"Es hora de que Europa se d¨¦ cuenta de que no es una potencia"
Jean Jacques Servan-Schreiber (JJSS para el mundo pol¨ªtico- period¨ªstico) tiene 55 a?os. Fue el fundador del semanario L'Express, y a finales de los a?os sesenta, de la mano del ¨¦xito fulgurante de su libro El desaf¨ªo americano, accedi¨® al ?cotarro? pol¨ªtico galo. En menos de diez a?os, JJSS ha acumulado los t¨ªtulos de ex diputado de Nancy, ex presidente del Consejo Regional de Lorena, ex director y ex propietario de L'Express, ex ministro de la Reforma Regional (lo fue durante once d¨ªas), ex confidente del presidente Valery Giscard d'Estaing y, posiblemente, dentro de poco ser¨¢ tambi¨¦n ex presidente de su Partido Radical, puesto que a¨²n ocupa. Su ¨²ltima batalla perdida, de momento al menos, ha sido la de la Europa supranacional, por la que pleite¨® durante las recientes elecciones europeas al frente de una lista que no lleg¨® al 2 % del electorado. Nuestro corresponsal en Par¨ªs, Feliciano Fidalgo, ha conversado con JJSS sobre el futuro de Europa.
Pregunta. ?C¨®mo analiza el resultado de las recientes elecciones europeas, caracterizadas por el abstencionismo, el fracaso de la izquierda y la victoria de un centro-derecha poco propicio a cambiar su pol¨ªtica nacionalista?Respuesta. El sentimiento que se ha expresado es un sentimiento de miedo cuidadosamente alimentado por los dirigentes ante la idea de superar los nacionalismos. Sin embargo, la Europa de las fronteras nacionalistas y de los Estados no es capaz de dominar los nuevos problemas que se plantean hoy: el paro, la inflaci¨®n, el desaf¨ªo industrial, la crisis, problemas todos de car¨¢cter europeo supranacional. Y creer que respuestas separadas, divididas, nacionalistas, pueden ser eficaces, es, una ilusi¨®n. Los dirigentes no han confiado en los ciudadanos, exponi¨¦ndoles los problemas reales, y esto, para conservar su poder o apariencia de poder, y en todo caso, sus privilegios. As¨ª se explica el resultado de las elecciones.
Por puro instinto de conservaci¨®n espero se cambie de. mentalidad para superar los viejos nacionalismos. Creo que se ha escapado una ocasi¨®n importante y creo se presentar¨¢n otras r¨¢pidamente antes de que empiece el declive europeo y de que dominen completamente otras potencias como la asi¨¢tica, URSS, Estados Unidos, la potencia petrol¨ªfera. Ya es hora de que Europa se d¨¦ cuenta de que no es una potencia y de que a¨²n pod¨ªa serlo antes de dislocarse.
P. ?Es v¨¢lido hoy el Tratado de Roma?
R. El Tratado de Roma fue redactado y firmado hace veinte a?os, cuando no se planteaba ninguno de los problemas supranacionales que acabamos de evocar. Dicho tratado no responde de ninguna manera a los desaf¨ªos actuales, y la primera labor del Parlamento deber¨¢ consistir en dejar de lado las cuestiones institucionales, sin inter¨¦s, y resolver los problemas sin precedentes ya referidos.
Le citar¨¦ dos ejemplos del cambio que se ha operado: hace veinte a?os exist¨ªan cuatro potencias sider¨²rgicas en el mundo. Hoy hay veintisiete. Surgen nuevos competidores constantemente. El problema petrol¨ªfero o el nuclear tampoco exist¨ªan, y hoy domina a todos los dem¨¢s problemas, hasta tal punto que dependemos todos de las decisiones de la OPEP para finales de este mes de junio. En tales condiciones, ?d¨®nde est¨¢n la independencia, la voluntad, la potencia europeas?
P. ?Qu¨¦ Europa cree usted necesaria y posible hoy?
R. Una Europa total, geogr¨¢fica y pol¨ªtica al mismo tiempo. Geogr¨¢fica, decidiendo r¨¢pidamente la admisi¨®n de Espa?a y Portugal, como se les prometi¨® a estos pa¨ªses que se har¨ªa en cuanto accedieran a la democracia. Esto no lo digo hoy solamente. En mi campa?a europea en Toulouse lo expuse porque se cree, o se aparenta, que aqu¨ª existe gran hostilidad hacia la ampliaci¨®n de la CEE. Esta ampliaci¨®n es ben¨¦fica para todos y el s¨ª a Espa?a debe pronunciarse sin equ¨ªvocos y ahora, tras una negociaci¨®n sobre la modalidad de adhesi¨®n. Pero esto no son m¨¢s que modalidades. Sin esto y sin la primac¨ªa de lo pol¨ªtico, Europa no tiene, ni sentido, ni valor, y no ser¨¢ m¨¢s que una feria y un mercado.
