Pero ? hubo alguna vez una pol¨ªtica informativa de izquierda?
Los partidos pol¨ªticos de la izquierda parlamentaria, los dos partidos pol¨ªticos que la componen, han perdido el tiempo desde su legalizaci¨®n proponi¨¦ndose, el mayoritario, como ?alternativa de Gobierno? y proponiendo, el minoritario, un Gobierno de concentraci¨®n. Ni el uno ni el otro han explicitado, sin embargo, qu¨¦, habr¨ªa que hacer si se cumplieran tales ambiciones. Apenas han pasado de unas someras declaraciones de principio, en las que no se advierte gran diferencia con lo que el Gobierno dice que se propone hacer. Un santo temor a la desestabilizaci¨®n hace que la oposici¨®n no ejerza apenas, y ese ?consenso?, formulado o t¨¢cito, es el que mantiene la democracia que se quiere consolidar en un estado de fragilidad muy peligroso. Porque no se hace frente a sus evidentes deficiencias por miedo a quedarse sin ella. Y as¨ª es como, permitiendo que se la limite con leyes como la de seguridad ciudadana, etc¨¦tera, nadie la pone a prueba para ver qu¨¦ cantidad de libertades p¨²blicas resiste.Entre los m¨¢s asombrosos ejemplos de tal actitud est¨¢ la indefinici¨®n de la izquierda parlamentaria en la cuesti¨®n de los medios de comunicaci¨®n. El caso de la TVE resulta m¨¢s que escandaloso, porque a favor de los silencios -o de las t¨ªmidas protestas- de la izquierda, se ha perpetuado y solidificado el continuismo franquista, que ha pasado a ser pura y simplemente ucedista. Los mismos perros y casi con los mismos collares.
Uno se pregunta si la izquierda no ha valorado suficientemente la fuerza de ese medio para ganar o perder elecciones, por ejemplo, lo cual no depende s¨®lo del per¨ªodo electoral, en el que se reparten algunos espacios -lamentablemente utilizados por la izquierda, desde el punto de vista de la t¨¦cnica de su eficacia-, sino de una acci¨®n constante en la que se privilegia escandalosamente al, partido en el poder. Bastar¨ªa que estuviera en el poder para que el funcionario pretendidamente ?neutro? se inclinara a su favor, pero hay que a?adir que buena parte, y la m¨¢s decisiva, de los que se integran en las plantillas de TVE son ucedistas natos, en.la medida en que fueron franquistas natos. ?Por qu¨¦, si no es por la influencia decisiva de la TVE, en el caso de las legislativas, gan¨® UCD, mientras que perdi¨® en las municipales, donde la TVE no jugaba un papel tan importante? En uno y otro caso -concurrieron tambi¨¦n otros factores, pero el de la presencia en las primeras y ausencia en las segundas de TVE fue determinante.
Y, sin embargo, la izquierda no ha dado una verdadera batalla por un control, tan minucioso como se hubiera podido arrancar, de este importante medio. Ahora se habla del estatuto para TVE que, por las trazas, va a dejar las cosas m¨¢s o menos como est¨¢n. Y ante esa casi pasividad, ?hay que pensar en una minusvaloraci¨®n del medio y una supervaloraci¨®n de los liderazgos? ?O es que se trata de simple ignorancia? ?Estamos ante otro sacrificio en el altar del ?consenso?? La izquierda ha respondido, por ejemplo, muy sumariamente al test de la privatizaci¨®n. Se ha opuesto. Pero ?por qu¨¦? Desde luego que, en la pr¨¢ctica, s¨®lo podr¨ªan montar cadenas de TV quienes dispusieran de un fuerte capital y este caso no es el m¨¢s normal entre militantes de izquierda, pongo por caso. Pero ?es que lo son quienes ahora controlan la TV ¨²nica en manos de UCD? Ning¨²n programa se emite desde las emisoras del Estado que suscite tanto inter¨¦s por su valor informati vo, como ?Hora 25?, de una cadena privada que probable mente aspira a montar una televisi¨®n privada. ?Por qu¨¦ no habr¨ªa de ocurrir lo mismo con la TV, si se llegara a privatizar? En un estado verdaderamente socialista -?tan remoto, y mucho m¨¢s cuanto m¨¢s ?consenso?! -, donde la democracia directa llegara a controlar el poder establecido en todos sus niveles, puede que la cadena ¨²nica resultara suficientemente plural, suficientemente abierta y no fuera necesaria otra. Te¨®ricamente hablando, con la utop¨ªa instalada en la esperanza, eso deber¨ªa ocurrir en otros muchos aspectos, como son los de la supresi¨®n del costo suplementario de la competencia comercial multiplicando productos iguales, a los que hay que ?a?adir? alguna diferencia para que no lo sean, etc¨¦tera, lo cual es un problema de futuro que habr¨¢ que resolver cuando las relaciones de producci¨®n sean racionales, para que se produzca lo que se desea y no lo que establezca un plan burocratizado y sin correcciones cr¨ªticas de mercado, etc¨¦tera. Pero eso es el futuro -muy lejano en el marco occidental de la OTAN- y, por tanto, lo que hay que exigir del sistema de econom¨ªa ?social? de mercado es que funcionen sus mecanismos y nos aprovechemos todos de ellos, cada cual para sus propias finalidades. Ya no s¨¦ si los partidos de izquierda y los sindicatos podr¨ªan llegar a mantener su propia cadena de televisi¨®n o de radio con t¨¦cnicas menos malas que las que utilizan para sus peri¨®dicos, tan lamentables y justamente deficitarios. Es una hip¨®tesis que en absoluto hay que descartar. Creo, en cambio, que puede preverse, sin demasiado margen de error, una mayor presencia de la izquierda en espacio de televisi¨®n y radio privados, porque habr¨ªan de competir con la cadena del Estado, que siempre ser¨¢ ?m¨¢s? del partido gobernante que de la oposici¨®n, y con otras cadenas privadas. No es imposible, por ejemplo, una ?Hora 25? televisiva que mejore la calidad informativa oficial, tan escasa y baja. Y si esa cierta ?apertura? de la televisi¨®n privada hacia la izquierda obligaba a la televisi¨®n oficial a abr¨ªrsele igualmente, tanto mejor.
