Atroz Nicaragua
TIENE RAZON Anastasio Somoza cuando dice que lo que est¨¢ pasando en su pa¨ªs -cada vez menos suyo- es ?peor que el terremoto?. El terremoto ayud¨®, finalmente, a redondear su fortuna; la revoluci¨®n puede mermarla algo, aunque hay pocas dudas de que, cuando llegue al exilio, Somoza podr¨¢ seguir el itinerario fastuoso del sha. Pero algo hay en el poder, algo hay de soberbia o de deificaci¨®n, que impide a los tiranos desafiados a dejarlo antes de que sea demasiado tarde. Somoza -?amo sobre todas las cosas a mis ciudadanos?- bombardea incesantemente los barrios alzados que rodean la ciudad, mantiene a sus tanques disparando continuamente. Parece una ¨²ltima resistencia, aunque no va a morir, como muri¨® Allende, en la Casa de la Moneda, o como Hitler, en el bunker de la Canciller¨ªa: no todo el mundo es capaz de llevar el final wagneriano a su propio holocausto. Es mejor aplicarlo a los dem¨¢s.La resistencia de Somoza no es una simple escenograf¨ªa. Est¨¢ esperando algo. Hitler esper¨® hasta el final que los aliados del mundo capitalista se volvieran contra la URSS y necesitaran de los ¨²ltimos restos de la Alemania nazi. Somoza cree a¨²n que Estados Unidos puede llegar a aceptar sus tesis de que ¨¦l, su dinast¨ªa y sus oligarcas son los ¨²nicos que separan a Nicaragua del comunismo; y que Nicaragua, salvada, podr¨ªa, a su vez, salvar a toda Am¨¦rica Central, a partir de El Salvador, de la amenaza pendiente. Hace tiempo que Carter abandon¨® a Somoza, y le abandon¨® tambi¨¦n el Departamento de Estado; pero dentro de Estados Unidos hay fuerzas que creen todav¨ªa que el anticomunismo armado de los ?hombres fuertes? es m¨¢s eficaz que el de los reg¨ªmenes democr¨¢ticos. Probablemente es demasiado tarde -como no haya un nuevo asesinato de Kennedy- para volver atr¨¢s el destino. La acci¨®n diplom¨¢tica de los pa¨ªses del Pacto Andino -Bolivia, Colombia, Ecuador, Per¨² y Venezuela- tiende precisamente a ayudar a elaborar un r¨¦gimen en Nicaragua que tenga el suficiente aspecto democr¨¢tico y que, al mismo tiempo, suponga un freno no s¨®lo al comunismo, sino a otras formas de revolucionarismo: los comunistas nicarag¨¹enses est¨¢n t¨¢citamente de acuerdo. Estos pa¨ªses est¨¢n en excelentes relaciones con Estados Unidos -pese a alg¨²n estallido verbal calculado- y con el mundo occidental, del que son una fuente de riqueza -materias primas, a partir del petr¨®leo- y un mercado importante de adquisiciones industriales. Sus reg¨ªmenes premeditadamente moderados -con variantes entre ellos- forman el pattern de lo que se desea para los pa¨ªses latinoamericanos. De un momento a otro se espera que estos pa¨ªses del Pacto Andino rompan con Somoza y reconozcan la coalici¨®n pol¨ªtica revolucionaria como Gobierno provisional: lo que supondr¨ªa una ayuda inmediata.
En la espera de lo improbable, Somoza est¨¢ arruinando el pa¨ªs, est¨¢ desencadenando una atroz represalia sobre sus ciudadanos. La operaci¨®n que ¨¦l mismo califica como de exterminio est¨¢ dando, en el interior, nuevas fuerzas a sus enemigos: el Frente Sandinista ofrece por lo menos la posibilidad de defender sus vidas con armas. Y en el exterior, una repulsa generalizada y un deseo de acabar cuanto antes con esta resistencia que no se puede llamar suicida, sino que habr¨ªa que llamarla, si se pudiera, suicida de los dem¨¢s.
No hace muchos d¨ªas que se daban en Madrid vivas a la guerra civil. Las im¨¢genes, los relatos, las estad¨ªsticas de muertos de Nicaragua est¨¢n recordando a los que no tienen memoria y ense?ando a los que nunca la vieron lo que es una guerra civil. Pero quiz¨¢ nunca se aprenda con la experiencia de los otros.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.