Los gitanos quieren recordar las promesas preelectorales
Jer¨®nimo -diecinueve a?os-, est¨¢ casado y tiene dos hijos. Lleva dos a?os intentando que lo legalicen, porque Jer¨®nimo no existe para el Estado espa?ol, es de ese 64% de poblaci¨®n gitana que est¨¢ sin censar en este pa¨ªs, que no consta en los registros civiles. Jer¨®nimo tiene dos hijos, aunque ?dentro de unos a?os tendr¨¢ tres m¨¢s?, porque la planificaci¨®n familiar es algo que los gitanos no acaban de aceptar; una mujer de esta comunidad gitana de la avenida de Juan XXIII utiliza m¨¦todos anticoncep tivos y alguien dice que lo hace ?sin que se entere el marido?, aunque sus vecinos lo saben y a algunos no les parece mal.
Al final de la avenida de Juan XIII, junto a los colegios mayores y las torres de lujo del final de Reina Victoria, doscientas personas, treinta familias, viven en un n¨²mero algo menor de chabolas. La Asociaci¨®n Presencia Gitana de Madrid ha querido que los periodistas visiten varios barrios gitanos para ?pasar tarjeta de visita a los diputados y senadores, concejales y presuntos alcaldes, a todos los que ya han sido elegidos, para recordarles las promesas electorales que hicieron con respecto a los gitanos y avisarles de que pensamos pasar a la acci¨®n?, seg¨²n Manuel Mart¨ªn Ram¨ªrez, cabeza visible de la asociaci¨®n.Los gitanos de la avenida de Juan XXIII ense?an en su manos, en sus ni?os y en sus casas la presencia de las ratas. Hace meses, comenta Mart¨ªn Ram¨ªrez, Alvarez les puso una fuente y lograron que cada tres d¨ªas pasara el cami¨®n a recoger la basura. Con Huete dej¨® de pasar el cami¨®n y las ratas volvieron a hacer acto de presenc¨ªa. Miguel comenta que ?en invierno trayeron unas cajitas de veneno, pero las ratas no se lo comieron, porque cuando el raticida lo tocan las manos del hombre ya no acuden a ¨¦l?. Por eso, ?enque queramos tener limpieza, no podemos?.
Les intentaron echar de esta zona para seguir levantando torres. Llegaron a ofrecerles 30.000 pesetas y ellos se negaron a marcharse; ahora parece que les han prometido 200.000 e incluso les hablan de casitas baratas. Ellos no piensan irse sin el dinero por delante.
Los gitanos de La Veguilla, detr¨¢s de la cl¨ªnica L¨®pez Ibor, al borde de los desag¨¹es del barrio del Pilar y Pe?agrande, donde los ni?os se ba?an en verano, son chatarreros de Extremadura. Sus chabolas est¨¢n cimentadas y no suelen ser visitados por las ratas, porque tienen perros y gatos cazadores. Rafael da el tipo medio de actividad de las siete familias -casi setenta personas- que viven all¨ª. Ha llegado comentando c¨®mo est¨¢ la vida, porque le han pagado la chatarra a 6,80 y antes estaba a ocho y pico. Ha vendido 1.970 kilos -el producto de quince d¨ªas de recogida-, lo que supone algo m¨¢s de 13.000 pesetas. ??Para cu¨¢nto tiempo le da de comer eso a su familia??. ?Ten¨ªendo en cuenta que somos nueve -responde-, nos gastamos alrededor de mil pesetas diarias?.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.