La francesa Simone Veil, primera presidenta del Parlamento Europeo
ENVIADO ESPECIAL,Simone Veil, la ex ministra francesa de la Salud, fue elegida ayer, en la segunda vuelta, la primera presidenta de la Asamblea Europea, tras una jornada en la que el centro-derecha, dominante en el hemiciclo, se manifest¨® divergente antes de realizar un compromiso para evitar la sorpresa que hubiese constituido un triunfo socialista.
M¨¢s de 250 personalidades de? mundo entero asistieron al ?bautizo? de un Parlamento salido del sufragio universal, que se valora como una fecha hist¨®rica en la construcci¨®n europea. Los presidentes espa?oles del Congreso y del Senado, Landelino Lavilla y Cecilio Valverde, llegaron anoche para asistir esta ma?ana a la inauguraci¨®n de la presidencia de la se?ora Veil. En la embajada espa?ola, el se?or Lavilla impuso la gran cruz de Isabel la Cat¨®lica al que ha sido hasta ahora secretario general del Consejo de Europa, Karl Hackermann.
?Ha sido una jornada bastante penosa; excesivamente parlamentaria podr¨ªa decirse. La nueva etapa que comienza hoy merec¨ªa otra imagen ?, declar¨® a EL PAIS Claude Estier, diputado franc¨¦s del grupo socialista, para comentar esta jornada que, por otra parte, como repet¨ªa, ?es una cita con la historia de la aventura europea?. Un ¨ªntimo del presidente Giscard, el diputado liberal Michel Poniatoski, abundaba en este sentido al declararnos: ? Lo importante, al margen de todas esas "historias" t¨ªpicamente parlamentarias, es que ha resultado emocionante ver aqu¨ª reunidos por primera vez a hombres y mujeres elegidos por nueve pa¨ªses de Europa.?
Lo cierto es que, un d¨ªa, la historia tambi¨¦n contar¨¢ que la premiere de la Asamblea Europea ha sido un festival de ajuste de cuentas, de maniobras, de zancadillas. Tras el discurso de apertura, pronunciado por la decana de la Asamblea -la escritora y pionera del feminismo Louise Weiss, 86 a?os (la m¨¢s joven, de veinticinco a?os, es gaullista, como la se?ora Weiss)-, los ?juegos? pol¨ªticos, unos m¨¢s sucios que los otros, tejieron un d¨ªa de aburrimiento sublime e ?hist¨®rico?.
De entrada no hab¨ªa m¨¢s que tres candidatos: la se?ora Veil, por los liberales; Mario Zagari, por el grupo socialista, y Giorgio Amendola, por los comunistas. No se hab¨ªa contado con los gaullitas, incluidos en el grupo de los ?dem¨®cratas europeos de progreso?, que, inesperadamente, ?contra la giscardiana? presentaron su cand¨ªdato, el senador parisiense Christian de la Malene. Tampoco se hab¨ªa previsto que el reducido grupo de ?diversos?, radicales ital¨ªanos, presentara a Emnia Bonnino. Esto, sin contar las interrupciones de sesi¨®n para ?en alma y conciencia? decidir si el presidente lo ser¨¢ por dos a?os y medio o por uno, como en el anterior Parlamento. Por fin, en una primera votaci¨®n, el grupo de los gaullistas consigui¨® veintis¨¦is papeletas. Con ocho de ellos, la se?ora Veil hubiese salido triunfadora, pero fue necesaria la segunda y decisiva vuelta.
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