Pablo Iglesias
Los diccionarios m¨¢s berroque?os e inconmovibles le dan todav¨ªa como nacido en El Ferrol del Caudillo, con iron¨ªa involuntaria, con esa iron¨ªa que generan siempre los diccionarios -cultura de sinoking- por el s¨®lo hecho de convertirlo, todo en una ficha: un pol¨ªtico, un pez, un escritor, una adelfa, un r¨ªo, una catedral g¨®tica, Recaredo o Pablo Iglesias.
Todo cabe en una ficha de diccionario. Cualquier cosa. Lo que quiere decir que los diccionarios son libros en blanco. Yo no los consulto nunca. Ni siquiera el Casares, que me lo regal¨® un a?o mi se?ora por mi santo, no sea que me estropee el estilo. El saber demasiada gram¨¢tica es lo que m¨¢s estropea el estilo.
Pero estamos en el centenario de la fundaci¨®n del Partido Socialista Obrero Espa?ol y yo recuerdo la primera vez que me encontr¨¦ con la tumba de Pablo Iglesias, en el cementerio civil de Madrid, la emoci¨®n de aquel dolmen labrado y laico, con la puerta ahogada de claveles y las fechas biogr¨¢ficas, hist¨®ricas, inscritas como en una perpetuidad casi romana. M¨¢s all¨¢ estaban las tumbas de Baroja y los de la Instituci¨®n Libre de Ense?anza y, en frente, la de Salmer¨®n, donde consta que dej¨® el poder ?por no firmar una sentencia de muerte?.
En pleno franquismo, y con menos de treinta a?os, aquel huerto de rojos, soto de muertos, corral de hombres dignos y apaisados, fue casi demasiado para m¨ª. Hice mucha literatura sobre el tema y podr¨ªa seguir haci¨¦ndola. Por eso no he ido esta ma?ana, despu¨¦s de pensarlo, a la tumba de Pablo Iglesias; por no hacer una excursi¨®n literaria en el autob¨²s del cementerio. Por respeto al muerto.
La Fundaci¨®n Pablo Iglesias est¨¢ ahora en la calle Monte Esquinza y prepara una serie de homenajes al gran socialista espa?ol que, con motivo de las recientes elecciones, ha vuelto a las vallas de Madrid, en competencia con el tigret¨®n y la moda Galer¨ªas, con su estampa de viajero de segunda de cualquier ferrocarril espa?ol de anta?o, con su gorra de cuadros y visera, entre hombre bueno de don Carlos Arniches y pariente pobre de don Francisco Giner de los R¨ªos.
Se anuncia tambi¨¦n un libro colectivo sobre Pablo Iglesias. Este peri¨®dico ha dedicado un l¨²cido e informativo editorial a la figura del viejo tip¨®grafo ilustrado y a la historia del PSOE. Pablo Iglesias se afilia a los veinte a?os a la Asociaci¨®n Internacional de Trabajadores. Funda y preside el PSOE y la UGT. Fue el primer socialista que ocup¨® un esca?o en el Congreso.
Pablo Iglesias funda y dirige El Socialista y desempe?a importantes cargos en la Internacional. Lo que m¨¢s nos ha quedado de ¨¦l, literariamente, es la estampa dominical y ma?anera del l¨ªder hablando a los obreros en el Retiro, estampa que fija Machado y algunos otros del 98. Por el teatro de Arniches y Dicenta pasa, sin pasar, esa sombra de Pablo Iglesias, esa tradici¨®n espa?ola y madrile?a del tip¨®grafo que ha conseguido pasar al otro lado de la tipograf¨ªa y enterarse de las ideas, de lo que hay detr¨¢s del plomo de imprenta.
Son los tip¨®grafos que trabajan, ya, no desde la artesan¨ªa, sino desde la cultura, desde el otro lado de la mesa. No desde la banqueta del obrero, sino desde la butaca del pensador. Pablo Iglesias, con esa cosa que tiene de tapicero de Lavapi¨¦s que lleva un taller bien llevado, es el tapicero que ha pasado al otro lado del tapiz, que no se ha quedado del rev¨¦s, en la confusi¨®n de hilos y colores, sino que ha le¨ªdo del derecho el tapiz de la Historia, que el proletariado teje sin saber lo que teje, y lo ha interpretado l¨²cidamente.
Cuando descubr¨ª la tumba de Pablo Iglesias, en mis primeros a?os de traves¨ªa de Madrid, apenas sab¨ªa nada del fundador del socialismo espa?ol, y por eso la emoci¨®n de su nombre fue para m¨ª una emoci¨®n po¨¦tica, que no s¨¦ si la pasi¨®n quita conocimiento, pero desde luego el conocimiento quita poes¨ªa. Ahora que lo s¨¦ casi todo de aquel organillero ilustrado que tocaba La Internacional con el codo ideol¨®gico, volver¨¦ cualquier d¨ªa, solitario, a su tumba. Pero s¨¦ que ya no va a ser lo mismo.
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