P. En el mismo momento en que se intenta construir Europa, los regionalismos contin¨²an manifest¨¢ndose. ?C¨®mo liga usted estos dos fen¨®menos?
R. El regionalismo es el complemento natural de la construcci¨®n europea. Esto se ve claro en Francia y en Espa?a. Pero en mi pa¨ªs a¨²n est¨¢ prohibido el debate que se desarrolla en Espa?a. La realidad es sencilla. Para cada problema deben existir varios niveles de decisi¨®n pol¨ªtica, es decir: un nivel continental (Europa), un nivel nacional, otro regional y otro local. Quien suprima alguno de estos niveles demuestra que no ha captado la realidad del mundo actual, bajo pretexto del respeto a rutinas que, en realidad, no sirven m¨¢s que para conservar privilegios y distribuir prebendas.
P. Usted dijo un d¨ªa que la independencia nacional es una ilusi¨®n, y hoy se declara ultraeuropeo. Pero usted es el ¨²nico hombre pol¨ªtico franc¨¦s que emplea tal lenguaje. ?Qu¨¦ porvenir le pronostica a la Europa de la crisis econ¨®mica?
R. No hay independencia nacional. Pa¨ªses como Francia, Italia, Inglaterra o cualquier otro, ni dominan la inflaci¨®n, ni el problema energ¨¦tico, que tienen dimensiones europeas, ni tampoco controlan el paro.
Estos pa¨ªses no son due?os de su pol¨ªtica exterior. La independencia nacional es un mito. En todo caso, es posible imaginar una independencia europea, pero s¨®lo si Europa llega a ser una potencia unificada. Y en este caso, a¨²n, se tratar¨ªa de una interdependencia respecto a los otros polos, como Estados Unidos, la URSS, Arabia Saudita, etc¨¦tera, que, a su vez, ninguno de ellos es independiente. La palabra ?independencia? pertenece a otra ¨¦poca.
Hoy lo que domina es la interdependencia. Ni Estados Unidos ni la URSS pueden pretender la independencia. Y, una de dos: o se organiza la interdependencia o vamos hacia conflictos serios. Esto es cierto a nivel de la crisis econ¨®mica que usted evoca: no hay m¨¢s que ver la inquietud con que espera Europa las reuniones pr¨®ximas de la OPEP y de Tokio. Ello demuestra que nadie es independiente. Se habla de independencia s¨®lo por razones de pol¨ªtica interior o partidista. Esto es un c¨¢lculo malo y envenenado.
P. Cada cual, en Francia, reconoce que usted es un inventor, pero puede decirse que hoy ustedesun hombre solo respecto a los partidos pol¨ªticos tradicionales. ?Qu¨¦ va a hacer tras su fracaso europeo?
R. Siempre he estado solo, durante un tiempo, respecto a los partidos pol¨ªticos: hace veinte a?os, en el momento de la descolonizaci¨®n con Mend¨¦s France, contra los proyectos industriales del gaullismo (Concorde, siderurgia, etc¨¦tera), cuando fui el ¨²nico militante por el poder regional. Y este mes, aun a la hora del Poder europeo, me he opuesto al respeto religioso y arcaico por el Tratado de Roma. Los hechos, despu¨¦s, me han dado raz¨®n en cada uno de los .casos, o casi. Pero esta vez, por lo que se refiere a Europa, la espera no cabe. Si Europa no se hace el a?o pr¨®ximo, todos los esfuerzos contra la crisis ser¨¢n ineficaces. Espero, en consecuencia, que las confrontaciones con los grandes problemas forzar¨¢n la construcci¨®n europea en los pr¨®ximos meses. Yo voy a ocuparme de organizar lo que m¨¢s falla en mi pa¨ªs: la informaci¨®n real sobre los cambios, fulgurantes -econ¨®micos y sociol¨®gicos-, del mundo de hoy. Y para concluir, una an¨¦cdota concerniente a ese esfuerzo de ?solitario? que usted ha evocado: quiero anotar que, hace diez a?os, contrariando la moda de entonces en mi pa¨ªs, tanto en la derecha como en la izquierda, cuando escrib¨ª El desafio americano, acept¨¦ su publicac¨ª¨®n inmediata en Espa?a. Mantuve debates sobre su contenido en Barcelona y en Madrid, en las universidades y en p¨²blico, contrariamente al proceder de intelectuales, de hombres como "Sartre o Malraux, que, bajo el pretexto de la dictadura franquista, privaban a la juventud espa?ola de una cultura que deseaba, sin considerar que esta juventud no era responsable del franquismo.
P. Se?or Servan-Schreiber, ?por qu¨¦ no se orienta hacia usted la sociedad francesa?
R. La sociedad francesa contin¨²a dominada por dos fuerzas nacionalistas y retr¨®gradas: el gaullismo y el comunismo, que, desde hace treinta a?os, comparten intereses. Ello impide que mi pa¨ªs se adapte al mundo, pero estoy convencido de que mi pa¨ªs se har¨¢ europeo y se liberar¨¢ de sus venenos
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