El parque "nacional" de Aig¨¹es Tortes
En el momento de redactar estas l¨ªneas, a la vuelta de mis vacaciones, todav¨ªa no me he recuperado de la parad¨®jica situaci¨®n que, junto a unos amigos, hemos vivido, en el, por su antig¨¹edad (1955), segundo parque nacional de nuestro pa¨ªs, y que paso a exponer:Llama la atenci¨®n, en primer lugar, la vocaci¨®n ?clandestina? del citado parque, ausencia total de se?alizaci¨®n, que le lleva incluso en el desv¨ªo de su ?acceso? (kil¨®metro 17,6 de la carretera de Caldes de Bo¨ª/L¨¦rida), a ?ocultarse? tras la indicaci¨®n de una instalaci¨®n el¨¦ctrica.
El excursionista que, dotado de poderosa fe o buenas informaciones auxiliares, localiza la entrada, se encuentra entonces con 4,4 kil¨®metros de una pista de ?cabras ?, por la que, poniendo en juego la vida de su veh¨ªculo, sube, mientras contempla el intenso tr¨¢fico de ?taxi-jeeps? (m¨¢s de cuarenta) que, haciendo su ?agosto? al explotar el monopolio artificial creado por las dificultades f¨ªsicas e informativas de acceso al parque, le confirman lo acertado de su ruta. En dicho kil¨®metro 4,4, cual aparici¨®n, surge una estrecha carretera asfaltada, de 3,6 kil¨®metros, aislada, al tiempo que, ?por fin!, se nos recibe con el cartel de parque nacional, gratificante sorpresa en medio del monte.
Tras ello aparece el problema de la acampada, resuelto en los manuales con su posibilidad junto al Estany Llebreta. Nada m¨¢s lejos de la realidad. Pues, para nuestro asombro, all¨ª descubrimos, mediante el oportuno cartel y guarda de la propiedad, que aquello (el parque ?nacional?) son todo terrenos privados, y que, en concreto en el de su empresa, no se permit¨ªa la acampada, aunque se pod¨ªa intentar en el de enfrente, pues en ¨¦se el due?o ?no controlaba?. ?Bastante hac¨ªa ya la propiedad con tolerar la visita al parque!, frase textual del guarda. Por ¨¦l nos enteramos igualmente que la actividad de Icona en el parque es nula, no manteniendo ni siquiera personal de limpieza, lo que salta a la vista por sus resultados. En el centro del parque encontramos la ermita del S. Espirit, ¨²nica instalaci¨®n con que la Administraci¨®n ha dotado al parque, y que, aparte de su dudosa necesidad y armon¨ªa con el entorno, est¨¢ hoy francamente muy deteriorada.
Se?or director, as¨ª se comprende la facilidad del ancien r¨¦gime de constituir y mantener formalmente cuantos parques ?nacionales? hicieran falta para mayor gloria de sus estad¨ªsticas.
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