Apel.les Fenosa
Hay quien, con su vida, desmiente lo que el destino parec¨ªa tenerle reservado. Entre ¨¦stos contamos a Apel.les Fenosa. Nada, ni la oposici¨®n t¨®pica del padre, ni el irreprimible temblor que una enfermedad temprana dejara en su mano izquierda, ni siquiera un nombre que llamaba al terreno de otra creaci¨®n imposible, permit¨ªan prever una existencia dedicada a su vocaci¨®n de escultor. Y, sin embargo, como tal, habr¨¢ de reconocerle ya la historia. Aunque, bien pensado, puede que no todo sea fracaso por parte de las anteriores objeciones. Poco se asemeja, la de Fenosa, a esa imagen de escultor a lo Efaistos que castiga inmisericorde la piedra o el metal, por sacar alg¨²n provecho. Su trabajo se acerca m¨¢s al peque?o comentario sobre el barro, idea esbozada en un m¨ªnimo de materia. Esas piezas casi liliputienses, que son con seguridad lo mejor de su trabajo, son tambi¨¦n las favoritas de Fenosa. Tal como declarara a Mercedes Guill¨¦n en aquel inefable Artistas espa?oles de la Escuela de Par¨ªs: ?Entre dos esculturas, una grande y otra peque?a, de la misma calidad, la proporci¨®n de esp¨ªritu que entra en ellas es m¨¢s fuerte en la peque?a.? Si atendemos a la exposici¨®n de las salas del Patrimonio Art¨ªstico, esta afirmaci¨®n queda ejemplificada por casos, como el del Polifemo, en los que el boceto suele ganar con creces la batalla a su hermana mayor. El formato min¨²sculo hecho a la medida de la mano que le da forma, favorece la espontaneidad de ese temblor, de que se halla en la base de su trabajo y que, a menudo, halla acomodo en el tema de la metamorfosis.Son figuras como las de Apel.les Fenosa las que nos permiten comprender la verdadera complejidad de la ¨¦poca en la que se ubican, m¨¢s all¨¢ del esquema que, a base de grandes corrientes generales, traza una historia lineal y progresista de las artes. Y es precisamente por no adecuarse a dichas corrientes generales por lo que estas figuras permiten tapar los huecos que todo esquema origina sobre el panorama real. Muchas son las l¨ªneas que convergen en Fenosa: un cierto clasicismo, reminiscencias modernistas, algo del Matisse escultor... Excusar su presencia hablando de un eclecticismo meramente personal o de fidelidad a una tradici¨®n cultural catalana es no decir nada. M¨¢xime si atendemos al inter¨¦s despertado en Picasso, que fuera amigo e introductor de excepci¨®n en los medios parisienses, o en personajes como Eluard, Max Jacob, Michaux o Caillois. Todo indica que la historia, en su af¨¢n reductor, olvida tanto como recoge.
Apel
les Fenosa.Sal¨®n de la Biblioteca Nacional
Los nombres invocados aqu¨ª y otros (Cocteau, Supervieille, Genet, Tzar¨¢, Ponge) nos llevan al terreno de la amistad, motor fundamental en el mundo de Fenosa. De ello nos da testimonio una magn¨ªfica serie de peque?os bustos, algunos de los cuales se recogen en la exposici¨®n antol¨®gica que motiva este comentario. Son, seg¨²n recoge del artista Lluis Permanyer, m¨¢s bien fruto del compromiso a que la amistad obliga que del propio deseo del autor y vienen a traducir un intenso di¨¢logo con toda su generaci¨®n. De toda la colecci¨®n, dos se han perdido ya para siempre. Son los que Fenosa hizo de Picasso y de s¨ª mismo. Tal vez encerraron entre s¨ª un di¨¢logo excesivamente ¨ªntimo.
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