"Ombudsman"
En el debate que sigui¨® a la proyecci¨®n de la pel¨ªcula La muerte del presidente, de Jerzy Kawalerowick, en el programa La clave, emitido el pasado s¨¢bado, diversas personalidades relacionadas con el mundo de la jurisprudencia y asociaciones ciudadanas trataron el tema El defensor del pueblo, figura que est¨¢ recogida en el art¨ªculo 54 de la Constituci¨®n espa?ola.Seg¨²n consta en este art¨ªculo d la Constituci¨®n, el ?defensor del pueblo? podr¨¢ supervisar la actividad de la Administraci¨®n, siempre que est¨¦ comisionado por las Cortes Generales y designado por ¨¦stas para la defensa de las libertades y derechos fundamentales que figuran en la misma Constituci¨®n.
La figura del defensor del pueblo tiene su origen en las legislaciones y en la pr¨¢ctica social de los pa¨ªses escandinavos, y, concretamente, de Suecia, en donde se estableci¨® este defensor -Ombudsman- en 1809, a ra¨ªz de una crisis pol¨ªtica importante. Su misi¨®n inicial era la de controlar la observaci¨®n de las leyes por los tribunales y los funcionarios, y perseguir ante los tribunales competentes, seg¨²n las leyes, a aquellos que en el ejercicio de su funci¨®n hab¨ªan cometido ilegalidades u olvidado cumplir convenientemente los deberes de su cargo por parcialidad, favor
cualquier otro motivo.
En el siglo XX la figura del ombudsman ha dejado de ser exclusivamente sueca. En 1919 se adopt¨® en Finlandia; en 1954, en Dinamarca; en 1962, en la Rep¨²blica Federal de Alemania para la administraci¨®n militar, y en 1957, en Nueva Zelanda. En Francia, el 24 de noviembre de 1970, el se?or Poniatowski presentaba en la Asamblea Nacional un proyecto de ley destinado a la creaci¨®n de un alto comisario de la defensa de los derechos del hombre. En 1971 se creaba por fin el mediador entre el ciudadano y la Administraci¨®n. Ocho a?os m¨¢s tarde le toca el turno a Espa?a.
Si tomamos como prototipo el ombudsman sueco, ya que el espa?ol todav¨ªa no se ha desarrollado, hay que decir que dentro de su ampl¨ªsima esfera de acci¨®n se encuentra la defensa de los derechos civiles de los ciudadanos. Se trata, por tanto, de un sistema peculiar de control de la Administraci¨®n p¨²blica, y cuenta como principal arma con el apoyo de la opini¨®n p¨²blica, ya que los resultados de sus investigaciones, motivadas por quejas de particulares o emprendidas por propia iniciativa, se publican en informes anuales. Esto no quiere decir que carezca de mecanismo jur¨ªdicos propios. As¨ª, por ejemplo, el Ombudsman sueco hizo condenar en 1825 al presidente de un tribunal que hab¨ªa dado una sentencia injusta y severa, y en 1916 acus¨® a un juez por su actitud sistem¨¢ticamente contraria a los acusados.
El ombudsman sueco es elegido por un comit¨¦ de 48 miembros del Parlamento, y su mandato tiene una duraci¨®n de cuatro a?os. Puede ser reelegido, aunque con el l¨ªmite tradicional de tres per¨ªodos. El cargo suele recaer en personas de gran distinci¨®n intelectual y moral, aunque no de demasiada edad. Sus honorarios son los mismos que los de un juez del Tribunal Supremo.
Pero la fuerza mayor del ombudsman, como muy bien ha se?a lado el profesor Miguel Urabayen, que ha estudiado este fen¨®meno en su aplicaci¨®n al terreno de la informaci¨®n y la vida privada, es la publicidad de sus decisiones. Y esto realmente ha dado ¨¦xito a la instituci¨®n. Los administrados saben que en caso de abusos tienen un protector a su alcance, sin gastos ni grandes molestias; los administradores conocen lo muy desfavorable que para sus carreras futuras ser¨ªa ver condenadas sus acciones por el ombudsman en su informe anual al Parlamento.
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