Memorable corrida del marqu¨¦s de Albaserrada
Plaza de Pamplona. Ultima corrida de sanfermines. Toros del marqu¨¦s de Albaserrada, terciados, cornicortos, con mucha casta, bravos, nobles y poderosos. La corrida fue un gran ¨¦xito para la divisa: todos los toros fueron aclamados en diversas fases de la lidia y ovacionados en el arrastre. Al quinto se le dio la vuelta al ruedo y luego el mayoral hubo de dar otra. Joaqu¨ªn Bernad¨®: dos pinchazos, estocada corta baja y dos descabellos (algunos pitos). Pinchazo y estocada baja (vuelta al ruedo). Frascuelo: estocada (oreja). Pinchazo a un tiempo, que ahondan durante la rueda de peones el mismo matador y los banderilleros; estocada ca¨ªda y descabello (vuelta). Justo Ben¨ªtez: dos pinchazos, estocada que asoma por un brazuelo y otra corta atravesada (silencio). Estocada (aplausos). Antes de comenzar la corrida se rindi¨® un emocionado homenaje popular a Isidro Mar¨ªn, al despedirse de doblador de los encierros. Unos albaserradas de asombro. Hac¨ªa a?os, muchos a?os, que no presenci¨¢bamos nada igual. Casi todos derribaban, se iban arriba, no paraban de embestir. Alguno, como el sexto, que por un momento dio la sensaci¨®n de quedar agotado despu¨¦s de tres puyazos fort¨ªsimos, en el tercio siguiente se arrancaba desde lejos, con enorme velocidad y absoluta fijeza, y a Justo Ben¨ªtez, que se le ocurri¨® hacer una pasada antes de colocar el par de banderillas, le peg¨® un carrer¨®n a lo largo del di¨¢metro del ruedo y acab¨® arroll¨¢ndolo.
El p¨²blico, tan alborotado y ajeno a lo que sucede en el ruedo casi siempre en Pamplona, esta vez segu¨ªa la lidia con verdadera pasi¨®n, aclamaba, puesto en pie, a las reses. Las ovaciones al comportamiento de los toros restallaron sin parar a lo largo de todo el festejo, y al morir el quinto, con un verdadero alarde de casta, se produjo el homenaje popular a la divisa. Tras la vuelta al ruedo del toro, se oblig¨® a salir al mayoral, que la dio tambi¨¦n encompa?¨ªa de Frascuelo. Un triunfo de clamor, que ha de figurar de forma destacada en los anales de la feria de Pamplona y que ser¨¢ un hito en la propia historia de la fiesta.
Pero independ¨ªentemente de la, desbordante casta que tuvieron todos los toros, sin excepci¨®n, y de la bravura que exhibi¨® la mayor¨ªa, al p¨²blico le impresionaba la fuerza ins¨®lita de estos albaserradas, que, parad¨®jicamente, eran muy terciados. Quiz¨¢ se trat¨® de la corrida de menos presencia de toda la feria. Y no se explica muy bien que con envergadura tan justita desarrollaran mucho m¨¢s poder que los toros gigantescos corridos en tardes anteriores. ?C¨®mo los miuras aparatosos, tan altos que llegaban a asomar la cabeza por encima de la barrera, no fueron capaces de derribar y, en cambio, los albaserradas, chiquitos, pod¨ªan hacerlo no una, sino varias veces, y despu¨¦s de un castigo terrible se crec¨ªan corr¨ªan, materialmente ?se com¨ªan? los enga?os, cual si apenas les hubieran sangrado?
