El dinero de Ios ¨¢rabes revoluciona la f¨®rmula 1
Los petrod¨®lares est¨¢n comenzando a revolucionar la f¨®rmula 1. Los Williams, los coches m¨¢s competitivos del momento, que han sido capaces de apartar de los puestos de honor a los Ferrari, Lotus y Ligier, dominadores iniciales de este campeonato, est¨¢n financiados en su totalidad por el dinero que llega desde Arabia Saudita, donde tienen dificultades para invertir el caudal de d¨®lares que les proporciona a diario la venta de petr¨®leo. Informa Ignacio Lewin.
La impresionante ascensi¨®n de los Williams, a las primeras posiciones ha sido tan r¨¢pida como espectacular. Pese a que ha llegado a materializarse s¨®lo en las ¨²ltimas carreras, desde hace algunas m¨¢s los coches Williams hab¨ªan demostrado sus posibilidades. Pero todo hab¨ªa quedado en eso, s¨®lo demostraciones. Peque?os fallos, absurdas aver¨ªas, privaban una y otra vez al luchador Jones y al veterano Regazzoni de mejores resultados. Esa mala suerte, y el cambio en el sistema de puntuaci¨®n establecido por el Mundial de f¨®rmula 1 para esta temporada, privar¨¢n a uno y otro de poder acceder a un t¨ªtulo que, en otro caso, podr¨ªa acabar siendo suyo.Sin embargo, Frank Williams, manager del equipo que lleva su nombre, no es nuevo en f¨®rmula 1. Su nombre ha saltado a la fama gracias a los millones que le han proporcionado sus patrocinadores ¨¢rabes. Pero, sin llegar a¨²n a los cuarenta a?os de edad, lleva quince metido en este complicado entramado.
Los comienzos de Frank Williams fueran como piloto, varios a?os de actividad en f¨®rmula 3, hasta que Williams se dio cuenta que no ten¨ªa aptitudes suficientes para llegar m¨¢s alto. Sin embargo, ¨¦l quer¨ªa seguir, de una u otra forma, alrededor de la competici¨®n, por lo que, ayudado por su simpat¨ªa natural y alg¨²n dinero recaudado, decidi¨® comprar un coche -el primero fue un Brabham- y hacerlo correr pilotado por alguno de sus rivales y amigos de su ¨¦poca de corredor. Pens¨¦ primero en Rindt, pero el austr¨ªaco ya se hab¨ªa comprometido. Luego en Piers Courage, quien, falt¨® de equipo, no dud¨® en firmar por Williams. Hab¨ªa nacido una escuder¨ªa, y Frank Williams era su nuevo m¨¢nager.
Sin socio y sin piloto
Eran los ¨²ltimos a?os de la d¨¦cada de los sesenta. Despu¨¦s de un primer contacto con la f¨®rmula 2, y siempre con Piers Courage ,como piloto, Williams lleg¨® a la f¨®rmula 1. A base de asociarse con el polifac¨¦tico constructor italiano Alessandro de Tomasso, logr¨® poner en pista al monoplaza que se hab¨ªa fabricado en Italia. Pero Courage se mataba en el Gran Premio de Holanda, a mitad de temporada, y el socio italiano decidi¨® retirarse. Williams si hab¨ªa quedado sin amigo, sin piloto, sin socio y sin equipo.
Despu¨¦s de un t¨ªmido regreso a escalones inferiores, como la f¨®rmula 3 y la 2, pero siempre ya como manager, Williams volvi¨® a la categor¨ªa reina, construyendo su primer coche gracias al apoyo de un fabricante de juguetes italiano que hab¨ªa conocido en su ¨¦poca de asociaci¨®n con De Tomasso. El coche, que recibi¨® la denominaci¨®n inicial del nombre del fabridante de juguetes -Politoys-, debut¨® en 1972. Pero su actuaci¨®n no fue buena, y los pilotos con que contaba por entonces Frank Williams, el franc¨¦s Henry Pescarolo y el brasile?o Carlos Pace, acabaron por abandonar el equipo.
A partir de entonces, con medios econ¨®micos limitad¨ªsimos y a base de vender espacios publicitarios del coche casi para cada carrera a los posibles anunciantes locales, Frank Williams pudo subsistir en la f¨®rmula 1. Comparado con los cuantiosos gastos de escuder¨ªas como Lotus o Ferrari, Williams era una especie de aficionado, del que muchos de sus compa?eros se re¨ªan por el extra?o sistema que precisaba para su montaje. Lo mejor que se dec¨ªa de ¨¦l era que era un loco, un chiflado, capaz de hacer piruetas en un hilo con tal de seguir jugando al manager, al constructor de f¨®rmula 1, pero que su rid¨ªcula actuaci¨®n no hac¨ªa sino desdecir a todos los que compon¨ªan el Circo.
Sin embargo, mediada la temporada de 1975, Frank Williams conoce a un multimillonario austr¨ªaco, nacionalizado canadiense, que quiere introducirse en la f¨®rmula 1. Es Walter Wolf. Como Williams tiene los conocimientos t¨¦cnicos y la experiencia, y Wolf los millones, la asociaci¨®n es casi inmediata. Nace, pues, un nuevo equipo, con estos dos componentes y con los restos de la escuder¨ªa Hesketh, que, falta de dinero -el propietario de la misma, el joven multimillonario brit¨¢nico, despu¨¦s de un par de a?os de exhibici¨®n de su fortuna y de lanzar a James Hunt a la fama, casi arruinado, decide arrojar la toalla-, abandona la competici¨®n.
