La estrategia de la tensi¨®n
TRATAR DE disminuir la gravedad de los sucesos de este fin de semana en Madrid ser¨ªa un intento in¨²til. Estamos contra la utilizaci¨®n culpable que los l¨ªderes de la extrema derecha hacen de la sangre de los espa?oles para arrojarla contra el Gobierno o contra el r¨¦gimen como si fuera un panfleto o un discurso. Cuando nuestros ciudadanos y nuestros militares mueren por la acci¨®n de una banda de comunes delincuentes y manipuladores de sentimientos y siglas pol¨ªticas, lo menos que puede hacerse es respetar su sacrificio, pero no utilizarlo en una vergonzosa acci¨®n de enfrentamiento civil. Pero no hay que confundir tampoco esta deleznable actitud que se?alamos con la comprensible indignaci¨®n y el dolor, que compartimos como personas y como espa?oles, de aquellos cuerpos profesionales m¨¢s castigados por la acci¨®n del terrorismo, de aquellos sectores de poblaci¨®n -y muy notablemente el pueblo vasco- m¨¢s amedrentados por las metralletas y las bombas. Y tampoco hay que eximir por eso al Gobierno de las responsabilidades que asumi¨® al ganar las elecciones ni de la cr¨ªtica frente a su ya preocupante inactividad en la resoluci¨®n pol¨ªtica de los graves problemas qqe nos aquejan.Por lo dem¨¢s, ?qu¨¦ se puede decir de nuevo ante una situaci¨®n ya tr¨¢gicamente cotidiana demasiado familiar para los espa?oles?
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La estrategia de la tensi¨®n
(Viene de primera p¨¢gina)
S¨®lo veinte pa¨ªses entre los 160 que exis!en se rigen por sistemas democr¨¢ticos, en el com¨²n entendimiento occidental del adjetivo. Espa?a acaba pr¨¢cticamente de ingresar en este club que, adem¨¢s de restringido, no tiene ninguna f¨®rmula m¨¢gica y unitaria para la resoluci¨®n de los problemas p¨²blicos. Desde el presidenciaIismo estadounidense a la Monarqu¨ªa parlamentaria espa?ola hay una serie de teor¨ªas sobre la aplicaci¨®n de la democracia que encuentran su com¨²n denominador en la defensa de los derechos humanos y las libertades p¨²blicas mediante el recurso al sufragio universal, el sometimiento del poder ejecutivo al legislativo, la Independencia del poder judicial y el respeto a las minor¨ªas pol¨ªticas.
Tener esto en cuenta desde nuestra perspectiva es conveniente para poder acceder a una mejor comprensi¨®n de lo que est¨¢ pasando y de lo que pueda pasar. Cuando se escribe o se habla de ?normalizaci¨®n democr¨¢tica? o de ?acceso a la democracia? hay que dejar constancia de que se trata del acceso a un sistema de valores que, por su impl¨ªcito respeto a las libertades, es fr¨¢gil, vulnerable, obviamente minoritario y sujeto al acoso de quienes creen antes en la raz¨®n de la fuerza que en la fuerza de la raz¨®n.
As¨ª, lo que est¨¢ pasando en Espa?a, los asesinatos de militares el viernes, el espeluznante atentado de ayer en una cafeter¨ªa de lo que en Madrid se viene entendiendo temerarl amente como ?zona nacional?, lo que pueda suceder hoy. D¨ªa de las Fuerzas Armadas. todo lo que ha venido ocurriendo en Espa?a desde al menos 1968 (a?o en que brota el terrorismo seriamente organizado), lo que ocurra en un inmediato futuro en materia terrorista, est¨¢ en los manuales de teor¨ªa pol¨ªtica y debe aceptarse sin ninguna resignaci¨®n, pero con la misma lucidez y frialdad con que planean su estrategia los terroristas y sus mentores: sin perder de vista la manipulaci¨®n partidista que de las repercusiones emocionales del terrorismo hacen otros enemigos de la democracia.
