El Viti, una categor¨ªa ante la que hay que descubrirse
Hay que destrozar inmediatamente la an¨¦cdota del Curro con sus inhibiciones y la inoperancia del voluntarimo Palomo, para resaltar cuanto hizo ayer El Viti en la Maestranza, con dos faenas importantes que son modelo de c¨®mo se domina a los toros cuando se pone en la tarea t¨¦cnica, inteligencia y valor.Particularmente me las reservo, aparte otros menesteres de mayor fuste, para cuando vuelvan los taurinos con ese giro, propio tan malos aficionados como suelen ser, del toro que no sirve. Pero todo toro sirve cuando hay torero responsable que conoce su oficio Los dos de El Viti habr¨ªan sido para los taurinos de los que no sirven si les llegan a salir a cualquiera de los muchos pegapases que tenemos, incluso dentro del bunker de las exclusivas y sus figuras.
Plaza de Sevilla
Segunda corrida de feria. Toros de Carlos N¨²?ez, bien presentados, bien armados, con dificultades. Curro Romero: pinchazo y rueda de peones (bronca). Pinchazo bajo huyendo, media contraria a escape, que ahonda la interminable rueda de peones, tres descabellos, otra rueda y un descabello m¨¢s (pitos). El Viti: estocada (vuelta al ruedo). Cuatro pinchazos y estocada; la presidencia le perdon¨® un aviso (vuelta a insistente petici¨®n del p¨²blico). Palomo Linares: estocada ladeada y rueda de peones (silencio) Estocada baja y tres descabellos (palmas y pitos). Curro Romero fue despedido a almohadillazos.
Pero le salieron a El Viti, que est¨¢ en un c¨¢lido oto?o de afici¨®n y creatividad.. Y con esos toros dif¨ªciles bord¨® el toreo. No exactamente para la filigrana, aunque filigrana tambi¨¦n hubo, sino para describir, en sendas lecciones magistrales, cu¨¢l es el sentido y el fin ¨²ltimo de este arte complejo e ins¨®lito que es la lidia.
Fueron impresionantes aquellos silencios de la Maestranza, con el p¨²blico absorto en todo cuanto hac¨ªa el diestro. Su contemplaci¨®n era un deleite, porque se trataba de la obra bien cimentada, bien construida y bien rematada, con salpicaduras de genialidad, que tambi¨¦n sabe tener El Viti, pues lleva la torer¨ªa en la m¨¦dula.
Los peligros de aquel segundo toro incierto y del reserv¨®n quinto se hac¨ªan merengue en la muleta dominadora, que obligaba a la embestida, mandaba en el recorrido, remataba con precisi¨®n matem¨¢tica para ligar los pases. Hubo algunos naturales y redondos de asombrosa hondura, y las faenas alcanzaron sus momentos m¨¢s emocionantes y bellos cuando empalmaba sin soluci¨®n de continuidad (casi parec¨ªa un solo muletazo) el natural con el de pecho, siempre marcado al hombro contrario. Despu¨¦s, en la primera de ellas, unos ayudados a dos manos al estilo de la vieja escuela, que hac¨ªan crujir los huesos del toro; en la otra, un abaniqueo suave y prolongado para coronar la ¨²ltima tanda de derechazos.
Todo fue argumentado y s¨®lido, casi dir¨ªa que perfecto tambi¨¦n, sin posible comparaci¨®n con el toreo que es habitual en nuestro tiempo. Hay que descubrirse ante la categor¨ªa de El Viti, que precisamente ahora, en su oto?o c¨¢lido, ha madurado el continuo aprendizaje de su larga carrera para entrar con todos los derechos y todos los honores en la reducida galer¨ªa de los toreros de ¨¦poca.
Lo dem¨¢s de la tarde de feria se qued¨® en una corridita de tantas. Los carlosn¨²?ez presentaron problemas, sobre todo porque eran de condici¨®n aplomados. Al tercero, adem¨¢s, lo destrozaron en varas y no pod¨ªa embestir pese a las voluntariosas porf¨ªas de Palomo. El sexto acab¨® tan reserv¨®n como los de El Viti, y Palomo le dio un ineficaz trasteo encimista que no gust¨®. Mala suerte para Palomo: estaba demasiado pr¨®xima la muestra de lo que de verdad es torear.
Curro le anduvo al primero por las lejan¨ªas, sin osar arrimarse ni una vez, y al cuarto le aplic¨® una raci¨®n del s¨ª pero no, quiero pero no quiero, me paro pero no me paro. Curro exige demasiado. Ya es bastante que todos los a?os renueve el prodigio de mantener encandilados a sus partidarios por el ensue?o de algo que ocurri¨® cierta vez. Pero ya resulta excesivo que pretenda operar el milagro de torear sin torear, de dar el muletazo sin que pase el toro. De cualquier forma, la ilusi¨®n y el honor de los curristas quedaron a salvo, porque al cuarto toro (el de s¨ª pero no) le instrument¨® buenas ver¨®nicas de recibo en e[quite dos y media que ni pintadas y hubo almohadillazos al final de la corrida sin que, como siempre, al ¨ªdolo se le alterara ni un pelo. De manera que la causa ya tiene cuerda para una temporadita m¨¢s.
La despedida a El Viti fue, en cambio, una ovaci¨®n estruendosa y sostenida, con la plaza puesta en pie. Con ¨¦l iba la esencia del toreo.
Santiago Mart¨ªn ha vuelto a salir del paso de la pregunta que desde hace mucho tiempo le vienen haciendo los informadores. ?Siempre creo que es la ¨²ltima vez?. Respond¨ªa as¨ª el torero de Salamanca a la pregunta sobre su posible retirada de los ruedos. El ano pasado hab¨ªa dicho en esta misma feria que pensaba dejar definitivamente la muleta.
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