Pero el equipo nace con mal pie. El primer coche, ya denominado Williams, no es otro que el Hesketh con peque?os retoques, y su rendimiento est¨¢ muy lejos de ser bueno. Los resultados no llegan y, al final de la temporada, Walter Wolf hace cuentas con su socio. Sus deudas son muy elevadas, superiores incluso a su participaci¨®n en el equipo, por lo que el brit¨¢nico se encuentra de nuevo en la calle, sin dinero, sin equipo, sin pilotos y sin coches.
La temporada siguiente, 1977, es como un retornar a sus comienzos. Frank Williams sigue emperrado en formar parte del Circo, y para ello se ve obligado a recurrir a la compra de un viejo coche. Con la aportaci¨®n de pilotos y alg¨²n espor¨¢dico anunciante, Williams sigue en la brecha. Llega hasta alquilar su coche a pilotos poco notorios, que, ansiosos de correr en f¨®rmula 1, aunque sea s¨®lo en la prueba de su pa¨ªs, pero sin las cualidades t¨¦cnicas, el dinero o la fama suficiente para disputar todo un campeonato enrolados en un equipo potente, recurren a este sistema para alcanzar su objetivo. Su escuder¨ªa es casi una empresa de alquiler de coches de f¨®rmula 1. Coches, por supuesto, viejos, con motores en pobres condici¨®nes, con chasis reparados una y mil veces, despu¨¦s de m¨²ltiples accidentes -l¨®gicos ante la inexperiencia y el ardor de sus eventuales pilotos-, ante la imposibilidad econ¨®mica de acceder a un material m¨¢s competitivo. Pero Frank Williams, el mercader de la f¨®rmula 1, sigue formando parte del Circo.
Y de pronto surge la esperanza. A mitad de la temporada de 1977, y gracias a la ayuda de su primo, que trabaja en las l¨ªneas a¨¦reas de Arabia Saudita, conoce a uno de los miembros de la familia real ¨¢rabe. Frank Williams, un aut¨¦ntico relaciones p¨²blicas, contagia su fiebre por la f¨®rmula 1 al pr¨ªncipe, y ¨¦ste, casi porque el brit¨¢nico le deje en paz, le ofrece una m¨ªsera ayuda. Veinte millones de pesetas, que para Williams son much¨ªsimo, pr¨¢cticamente la esperanza.
Al final del a?o, Williams vuelve a coincidir con el pr¨ªncipe ¨¢rabe y le saluda muy afectuosa mente. Gracias a su ayuda, ha podido terminar la temporada. Tras unas primeras palabras de agradecimiento, el ¨¢rabe, muy cort¨¦smente, le dice a Williams que le disculpe, pero que no sabe qui¨¦n es. El brit¨¢nico, un poco extra?ado, contesta al ¨¢rabe que ¨¦l es Frank Williams, ese al que hace unos meses Su Alteza le dio veinte millones. ??S¨ª? No lo recordaba.?
Un fil¨®n
Inmediatamente, Williams se da cuenta que est¨¢ ante un fil¨®n. Para ¨¦l, que todo han sido dificultades econ¨®micas, veinte millones son muchos, mientras que el ¨¢rabe ni siquiera recuerda haberlos dado. Eso le hace suponer que puede haber much¨ªsimo m¨¢s y entabla una cita con el pr¨ªncipe en su casa, en Arabia Saudita, para unos d¨ªas despu¨¦s.
Cuando llega al aeropuerto, un enorme Cadillac le est¨¢ esperando. Aire acondicionado, bar, m¨²sica estereof¨®nica, televisi¨®n, todo un extra?o mundo de superlujo tiene cabida en ese coche americano construido a medida para el pr¨ªncipe ¨¢rabe. Es como un sue?o. Mientras el coche discurre suavemente por una impresionante autopista hu¨¦rfana de tr¨¢fico, Frank Williams hace elogios de la autopista a la persona que ha acudido a recibirle, compar¨¢ndola con las mejores de Europa o Estados Unidos con saldo positivo para la saudita. Como toda respuesta, el ¨¢rabe contesta a Williams: ?Muchas gracias por sus elogios, pero esto no es una autopista. Es la carretera particular de acceso a las posesiones del pr¨ªncipe.?
De la reuni¨®n con el pr¨ªncipe, Frank Williams saldr¨¢ con un contrato de casi 250 millones de pesetas al a?o para apoyar a su equipo de competici¨®n. Eso s¨ª: tendr¨¢ que anunciar en sus coches varias empresas del pa¨ªs, y ninguno de los componentes del equipo, ni pilotos, ni ingenieros, ni mec¨¢nicos, podr¨¢n tener el menor ascendente jud¨ªo. Sus hist¨®riales deber¨¢n ser estudiados detenidamente para no caer en ese error. Y si las victorias llegan, jam¨¢s uno de sus pilotos podr¨¢ beber champ¨¢n en el podio, porque sus leyes lo proh¨ªben. Agua o zumos de frutas ser¨¢ todo lo que beba su.equipo para festejar los ¨¦xitos.
En s¨®lo un a?o de tiempo, Frank Williams ha pasado de ser ridiculizado a ser envidiado. Sus coches est¨¢n en las primeras posiciones y dif¨ªcilmente pueden ser seguidos por los Ferrari, L¨ªgier, Renault, Lotus o Brabham.
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