habr¨¢n de dar cuenta a cada paso y cuyo manejo estar¨¢ sometido a la mirada fiscalizadora y exigente de sus actuales adversarios y potenciales sucesores. Pero, vamos a ver, ?se trata por ventura de perpetuar el Estado centralizado o bien de estructurar una Espa?a nueva a partir de las comunidades aut¨®nomas? Si esto segundo es cierto -y lo es-, no hay que dejarse sorber el seso por la atenci¨®n que requieren los ¨®rganos centrales de gobierno, sino que debe dedicarse tambi¨¦n a los ¨®rganos locales toda la que ¨¦stos merecen, que es much¨ªsima, y tanto mayor cuanto m¨¢s importante sea el papel que est¨¢n llamado a desempe?ar. Y el de las Juntas Generales de las Vascongadas, importante ya hoy, ser¨¢ important¨ªsimo si el futuro Estatuto instituye un r¨¦gimen muy descentralizado en el interior de la comunidad aut¨®noma, justificando as¨ª el que la elecci¨®n de esas juntas me parezca tener car¨¢cter no s¨®lo administrativo, sino adem¨¢s legislativo y constituyente.
Los socialistas alegar¨¢n que bastante hacen con resta?ar sus heridas tras el vapuleo electoral que acaban de recibir en tierra vasca. Y pues UCD tiene mayor¨ªa casi absoluta en el Congreso y m¨¢s que absoluta en el Senado, y el PNV la tiene en la Asamblea de Parlamentarios Vascos, lo que conviene al PSOE es dejar que aqu¨¦lla y ¨¦ste se quemen ahora mientras ¨¦l, apoltronado en la pasividad, repone sus malparadas fuerzas. Pero, vamos a ver, ?se trata por ventura de anteponer una vez m¨¢s la conveniencia del partido al inter¨¦s del pa¨ªs? En horas cr¨ªticas como la presente, en que se est¨¢ determinando el futuro para mucho tiempo, ni a los socialistas ni a nadie le es l¨ªcito marcharse de vacaciones a la confortable irresponsabilidad de una oposici¨®n meramente pasiva o meramente negativa. Si el PSOE cree que puede aportar algo -y, si no lo cree, se equivoca, pues puede aportar much¨ªsimo- a la construcci¨®n de una Espa?a democr¨¢tica y, en el seno de ¨¦sta, a la estructuraci¨®n de una comunidad aut¨®noma vasca viable, capaz de consolidarse sin demasiadas dificultades, est¨¢ en la obligaci¨®n de esforzarse para mejorar, con su propia aportaci¨®n, la labor de las dem¨¢s fuerzas pol¨ªticas. A menos que ¨¦stas rechacen semejante aportaci¨®n, en cuyo caso debe denunciar ese rechazo y dar a conocer las soluciones que propone para los problemas. Pues, si ahora permanece callado y cruzado de brazos, o si se limita a decir que no a cuanto hagan o quieran hacer los dem¨¢s, perder¨¢ el derecho a protestar y censurar la gesti¨®n ajena.
Los de Uni¨®n Forafalegar¨¢n el estado ruinoso de sus finanzas despu¨¦s del descalabro del primero de marzo, lo cual tiene mal remedio. Tal es tambi¨¦n el caso del PC, cuya estrategia nunca se conf¨ªa a la improvisaci¨®n; pero que el gran p¨²blico conoce mal.
Otras alegaciones, m¨¢s preocupantes y m¨¢s aceptables, y que permiten poner en tela de juicio la sinceridad de las elecciones en algunos sitios, se refieren al clima de terror que reina en ciertos puntos de Guip¨²zcoa y de Vizcaya, Este asunto merece consideraci¨®n aparte y, de todos modos, no puede ser pretexto para que los partidos se abstengan de hacer p¨²blicas sus intenciones en lo que a la futura organizaci¨®n pol¨ªtica del Pa¨ªs Vasco se refiere, proponiendo soluciones concretas en el marco de un programa coherente, no limit¨¢ndose a repetir f¨®rmulas vagas, declaraciones que no comprometen a nada, porque pueden significar cualquier cosa, a gusto del consumidor.
Los electores vascos tenemos derecho a que se nos ofrezca no una opci¨®n ¨²nica, sin alternativas, que no haya m¨¢s remedio que aceptar, sino la pluralidad de opciones que corresponde a toda sociedad democr¨¢tica, sin perjuicio de que -una vez elegidas las juntas generales- se llegue entre las fuerzas democr¨¢ticas a un acuerdo libremente pactado que garantice la estabilidad pol¨ªtica y refleje la voluntad expresada por el pueblo en la votaci¨®n. Con ese fin, es imprescindible que todos los partidos nos informerr amplia y lealmente y hagan cuanto puedan para llevar a las urnas el mayor numero posible de ciudadanos, despertando y avivando su inter¨¦s por lo que en la elecci¨®n est¨¢ en juego, que es mucho.
Es alarmante el que varios de ellos -y no de los menos importantes- est¨¦n tardando tanto en cumplir ese cometido. ?O es que desean llevarse, otra vez, un susto morrocotudo? ?O es que piensan, con candidez incre¨ªble, que despu¨¦s del susto todo va a volver a ser como antes? Tendr¨ªan merecido lo que parece que se est¨¢n buscando, si fueran ellos los ¨²nicos en sufrirlo; pero lo triste es que, si persisten en su incuria, en su ego¨ªsmo o en su error, la v¨ªctima principal de su actitud ser¨¢ el pa¨ªs al que tienen la obligaci¨®n de servir.
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