No estoy de acuerdo con mis correligionarios de los partidos de izquierda -hablo desde la independencia respecto de cualquiera de ellos, desde luego- en su tendencia a meter cunas, digamos que socializantes, dentro de la maquinaria de la econom¨ªa ?social? de mercado que defiende el partido en el Gobierno, en nombre de la Constituci¨®n y de los intereses de la clase dominante que representa, naturalmente. Ah¨ª est¨¢ el INI, trag¨¢ndose millones desde el franquismo que lo invent¨® y sin resolver ning¨²n problema. Por eso me asombra que cierta izquierda, ante el desmantelamiento de la prensa del Movimiento prefiera defenderla. ?Qu¨¦ peri¨®dicos del Movimiento han dejado de ser franquistas? ?Cu¨¢les han dado el mismo trato a la oposici¨®n que al Gobierno? Evidentemente, en la ?liquidaci¨®n?, a la que la izquierda se opone, saldr¨¢n ganando empresarios de la informaci¨®n, o simplemente amigos de UCD. Pero ?ser¨¢ eso peor de lo que hay ahora? Mientras que, en cambio, habr¨¢n de competir, o sea, someterse a las reglas del juego del sisterna econ¨®mico que han defendido durante cuarenta a?os y siguen defendiendo. Salvar los intereses de los trabajadores es una cosa, aunque ya quisieran todos los trabajadores ser tan espectacularmente defendidos, pero sacarse de la manga eso de la ?prensa p¨²blica? es otra muy diferente. ?Qu¨¦ es eso de la ?prensa p¨²blica?? En el sistema econ¨®mico en el que vivimos o moramos no hay m¨¢s posibilidad, por remota que sea, de que la prensa sea del ?p¨²blico? que a trav¨¦s de su adquisici¨®n cada ma?ana por parte del p¨²blico. Porque lo otro ser¨ªa continuar teniendo detr¨¢s presupuestos p¨²blicos para enjugar d¨¦ficits. Y esa prensa ser¨ªa de quien controle esos presupuestos. No veo las ventajas. Durante el franquismo nos explicaban aquello de que la libertad de prensa objetiva y real no existe porque la prensa pertenece a los capitales invertidos en ella. Y luego, seg¨²n el mayor o menor grado de fascismo de quien dec¨ªa estas cosas, se a?ad¨ªa aquello de que era eljuda¨ªsmo internacional el que estaba detr¨¢s de los peri¨®dicos tenidos como m¨¢s objetivos: Le Monde, por ejemplo. Le Monde ha alcanzado cotas m¨¢ximas de objetividad. Su f¨®rmula no es repetible, probablemente, pero hay otros peri¨®dicos ?de empresa? cuyas redacciones tambi¨¦n hacen esfuerzos por ser lo m¨¢s objetivos que les es posible. La objetividad es una tensi¨®n profesional constante por alcanzarla en grados m¨¢ximos, sabiendo que nunca pasar¨¢ de relativa. Y m¨¢s a¨²n. Sabemos que puede llegar a ocurrir lo que ocurre en la Rep¨²blica Federal Alemana con la cadena Springer, por ejemplo. Pero todo eso, que limita mucho la libertad de expresi¨®n, la informaci¨®n no manipulada, etc¨¦tera, ?por qu¨¦ otra cosa puede ser sustituido con ventaja, en el marco de un sistema de econom¨ªa ?social? de mercado?
Creo que lo de la ?prensa p¨²blica? y la televisi¨®n y la radio estatales como ¨²nica posibilidad no ser¨ªa demasiado garantizador de la libertad, ni siquiera en un Estado socialista, que sin una oposici¨®n externa acabar¨ªa burocratiz¨¢ndose. Una oposici¨®n que, desde mi punto de vista, habr¨ªa de ser socialista tambi¨¦n, quiz¨¢ m¨¢s que el propio Estado, pero tambi¨¦n m¨¢s libre que ¨¦l para desdogmatizar y evitar las esclerosis. Ahora bien, todo esto es, de momento y durante mucho tiempo por venir, pol¨ªtica ficci¨®n que hay que convertir en realidad cuanto antes y cada d¨ªa, desde luego; pero, mientras tanto, en la guerra como en la guerra, lo que hay que sacarle al sistema de econom¨ªa ?social? de mercado es que ?su? libertad sea tambi¨¦n corapetitiva como una mercanc¨ªa, para conseguir, en la m¨¢xima medida posible, que no sea ¨²nicamente suya. Cualquier ?estatalizaci¨®n? m¨¢s o menos ?p¨²blica? del sistema de econom¨ªa de mercado s¨®lo favorecer¨¢ al monopolismo de quienes marcan las reglas del juego.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.