Adolfo Schlosser, escultor: "El arte no puede ser un oficio"
Adolfo Schlosser es austriaco. Estudi¨® pintura en la Academia de Bellas Artes de Viena y luego se march¨® durante tres a?os a Islandia. All¨ª dej¨® la pintura para dedicarse a la pesca de alta mar y a escribir. Hace unos diez a?os se estableci¨® en Madrid y ahora reside en el cercano pueblo de Bustarviejo. A ¨¦l se debe una de las exposiciones m¨¢s interesantes realizadas en Madrid la pasada temporada (galer¨ªa Buades). A partir de esa muestra comenzamos esta conversaci¨®n de verano.
La primera pregunta que uno suele hacerse al enfrentarse pior primera vez a sus objetos es casi siempre la misma: ?se trata de instrumentos musicales o de esculturas? Esta primera pregunta, claro, nunca tiene respuesta. Evidentemente son las dos cosas a la vez. Evidentemente tambi¨¦n hay como una intenci¨®n por partedel autor de que no terminen por ser ninguna de las dos cosas, al menos en el sentido usual de los t¨¦rminos escultura e instrumento musical. Por una parte hay mucho de oficio artesano en su realizaci¨®n y los materiales empleados -piedra, madera, pellejo de cabra, cera, ca?a, crin de caballo...- no pueden ser m¨¢s primitivos. Por otra parte los resultados, tras su manipulaci¨®n, no pueden ser m¨¢s elegantes. Valgan ahora los dos t¨¦rminos, primitivo y elegante, en su sentido m¨¢s usual.-El arte no puede ser un oficio para m¨ª -aclara Schlosser-. El oficio est¨¢ ligado a una tradici¨®n, t¨¦cnicas ancestrales heredadas y rnejoradas. En el arte est¨¢n en juego otras estructuras. Si en algunas de mis obras resalta lo artesanal, es porque se trata de instrumentos compuestas, instrumentos bricolage. Comparados con los instrumentos tradicionales resalta su hechura primaria: mis instrumentos esi¨¢n ?mal hechos?, desde el punto de vista de sus posibilidades de perfeccionamiento se quedan ati¨¢s. Y solamente sirven de manera imperfecta para hacer m¨²sica o incluso fracasan.
Aclaremos que, aunque en la actualidad estos objetos o instrumentos sirvan en su mayor¨ªa para arrancar sonidos y hacer m¨²sica con ellos, algunos se prestan a otros m¨²ltiples usos, bien como armas o escudos, para hacerlos girar, para taladrar, incluso para volar. Piden ser pulidos por la mano, que se los toque o acaricie En realidad han sido ya muy ma noseados antes de ser expuestos y esto se deja sentir de una forma muy sutil en su presencia en tanto que, objetos inanimados expues tos para ser vistos en una galer¨ªa de arte, en la atm¨®sfera que con tribuyen a crear o, como se dice ahora, en sus vibraciones.
Quiero usar mis instrumentos, gastarlos. Hacer m¨²sica con ellos es una manera de gastarlos si bien un objeto gastado est¨¢ mal visto en una galer¨ªa. Una obra de arte se quiere fresca y as¨¦ptica conservable en la historia del arte. Es el empe?o de hacer m¨²sica con mis objetos, el empe?o de manosearlos, pulirlos, lo que los convierte en instrumentos. En un principio no pienso en hacer instrumentos musicales. Los instrumentos tradicionales est¨¢n domesticados para sacar de ellos una m¨²sica de estructura determinada. Usarlos de otra forma de la prevista significa privarlos de su historia, degradarlos a simples objetos. Con mis instrumentos pasa lo contrario: no tienen histona, no tienen detr¨¢s predecesores menos perfectos y no existe: antes de su fabricaci¨®n ning¨²n. sistema musical. Ambos nacen. posteriormente en el intento de tocarlos. Es, de alguna manera, un intento de impregnar de historia un objeto sin tradici¨®n.
-Explique entonces qu¨¦ clase de m¨²sica est¨¢ intentando hacer.
-Hacer m¨²sica con un piano presupone dominar la m¨²sica y la t¨¦cnica del instrumento. El aprendizaje y la pr¨¢ctica del piano todav¨ªa no son m¨²sica. Las posibilidades de mis instrumentos son inc¨®gnitas, est¨¢n por descubrir. Y se quedan en este movimiento del descubrir posibilidades mientras no est¨¦ interesado en cristalizar una determinada estructura musical. No soy m¨²sico. Si domino un instrumento hasta el punto de repetir en ¨¦l un motivo musical, pierdo el inter¨¦s. En ese momento empiezo a tocarlo de otra manera o a hacer un instrumento nuevo.
Dice que no se considera m¨²sico, pero esto no fue obst¨¢culo para que durante la exposici¨®n orgart¨ªzam un concierto en la galer¨ªa Buades. Le acompa?aron un grupo de m¨²sicos cl¨¢sicos y varios amigos. La singular orquesta se escondi¨® tras una gran s¨¢bana blanca que, a modo de pantalla semitransparente, separaba a los m¨²sicos del p¨²blico. S¨®lo era posible verlos acerc¨¢ndose mucho a las paredes laterales y con miradas esquinadas, un poco en plan esp¨ªa. El concierto dur¨® casi dos horas. Del lado de all¨¢, es decir, del lado de los m¨²sicos, parece ser que lo pasaron en grande, se divirtieron much¨ªsimo con unos instrumentos que muchos de ellos ve¨ªan por primera vez, y los m¨²sicos de formaci¨®n cl¨¢sica quedaron gratamente impresionados sobre las posibilidades sonoras de los instrumentos de Adolfo. En el lado del p¨²blico hubo divisi¨®n de opiniones, como con los toreros, aparte del dato indiscutible de que al final quedaba mucho menos p¨²blico que al principio.
-No s¨¦ lo que se esperaba el p¨²blico -explica Schlosser-. Solamente s¨¦ que hicimos el intento de hacer m¨²sica y que ese intento tuvo que quedarse en una oscilaci¨®n entre las fronteras de la m¨²sica y la acci¨®n con objetos.
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