Cien d¨ªas de poder municipal
LOS AYUNTAMIENTOS formados con las primeras elecciones democr¨¢ticas han cumplido en estas fechas sus cien primeros d¨ªas. No pocas personas han depositado en la renovaci¨®n de los centros de poder municipales y provinciales fundadas esperanzas de que contribuyeran a la democratizaci¨®n de la sociedad espa?ola. Quiz¨¢ por eso mismo el Gobierno dilat¨® cuanto pudo y embosc¨®, con la convocatoria de generales, la celebraci¨®n de estas elecciones que dar¨ªan -como dieron- un triunfo a las fuerzas de izquierda.Muchos ciudadanos, sin embargo, comienzan a preguntarse en estos momentos si el acceso de alcaldes y concejales de izquierda al gobierno de los principales municipios ha servido para confirmar las esperanzas depositadas o si estos cien primeros d¨ªas de gobierno municipal han demostrado que la izquierda padece serias dificultades a la hora de provocar un cambio real desde el poder.
El breve tiempo transcurrido desde la celebraci¨®n de las elecciones municipales no es, desde luego, un per¨ªodo suficiente para establecer un juicio global y definitivo sobre la pol¨ªtica desarrollada, pero s¨ª permite -al menos- comentar algunas l¨ªneas de actuaci¨®n y ciertas actitudes de los nuevos gobernantes de los municipios.
Los nuevos alcaldes y concejales han recogido -en buen n¨²mero de casos- una administraci¨®n maltrecha y heredado ciudades propias para ejercer el v cio de la destrucci¨®n antes que el arte del embellecim lento y la ordenaci¨®n. La inexistencia de una ley de Administraci¨®n local democr¨¢tica ha dado lugar a no pocas situaciones pintorescas, y coloca a los ayuntamientos en situaci¨®n de impenitentes pedig¨¹e?os y serviles menores de edad de la todopoderosa Administraci¨®n central. Las haciendas municipales, sujetas en su subsistencia a la generosidad del Gobierno, sit¨²an siempre a concejales y alcaldes en una permanente posici¨®n de dependencia y debilidad. Dif¨ªcilmente una corporaci¨®n podr¨¢ plantear un plan de actuaci¨®n futura y en profundidad sobre su ciudad, si desconoce cu¨¢les van a ser sus futuras competencias e ignora la cuant¨ªa de los recursos de los que va a disponer.
No obstante, y a pesar de todos estos inconvenientes, el rodaje de las fuerzas de izquierda en las poltronas municipales ha presentado no pocos matices preocupantes. En buen n¨²mero de casos, algunos alcaldes y concejales han mostrado desde el primer momento una obsesiva preocupaci¨®n por proyectar la imagen contraria a la que, l¨®gicamente, esperaban los ciudadanos que les hab¨ªan votado. La asistencia del profesor Tierno Galv¨¢n a procesiones y el uso y abuso de s¨ªmbolos propios de un pol¨ªtico de derechas, que podr¨ªan resultar explicables en el contexto de una estrategia de desd ra matizaci¨®n del triunfo de las fuerzas de izquierda, es todo un ejemplo para que se pueda pensar que el cambio ha quedado, por el momento, en una mera sustituci¨®n de personas, y no en la instrumentaci¨®n de una pol¨ªtica diferente.
Pero no s¨®lo ha sido en el terreno de la simbolog¨ªa en el que se pueden encontrar dichos s¨ªntomas preocupantes. La campa?a desatada desde UCD, con acusaciones de ?frentepopulismo?, al conocerse el resultado de las elecciones, parece haber cohibido a los nuevos ayuntamientos y -en no pocos casos- los ha sumido en una inoperancia acusada.
En otros casos, los plenos y permanentes se han convertido en sesiones del m¨¢s puro corte parlamentario decimon¨®nico. Discusiones interminables sobre los nuevos nombres de las calles, retiradas de estatuas del r¨¦gimen anterior y pronunciamientos ajenos al ¨¢rea del poder municipal han hecho olvidar otros temas, quiz¨¢ no tan llamativos y brillantes, pero s¨ª m¨¢s importantes e inmediatos para los vecinos. Se ha echado en falta una actuaci¨®n m¨¢s vigorosa y planificada sobre los grandes problemas que afectan a nuestras ciudades, y se ha notado, en cambio, una vocaci¨®n desmesurada para pronunciarse sobre los asuntos de pol¨ªtica general.
Cien d¨ªas, insistimos, no son gran cosa, pero algo son. La izquierda prometi¨® cambiar la vida de los vecinos y ¨¦stos depositaron mayoritariamente sus votos en ella con esta confianza. No se puede, claro est¨¢, pedir peras al olmo, y los problemas de las grandes ciudades en este pa¨ªs, o son ya insolubles o tardar¨¢n lustros en poderse solventar. Pero hay un cierto desencanto respecto a la capacidad que socialistas y comunistas pueden tener a la hora de convocar efectivamente a la participaci¨®n ciudadana. Su actuaci¨®n municipal viene demasiado marcada por los avatares de la pol¨ªtica nacional, y no por las necesidades concretas y directas de sus votantes.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.