En vida de Franco, y antes de que fuera p¨²blico su declive fisico, el terrorismo apur¨® sus objetivos asesinando primero al garante te¨®rico de la continuidad del r¨¦gimen y dejando luego en dique seco el t¨ªmido ?esp¨ªritu del 12 de febrero?, planeado como tregua pol¨ªtica por Carlos Arias: bast¨® para ello volar la cafeter¨ªa Rolando en la calle del Correo. Reimplantada la democracia, la estrategla de la acci¨®n-represi¨®n-acci¨®n es sustituida por la estrategia de la tensi¨®n, ensayada hasta la saciedad en Italia, que golpea primero sistem¨¢tica y selectivamente a los estamentos sociales decisivos: Fuerzas Armadas y de Orden P¨²blico, judicatura, fundamentalmente. Una segunda escalada es la agresi¨®n a los ciudadanos indiscriminados (como ayer en Madrid), sean panaderos, en Euskadi, o simplemente, clientes de un bar. Se trata de hacer cundir el p¨¢nico de modo y manera que absolutamente nadie se sienta seguro. Si de a?adidura se provoca el atentado en un lugar corno la cafeter¨ªa California, que hab¨ªa adquirido caracteres simb¨®licos para la extrema derecha, la provocaci¨®n garia ya todo su sentido.
Espa?a, como Italia, parece haber entrado de lleno en la diab¨®lica partida de aledrez de la estrategia de la tensi¨®n, en la que confluyen revolucionarios ut¨®picos, marginados de las sociedades industriales, mercenarios y agentes internacionales. La urd¨ªmbre de este confuso tejido ser¨¢ por mucho tiempo -si no por siempre- un misterio insondable en que a lo m¨¢s se pueden atisbar remotos intereses cifrados en la permanencia de reg¨ªmenes d¨¦biles en la Pen¨ªnsula Ib¨¦rica y, en general, en la cuenca occidental del Mediterr¨¢neo.
Y la verdad es que contra esta sangrienta estrategia terrorista, la filosofia democr¨¢tica no ha levantado por su parte estrateola alguna de contenci¨®n, al margen de la elemental renuncia a entrar al trapo de la provocaci¨®n que ya rutinarlamente tiende el terrorismo. Ello no implica que, al menos en el caso espa?ol, se encuentre agotado el arsenal de recursos de contestaci¨®n al terrorismo. El Gobierno, sin embargo, lleva m¨¢s de sesenta d¨ªas barajando los cargos administrativos, y en medio, una irritante inercia pol¨ªtica, particularmente grave por lo que respecta a la soluci¨®n auton¨®mica del Pa¨ªs Vasco. ?Cu¨¢ntas veces se ha pedido al se?or presidente del Gobierno que tomase la iniciativa en este tema? ?Qu¨¦ espera para hacerlo?
En cuanto a la seguridad del Estado, el panorama no puede ser m¨¢s desolador. Son ya m¨¢s que evidentes los desentendimientos entre sectores de la autoridad judicial y otros de la polic¨ªa, mientras la caja fuerte con los secretos del Estado, que el se?or Su¨¢rez encontr¨® pavorosamente vac¨ªa a su entrada en la presidencia del Gobierno, contin¨²a pobl¨¢ndose de telara?as.
A corto plazo, la permanencia de Espa?a en ese civilizado y escaso club de pa¨ªses democr¨¢ticos est¨¢ condicionada al trabajo de un equ¨ªpo pol¨ªtico capaz de sacar al pa¨ªs de su perplejidad y su naciente desesperanza. Es responsabilidad de UCD saber construir ese equipo y no aplazar por m¨¢s tiempo decisiones fundamentales. Y es responsabilidad de todo pol¨ªtico y todo hombre que crea en la libertad y en la democracia no excitar las conciencias desde las tribunas y agitar las emociones. Pues no el que habla m¨¢s de la patria es el que mejor la sirve.
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