El primero tom¨® con bravura cuatro puyazos interminables boyante en todos los tercios, muri¨® con bravura. El segundo sali¨® suelto del primer puyazo, lo llevaron a ch¨ªqueros para el segundo, donde romanc¨®, y en el tercero, en el terreno opuesto, se arranc¨® de largo y se creci¨® al castigo. Pronto, alegre y fuerte en banderillas, fue muy noble. El tercero (francamente peque?o, por cierto), que se arrancaba a los caballos nada m¨¢s verlos, derrib¨® dos veces y tambi¨¦n para el tercer puyazo lo llevaron a toriles, donde sufri¨® un castigo terrible. A pesar de ello, se fue arriba en banderillas. Para la muleta result¨® prob¨®n y tuvo genio. El cuarto realiz¨® una salida espectacular y remat¨® en tablas. Derrib¨® en la primera vara, recarg¨® con fijeza en dos m¨¢s y, cambiado el tercio, se arranc¨® de nuevo, volviendo a de,rribar con estr¨¦pito. Recrecido en el tercio siguiente, embisti¨® con clase extraordinaria a la muleta y muri¨® de pie, en los medios. Para este toro se pidi¨® la vuelta al ruedo. El quinto, de m¨¢s trap¨ªo, abierto de cuerna, derrib¨® tres veces. En los dos primeros encuentros sali¨® suelto, pero en los siguientes se arrancaba de lejos, romaneaba y se crec¨ªa al castigo. Pronto, alegre y codicioso en banderillas, gazape¨® al principio de la faena de muleta, pero luego embisti¨® con gran prontitud y nobleza. Muri¨® espectacularmente, de pie. Se le premi¨® con vuelta al ruedo y dio otra el mayoral. El sexto ech¨® las manos por delante a los capotes, sali¨® suelto de dos puyazos y en el tercero, muy duro, que tom¨® entregado y romaneando, se revolvi¨®. Sus arrancadas en banderillas, al primer cite, fueron impresionantes y en el ¨²ltimo tercio exhibi¨® una casta agresiva que puso en apuros al matador. Tuvo nobleza y muri¨® en los medios.
Los albaserradas redondearon una gran feria, la mejor en cuanto a ganader¨ªas que hemos visto en los ¨²ltimos a?os. La comisi¨®n taurina de la Casa de Misericordia se apunta un ¨¦xito de organizaci¨®n que no ser¨ªa justo soslayar. Eligieron para la feria del toro unos hierros excelentes, con ejemplares de presentaci¨®n impecable -a salvo excepciones, como la corrida de Mart¨ªnez Benavides-, y para remate, los toros del marqu¨¦s de Albaserrada, en cuyojuego casi nadie confiaba. Pero ya se ha visto c¨®mo esta corrida ha sido la mejor.
Los diestros estuvieron muy por debajo del ganado. Tienen disculpa, sin embargo, pues est¨¢n poco placeados y adem¨¢s es muy dif¨ªcil dominar al toro de casta, tan vivaz y tan fuerte como eran los albaserradas. Con el mejor lote, Bernad¨® torc¨® sin salirse de ese tono medio de pulcritud y gusto a que nos tiene acostumbrados, el cual no arrebata, pues el torero elude el riesgo y nunca se entrega. Frascuelo derroch¨® valor y voluntad en sus faenas. Justo Ben¨ªtez se midi¨® con los toros de m¨¢s problemas y no pudo con ellos. Ambos banderillearon y lo hicieron sin especial relieve. Pero la corrida result¨® un espect¨¢culo de primera magnitud, precisamente por el juego de las reses. Los pamploneses vivieron una tarde de toros inolvidable, porque toro a toro, durante cada lidia, de principio a fin, la emoci¨®n era creciente y toda intervenci¨®n de los toreros, por m¨ªnima que fuera, ten¨ªa gran importancia.
La historia de la tauromaquia tendr¨¢ que referirse a esta corrida de Albaserrada, aut¨¦nticamente niernorable, y los anales sanfermineros deber¨¢n recoger los nombres de la comisi¨®n taurina de la Casa de Misericordia, que preside Jos¨¦ Mar¨ªa de Andr¨¦s, para perpetuar el rri¨¦rito indiscutible de quienes han rriontado la mejor feria del toro que se recuerda.
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