Las hermanas Bront? y Mae West
El largo fin de semana comenz¨® con la proyecci¨®n, el viernes por la noche, del filme franc¨¦s a concurso Las hermanas Bront?, de Andre Techine, continu¨® con la proyecci¨®n de Sextette, homenaje a Mae West, dirigido por Ken Hughes, y concluy¨® con un fant¨¢stico concierto de los Who a cuarenta kil¨®metros de Cannes, en su retorno al contacto directo con la gente.
La pel¨ªcula de Techine es un hermoso documento sobre una de las familias m¨¢s fascinantes del romanticismo. En el tratamiento del gui¨®n, de forma deliberada, el realizador se?ala la figura de Branwell Bront¨¦ -hermano de las famosas hermanas- como el elemento clave en la potenciaci¨®n del amor por la escritura. Pintor, amante apasionado, bebedor y opi¨®mano, Branwell logra subsistir durante sus 31 a?os de vida en este mundo, gracias a los desvelos de sus hermanas y, particularmente, a los de Emily, interpretada por Isabelle Adjani. Techine, seg¨²n sus propias palabras, deseaba mostrar el proceso creativo del artista, no de forma gradilocuente, al estilo de Hollywood, sino de forma m¨¢s sutil, elaborada y culta. La fotograf¨ªa, la cuidad¨ªsima ambientaci¨®n y una direcci¨®n de actores acertada permiten afirmar que el filme franc¨¦s entronca perfectamente con obras como La marquesa de O, de Eric Rohmer, o el filme de la Sanders sobre Von Kleist. Curiosamente, las tres pel¨ªculas citadas poseen un ritmo de acci¨®n muy similar. Las escenas surgen encadenadas con vocaci¨®n de vida propia, un tempo lento para hablar de pasiones desatadas e ¨ªntimas. La acci¨®n es b¨¢sicamente interior. El paisaje, incluido el humano, sirve a los rom¨¢nticos para vivir intensamente sus propias reflexiones. Cualquiera de las tres protagonistas femeninas, la ya citada Adjani (Emily), Marie-France Pisier (Charlotte) o Isabelle Huppert (Anne) son, desde el pasado fin de semana, firmes candidatas al premio de interpretaci¨®n femenina. La obra de Techine, pese a todo, tuvo mala acogida de cr¨ªtica y p¨²blico -descontando, naturalmente, a la cr¨ªtica francesa, que todav¨ªa se regodea en el chauvinismo m¨¢s descarado y burdo-. Todo parece indicar que el ritmo cinematogr¨¢fico impuesto por los norteamericanos provoca en el p¨²blico unos h¨¢bitos de contemplaci¨®n standards y unidireccionales. Cualquier intento de ruptura supone el comienzo de una larga batalla entre el realizador y el p¨²blico, batalla que parece contar todos los a?os con el n¨²mero suficiente de realizadores como para no considerarla definitivamente perdida.Sextette, de Ken Hughes es, seguramente, el homenaje m¨¢s s¨®lido y divertido que se pueda hacer a Mae West, al musical americano cl¨¢sico y a las fallas de Valencia. Timothy Dalton, Ringo Starr, Georges Hamilton, Tony Curtis, Alice Cooper, Keith Moon y Dom de Luise arropan con cari?o a una de las lenguas m¨¢s viperinas de la historia del cine: Mae West, una mujer que casi no puede andar (el paseo m¨¢s largo que se da en la pel¨ªcula es cuando cruza la suite del hotel en el que intenta consumar su sexta luna de miel, a los 262 a?os de vida).
Una cara inamovible, un cuerpo embutido en un cors¨¦, que calificarlo de ortop¨¦dico ser¨ªa falsear la realidad (todo escayola) y, sin embargo, sigue fascinando a quienes creen en la risa y en la irreverencia como m¨¦todo de conocimiento.
Toda la acci¨®n transcurre en un hotel de Londres, donde Mae West trata de llevarse al huerto a Timothy Dalton. A la vez se celebra una reuni¨®n mundial sobre el desarme. Diplom¨¢ticos (Tony Curtis es un embajador ruso con habitaci¨®n, de terciopelo rojo, caviar y vodka a raudales). Ringo Starr es un director de cine centroeuropeo, con propensi¨®n a la histeria y con la habilidad de olvidarse de decir acci¨®n cuando quiere comenzar a rodar. Georges Hamilton es un gangster elegante y cruel (clava el bol¨ªgrafo de la recepci¨®n en la mano del conserje cuando le dice que no tiene habitaci¨®n). Dom de Luise, secretario y manager de Mae, es una celestina apasionada que se marca un baile de cokquet encima de un piano de cristal, y Keith Moon (el bater¨ªa m¨¢s loco de los conjuntos rockeros, muerto en septiembre del a?o pasado) es el dise?ador de modas m¨¢s esquizofr¨¦nico que mostr¨® una pantalla cinematogr¨¢fica. A todo ello hay que a?adir un equipo de atletas norteamericanos que se alojan en el hotel para que la West pueda tener unas palabras con ellos en el gimnasio. Flores, globos de colores, carreras por los pasillos, botones que suben y bajan las escaleras mientras cantan y bailan. En definitiva, el aut¨¦ntico hotel de las mil y una estrellas, que gira en torno a la reina. La pel¨ªcula, al parecer, tuvo una mala acogida de cr¨ªtica en Estados Unidos y no parece levantar cabeza. Sin duda alguna, uno de los errores m¨¢s mon¨®tonos de los cin¨¦filos es el tomarse en serio todo lo que se proyecta a veinticuatro im¨¢genes por segundo. Mae West y sus alegres muchachos no se toman en serio ni a ellos mismos. Por eso perdurar¨¢n.
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