Peque?a cr¨®nica del Premio Ja¨¦n de piano
Veintitr¨¦s a?os para un premio de piano en Espa?a son indicativos de muchas cosas.La primera de ellas, la solidez de su organizaci¨®n, que depende del Instituto de Estudios Jiennenses, pero que tiene su cabeza visible en ese incansable: arquitecto, siempre animoso y esperanzado, que se llama Pablo Castillo Garc¨ªa-Negrete.
Creciendo y perfeccion¨¢ndose de a?o en a?o, el Premio Ja¨¦n ha alcanzado en su vig¨¦sima tercera edici¨®n su m¨¢s alta cota de participantes y, lo que es mejor, de nivel de calidad.
Los 37 pianistas que concurrieron este a?o al Premio Ja¨¦n ostentaban hasta catorce nacionalidades diferentes, predominando los japoneses, norteamericanos y espa?oles. Acudieron tambi¨¦n sudamericanos, de la Europa oriental, de la occidental y de pa¨ªses asi¨¢ticos, como China, Corea y L¨ªbano.
Como dato curioso hab¨ªa que rese?ar esta vez la ausencia de japoneses en la final, aunque tres pianistas de esta nacionalidad pasaron a las semifinales.
Habida cuenta de la preparaci¨®n que suelen demostrar los int¨¦rpretes orientales en este tipo de -confrontaciones, ello puede dar idea de la calidad de los seis pianistas que llegaron a la fase final.
Un belga, Daniel Fernand Capeletti; un espa?ol, Luis Angel Sarobe; un rumano, Dan Atanasiu; dos alemanes, Rainer Becker y Michael Korstick, y un norteamericano, John Salmon.
Cada uno de ellos hizo cosas lo suficientemente destacables como para merecer el premio final. En la fase intermedia, el vasco Sarobe hab¨ªa extra¨ªdo de la Sonata K. 333, de Mozart, un clima conmovedor. Su Alb¨¦niz (Erita?a) tuvo calor, vida y hasta su poco de emoci¨®n.
Capeletti es un muchacho dotad¨ªsimo, del que probablemente oiremos hablar en el futuro. Su sensibilidad y objetividad son ideales para abordar, como ¨¦l lo hizo, la m¨²sica de Ravel y la de Prokofiev. Tambi¨¦n sorprendi¨® la t¨¦cnica del rumano Dan Atanasiu, cuya Fantas¨ªa B¨¦tica estuvo cargada de acentos personales, pero con una capacidad de comprensi¨®n hacia su ?esencia andaluza? digna del premio recibido como mejor int¨¦rprete de m¨²sica espa?ola.
Los dos alemanes, Becker y Korstick, obtuvieron, respectivamente, el segundo y el tercer premio. Becker demostr¨® un gran equilibrio y fortaleza en sus interpretaciones de Brahms (Fantas¨ªas, Op. 116) y Bartok (Sonata, 1926) y Korstick, aunque m¨¢s desigual, hizo una Sonata Waldstein de gran figura.
Ganador absoluto del Premio Ja¨¦n fue el norteamericano John Salm¨®n, que reside actualmente en la Alemania Federal. El poder¨ªo t¨¦cnico y la capacidad art¨ªstica de Salmon se traslucen en todo lo que hace. En la primera fase caus¨® gran impresi¨®n con una Toccata de Schumann fulgurante. En la segunda, dio una versi¨®n impecable de la monumental Hammerklavier, y del dif¨ªcil Corpus albeniciano. En la final, asombr¨® a todos con un Ravel exquisito, lleno de gracia e intenci¨®n, a la vez que delicado y de imponente amplitud sonora. Lo mismo cabe decir de su versi¨®n de la neoclasicista Sonata de Samuel Barber. Creo que el Premio Ja¨¦n ha lanzado, si Salmon logra darse a conocer en Europa, un formidable pianista que, por su juventud, puede situarse pronto entre los m¨¢s grandes del momento.
Y, a Prop¨®sito de la calidad de John Salmon, creo va llegando el momento de que Ja¨¦n levante el auditorium que pide un concurso de esta categor¨ªa. Con m¨¢s de cuatro lustros de admirable ejecutoria, posee hartos merecimientos para conseguirlo.
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