Ecuador elige hoy presidente de la Rep¨²blica
Los militares que componen el triunvirato gobernante en Ecuador han menudeado en las ¨²ltimas semanas sus declaraciones acerca del inalterable prop¨®sito de las fuerzas armadas de entregar el poder a quien resulte elegido presidente en los comicios del 29 de abril. Este hecho demuestra, por s¨ª mismo, que no existe confianza plena de que estas promesas vayan a cumplirse.Las razones de los ecuatorianos para esta desconfianza son muchas. Siete a?os de gobierno militar, salpicados de incumplidos compromisos de retorno a la normalidad pol¨ªtica, han llenado de escepticismo a la clase pol¨ªtica de ese pa¨ªs, sometida a los rigores de la dictadura. La opini¨®n p¨²blica aguarda expectante al 29 de abril para comprobar si las promesas de los militares en cuanto a la limpieza del proceso electoral y el respeto a los resultados son sinceras.
Est¨¢ claro que a las fuerzas armadas no les gusta el candidato que, seg¨²n todos los indicios, tiene m¨¢s posibilidades de convertirse en el futuro presidente. Ya se demostr¨® as¨ª en la primera vuelta de las elecciones, celebrada el 16 de julio del pasado a?o, cuando Jaime Roldds, dirigente por herencia de la Concentraci¨®n de Fuerzas Populares (CFP) obtuvo ventaja sobre el candidato oficialista, Sixto Dur¨¢n, representante del Frente Constitucionalista (FC), coalici¨®n de partidos de derechas.
El triunfo de Rold¨®s sorprendi¨® tanto a los militares y a la oligarqu¨ªa dominante en el pa¨ªs, que los esfuerzos oficiales por minimizar su victoria se convirtieron en un espect¨¢culo burdo y grotesco: se llegaron a anular los resultados de toda una circunscripci¨®n electoral, COTEPAXI. Se arguyeron irregularidades en los recuentos y hubieron de pasar cinco largos meses para que el Tribunal Supremo Electoral hiciera p¨²blicos los resultados definitivos de los comicios de julio.
Una antigua historia
Las razones de la animadversi¨®n militar hacia la concentraci¨®n de fuerzas populares, el partido de Rold¨®s, vienen de antiguo. El fundador del grupo, Assad Bucaram, es un l¨ªder nato, cuyas teor¨ªas populistas le han dado, desde siempre, un enorme apoyo entre las clases menos favorecidas de Ecuador.El golpe de Estado que, en febrero de 1972, derroc¨® al recientemente fallecido Jos¨¦ M. Velasco Ibarra fue una clara maniobra para impedir que Bucaram ganara las elecciones presidenciales convocadas para finales de ese a?o. Los militares no toleraban la posibilidad de que un pol¨ªtico como ¨¦l -de origen liban¨¦s, para mayor escarnio - , y permanente acusador de las fuerzas armadas por su complicidad con la clase explotadora ecuatoriana, tuviera siquiera la posibilidad de competir en unos comicios.
La historia se volvi¨® a repetir cuando, depuesto el general Guillermo Rofr¨ªguez Lara por sus propios compa?eros, en enero de 19761 ¨¦stos elaboraron un plan de ?normalizaci¨®n jur¨ªdica? del pa¨ªs, que Finalizaba con el traspaso del poder a los civiles. Las fuerzas armadas impusieron una ley electoral pensada exclusivamente para impedir la participaci¨®n de Bucarain y su grupo. El argumento legal utilizado fue muy h¨¢bil: los reglamentos de las fuerzas armadas establecen que el comandante general debe ser ecuatoriano por nacimiento y ascendencia, el presidente de la Rep¨²blica es, de acuerdo con la Constituci¨®n refrendada por los ecuatorianos a principios del a?o pasado, jefe nato de los ej¨¦rcitos. B¨²caram, hijo de libaneses, no pod¨ªa, por tanto, aspirar a la presidencia.
Lo que no pensaron nunca los militares es que Jaime Rold¨®s, casado con una sobrina de Assad Bucaram, podr¨ªa recoger con personalidad propia la herencia pol¨ªtica del dirigente guayaquile?o. Y as¨ª fue. Bucaram explic¨® a sus seguidores que Rold¨®s era su alter ego y aqu¨¦llos se volcaron votando a su favor en las elecciones de julio pasado.
Temores a una interrupci¨®n del proceso
La ley electoral dictada por e triunvirato militar establec¨ªa la necesidad de la mayor¨ªa absoluta para que el candidato triunfador en los comicios fuera proclamado presidente. Rold¨®s venci¨® a Duran ampliamente, y, seg¨²n los militares de la CFP, superando el 50% de los votos. Las maniobra del Tribunal Supremo Electoral redujeron la magnitud del triunfo hasta hacer necesaria la segunda vuelta, que es la que est¨¢ a punto de celebrarse ahora.Durante los meses transcurridos desde las elecciones de Julio hasta ahora, los temores sobre tina interrupci¨®n del proceso democratizador han sido constantes, y los intentos desestabilizadores, permanentes.
La opini¨®n p¨²blica ecuatoriana a¨²n est¨¢ conmocionada por el asesinato del candidato liberal en las pasadas elecciones, Abd¨®n Calder¨®n, v¨ªctima de un compl6t urdido, seg¨²n todos los indicios por el ex ministro del Interior coronel Bol¨ªvar Jarr¨ªn, hoy encausado por la justicia.
Todos estos largos avatares han conseguido cansar al electorado ecuatoriano, hasta el punto de que se vaticina una gran abstenci¨®n en los comicios del pr¨®ximo 29, en los que, te¨®ricamente, dos millones de electores deben acudir a las urnas para elegir al presidente de la Rep¨²blica y a 69 diputados de la C¨¢mara de Representantes.
Los democristianos
Jaime Rold¨®s, de 38 a?os, tiene, sin embargo, las mayores posibilidades de obtener el triunfo. Ni ¨¦l ni su compa?ero de candidatura, el democristiano Oswaldo Hurtado, han dejado un solo instante de fustigar a las fuerzas armadas y a la oligarqu¨ªa local. Son muchos los que piensan que si se produce el esperado triunfo de Rold¨®s, los militares no le entregar¨¢n el poder. Se cita incluso al general Guillermo Dur¨¢n Arcentales, integrante del Consejo Superior del Gobierno, corno su presidente.Sixto Durin, un arquitecto de 57 a?os, que realiz¨® una meritoria labor como alcalde de Quito, es la alternativa preferida por las fuerzas armadas. Dur¨¢n encabeza una coalici¨®n de partidos de derechas, muy del agrado de la minor¨ªa enriquecida por el petr¨®leo y el incipiente desarrollo industrial del pa¨ªs. Dur¨¢n predica una ?soluci¨®n de orden? y acusa a Rold¨®s de comunista. El ex alcalde de Quito, sin duda, capitalizar¨¢ los votos del miedo y de quienes convenzan de que la presidencia de Rold¨®s al frente del Gobierno constituye un peligroso experimento para el que la naci¨®n no est¨¢ preparada.
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