La delincuencia fascista
?(...) Si una democracia no sabe defenderse estar¨¢ siempre a merced de estas bandas de incontrolados cuyas conexiones con determinadas oligarqu¨ªas son algo m¨¢s que una simple sospecha. La vergonzosa fuga de Lerdo de Tejada no es m¨¢s que la consecuencia de mantener en puestos claves a enemigos convictos y confesos de la democracia, que siguen inspirando sus decisiones en los criterios y normas de la dictadura. Pero ser¨ªamos ingenuos si pens¨¢ramos que todos los peligros para la democracia comienzan y terminan en este caso.Somos conscientes que hay tambi¨¦n un terrorismo de extrema izquierda y otro de dudosa filiaci¨®n que se etiqueta con nombres extra?os y nuevos. Pero la peligrosidad del terrorismo de derechas viene dada m¨¢s por las connivencias y simpat¨ªas que parece gozar que por su propia fuerza y extensi¨®n. Durante m¨¢s de cuarenta a?os el fascismo ejerci¨® el monopolio del patriotismo y a los dem¨®cratas se los conden¨® a los fuegos eternos del infierno. Ahora hay personas que siguen considerando estos cr¨ªmenes como actos patri¨®ticos y los atentados contra la democracia como movimientos salvadores,
Los criminalistas dicen que cuando m¨¢s un delito responda a la personalidad de quien lo comete, m¨¢s gravedad reviste. No se trata de un acto ocasional, sino que responde a una personalidad determinada. Por eso la peligrosidad del delincuente persiste y es dif¨ªcil conseguir su recuperaci¨®n social.
La actividad fascista pertenece a esta especie de delincuencia. Para erradicarla no son precisos leyes ni tribunales especiales. Basta con aplicar lisa y llanamente la justicia de la democracia, igual para todos. Pero sin aparentes inmunidades ni tratos de favor. Es lo menos que puede pedirse. ?
13 mayo
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