Imposible sonre¨ªr
Sonre¨ªr por la ma?ana es dif¨ªcil. sobre todo cuando hacen todo lo posible para que no lo consigas. Me explico. Son las siete de la ma?ana y llego a la taquilla de la estaci¨®n de Alcorc¨®n, pido un combinado de ida y vuelta Y dejo las 39 pesetas sobre la repisa de metal. ?Son 43, ha subido?, dice el empleado. Mi gesto empieza a parecer duro. Despu¨¦s de esperar siete minutos, por fin llega el convoy que nos trasladar¨¢ hasta Aluche: empujones, codazos y pisotones para conseguir una parcelita o, en casos de excepci¨®n, un asiento. Y en el camino te da por pensar en esto de la subida (que no por frecuentes, dejan de ser temidas) y el gesto sigue endureci¨¦ndose. Ya en Aluche, al hacer el trasbordo, me encuentro con las escaleras mec¨¢nicas estropeadas (llevan as¨ª dos meses, m¨¢s o menos). Estoy de acuerdo en que hacer ejercicio es bueno, pero cada cosa a su tiempo. Miro alrededor y la gente no viste chandal: nuestro deporte es m¨¢s barato, usamos sudadas ropas de trabajo y bolsas con aros ol¨ªmpicos que transportan el refrigerio de la una. Todo m¨¢s acorde con el aspecto s¨®rdido de los vagones, pero al fin y al cabo es el transporte de los pobres... Mi ce?o, apret¨¢ndose cada vez m¨¢s.Por mi cabeza pasan pensamientos como ¨¦stos: supongo que la subida alcanzar¨¢, al menos, para
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Imposible sonreir
(Viene de p¨¢gina 9)arreglar las escaleras. Estos peces gordos tendr¨ªan que viajar en Metro. ?Qu¨¦ cara de cansado tiene el se?or de gafas y camisa verde, y el otro, y el de all¨¢ ... !
Y es que parecen menudencias y el lector puede criticar mi exagerada sutileza, mas piense lo que piense, cada ma?ana me es m¨¢s dif¨ªcil sonre¨ª y lo malo es que la sonrisa no aparece, por mucho que lo intento, a lo largo del d¨ªa.
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