La querella del barroco en El Escorial
La segunda semana de conciertos del I Curso de M¨²sica Barroca y Rococ¨® de San Lorenzo del Escorial se inici¨® en el Aula Magna de la Universidad con un concierto del clavecinista Pablo Cano. El repertorio elegido por Pablo Cano dice mucho de la seriedad con que plante¨® su intervenci¨®n en el curso. Una primera parte dedicada a recorrer la obra para teclado de los grandes organistas centroeuropeos del barroco, desde el Norte (Jan Peterszoon Sweelinck y Buxtehude) hasta el Sur (Pachelbel y Maffat), pasando por la inventiva ligera, tan dificultosa para el int¨¦rprete, de Georg B?hm, el precursor de Bach en L¨¹neburg. Pablo Cano convenci¨® por t¨¦cnica y concentraci¨®n, y si en el Bach de la segunda parte se le podr¨ªa haber pedido m¨¢s fantas¨ªa, justo es decir que su Sexta Partita tuvo una m¨¢s que digna, casi excelente, visi¨®n de conjunto. La facilidad del mecanismo de Pablo Cano significa siempre un gran riesgo para ¨¦l, pero est (a vez la supo controlar con su musicalidad innata y tambi¨¦n por un serio estudio del repertorio.Barroco tard¨ªo
Enorme inter¨¦s por su rareza y discutidos resultados el programa que bajo el lema El barroco tard¨ªo espa?ol desarrollaron con instrumentos originales Lucy van Dael, Emilio Moreno, Wouter M?ller y Bob van Asperen. Es inevitable aqu¨ª referirse a la querella (en Espa?a todav¨ªa enconada) entre los partidarios de la interpretaci¨®n barroca con instrumental moderno y los que, preocupados por la pureza y la autenticidad de un estilo y una nueva manera de entender esta m¨²sica, han trabajado sobre las fuentes y han reconstruido poco a poco aquel sonido y aquella est¨¦tica. No tengo que pronunciarme en el caso, pues est¨¢ claro que esta ¨²ltima es la ¨²nica postura honesta ante una m¨²sica cuyo grado de desvirtuaci¨®n hab¨ªa llegado a ser alarmante a partir del romanticismo. Un sector del p¨²blico, detectado entre la segunda y la tercera edad, se vio desagradablemente sorprendido por lo monol¨ªtico del repertorio y la forma en que los ?barrocos?, con su clave modelo franc¨¦s, sus violines napolitanos del XVIII y su violonchelo Celoniatus (1742) lo expusieron. Es natural. Llevamos a?os de retraso y do son frecuentes tales exquisiteces por esta tierra. Y, conste, hubo cosas regulares y hasta malas en el concierto (una descolorida sonata de Manalt, un Cabanilles absolutamente desacertado por ornamentaci¨®n y concepto del famoso Bob van Asperen), pero, considerado en su conjunto, ?qu¨¦ maravilla de criterio y de imaginaci¨®n la de estos intrumentistas! El violonchelo de M?ller en la Sonata de Boccherini result¨® un milagro de sonido, afinaci¨®n y fantas¨ªa. El continuo de Asperen, inigualable, como la elegancia y justeza de Lucy van Dael y Emilio Moreno.
Tal vez para que la balanza no se inclinase excesivamente a favor de los barrocos, el Cuarteto Hisp¨¢nico-Numen de Cambrils, interpretando a la rom¨¢ntica los pentagramas galantes, clasicistas, de Almeyda, Canales y Mozart (formidable su Prusiano, Kv. 575), fueron el reverso de la medalla en el estilo, pero la misma buena moneda en la calidad. Los instrumentistas del Hisp¨¢nico-Numen defendieron con brillantez el simp¨¢tico cuarteto de Almeyda, hicieron diabluras en el de Canales y dieron muestras de su alto grado de compenetraci¨®n y equilibrado sonido en Mozart.
A comienzos de la segunda semana de curso, una t¨ªpica infecci¨®n estival, de origen desconocido, hizo estragos entre profesores y alumnos, haciendo peligrar el concierto de profesores dedicado a m¨²sica barroca de Espa?a (Castro, Soler, Pl¨¢) y Francia (Naudot, Marais, Rameau). Se hizo al fin el concierto, pero en condiciones fisicas penosas por parte de los int¨¦rpretes, de modo que no cabe enjuiciarlo objetivamente.
El I Curso de M¨²sica Barroca y Rococ¨® qued¨® clausurado en el Real Coliseo por la Camerata de Madrid, en Frograma que inclu¨ªa tres grandes de la m¨²sica barroca: Telemann, Vivaldi y H¨¢ndel. Habr¨ªa que poner reparos a la utilizaci¨®n de dos oboes modernos para la Obertura en si bemol mayor, de Telemann, pues rompen el equilibrio sonoro de la bell¨ªsima suite. O todos o ninguno. Tambi¨¦n hay que censurar la inclusi¨®n de Neli Pinteva, solista b¨²lgaro de viola de amor que mostr¨® un agrio sonido, inseguridad r¨ªtmica, d¨¦bil mecanismo y constante desafinaci¨®n en el Concierto, Pv. 266, de Antonio Vivaldi. Lo mejor de la noche fue la actuaci¨®n de las j¨®venes solistas de viol¨ªn Isabel Serrano y Maribel Zurbano en el Concierto en la menor, Op. 3, n¨²mero 8, de Vivaldi. Ambas desplegaron belleza de sonido, compenetraci¨®n con la orquesta, buen estilo y t¨¦cnica suelta. Habr¨ªa tambi¨¦n que mencionar el buen trabajo de la Camerata y de su director, Luis Remart¨ªnez, en el Concerto grosso en sol mayor, Op. 6, n¨²mero 1, de Handel, que cerraba el programa.
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