La abstenci¨®n y el fraude planean sobre las elecciones mexicanas de ma?ana
Ma?ana, domingo, veintinueve millones de mexicanos elegir¨¢n cuatrocientos diputados federales, 85 diputados locales, siete gobernadores y 87 presidentes municipales. Y, por primera vez en cuarenta a?os, en los comicios participar¨¢n tres nuevos partidos pol¨ªticos: el Partido Comunista Mexicano (PCM), Partido Socialista de los Trabajadores (PST) y el Partido Dem¨®crata Mexicano (PDM), cuyo registro definitivo est¨¢ condicionado a obtener el 1,5% de la votaci¨®n total nacional, adem¨¢s del Partido Revolucionario Institucional (PRI), Partido Acci¨®n Nacional (PAN), Partido Popular Socialista (PPS) y Partido Aut¨¦ntico de la Revoluci¨®n Mexicana (PARM).
Los observadores se?alan que los dos enemigos m¨¢s poderosos de este proceso son el ?fraude y el abstencionismo?, que no han sido derrotados todav¨ªa. Se asegura que la reforma pol¨ªtica, impulsada por el Gobierno del presidente L¨®pez Portillo, y que ha dado lugar a un espectro electoral m¨¢s amplio, ?se juega el todo por el todo frente a dichos enemigos?.El ministro del Interior, Enrique Olivares Santana, ha expresado que el Estado pondr¨¢ en juego toda su capacidad para que se respete el voto. La depuraci¨®n del padr¨®n electoral es una de las v¨ªas para que la contienda se ventile ?en casa de cristal?, estiman las organizaciones pol¨ªticas.
Durante la campa?a electoral, los siete partidos mostraron su preocupaci¨®n por la ?falta de credibilidad? de la ciudadan¨ªa hacia las elecciones y, sin excepci¨®n, han hecho verdaderos esfuerzos para sensibilizar al pueblo para que vote. ?Tenemos que demostrar que estas elecciones ser¨¢n d¨ªferentes?, afirm¨® el secretario general del PST, Rafael Aguilar Talamanes. Por su parte, el l¨ªder del Partido Comunista, Arnoldo Mart¨ªnez, asegura que ? la actitud abstencionista, cualquiera que sea la justificaci¨®n o el prop¨®sito de quienes la propugnan, sirve directamente a la conservaci¨®n del sistema establecido, al mantenimiento de las actuales relaciones entre el poder y el pueblo, y conviene en forma especial al partido gobernante (PRI)?.
La novedad del proceso electoral lo constituye la participaci¨®n de dos partidos de izquierda (PCM y PST) y uno de derecha (PDM). El otro partido de izquierda que no participa en las elecciones (Partido Mexicano de los Trabajadores) busca su registro definitivo, sin condicionamientos. Es solamente el resultado de las crisis electorales de 1970, 1973 y 1976 (el actual presidente no tuvo rival porque a su candidatura se le sum¨® el PPS y el PARM. El PAN no present¨® candidato), donde el partido gubernamental (PRI) lleg¨® a su punto m¨¢s bajo de electores y el sistema ?alcanz¨® el tope de expectativas no cumplidas? en una inmensa mayor¨ªa de poblaci¨®n que se abstuvo.
La desconfianza en la reforma pol¨ªtica se ve con el resultado de las encuestas. En un sondeo realizado en tres grandes ciudades, Chihuahua, Monterrey y Guadalajara (estas dos ¨²ltimas, las m¨¢s importantes del pa¨ªs, despu¨¦s de la capital) muestran que el 28% no saben a¨²n (o no quisieron decir) por qu¨¦ partido votar¨¢n, el 19% se abstendr¨¢n, el 6% est¨¢n indecisos, el 30% votar¨¢n por el PRI, el 10% por el PAN, el 3%,por el PC, el 1% por el PPS y el 2,5% se lo reparten el PST, PDM y PARM. De acuerdo con estos datos, en las pr¨®ximas elecciones se repetir¨¢ la historia de las anteriores: el partido gubernamental (PRI), mantendr¨¢ su posici¨®n de ?partido mayoritario?, pero la cantidad de votos que recoger¨¢ ser¨¢ minoritaria ?en relaci¨®n con el n¨²mero total de ciudadanos?.
La campa?a tambi¨¦n revela un alto grado de despolitizaci¨®n y la de un poder urgentemente necesitado de consenso social que reval¨²e ?su ya gastada legitimidad?. La izquierda se ha topado con un gran dilema para recobrar la confianza de amplios sectores en torno a la posibilidad de soluci¨®n del conflicto social y econ¨®mico, a trav¨¦s de la nueva legalidad establecida por la reforma pol¨ªtica.
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